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"Viva para construir más paz": la carta de Álvaro Leyva e Iván Cepeda para Santrich

El exnegociador de paz y el senador unieron sus voces para darle aliento a Jesús Santrich y pedirle que no ceda a la muerte. La misiva se suma a la del expresidente Pepe Mujica y a la Misión de la ONU en Colombia.

7 de mayo de 2018

Jesús Santrich está a punto de cumplir un mes en huelga de hambre. No come, solo toma agua. Quien fue uno de los protagonistas de las Farc en la negociación de La Habana está entre la vida y la muerte. Su estado de salud es delicado y por eso permanece internado en el hospital. Las visitas de altos funcionarios de la comunidad internacional y de políticos colombianos reflejan la dimensión de la preocupación que existe. El excomisionado de paz Álvaro Leyva y el senador del Polo Iván Cepeda le escribieron una carta para pedirle que “viva para construir más paz”.

“Le escribimos esta nota para expresarle nuestra preocupación en momentos en que usted -pieza clave de la construcción de los Acuerdos de La Habana-, pone en vilo el valor de su mismísima existencia por considerar que ha sido ofendido moralmente con una acusación que lo destruye por ser quien es y que niega su andar de años por caminos de búsqueda de la paz nacional”, se lee al inicio de la misiva.

Seuxis Hernández Solarte inició su huelga de hambre el pasado 9 de abril.

Leyva y Cepeda le recuerdan a Santrich que le hablan desde su condición de personas que han trabajado por la paz más allá de su color político. Le recuerdan cómo lo conocieron en La Habana, un hombre que venía de hacer uso de lo que consideraba era su derecho a la rebelión, pero que se sentó a dialogar mostrándose inteligente, hábil en la negociación, duro a su manera en momentos en que consideraba se requería esa postura en defensa de los propios. “Invidente sí, no por eso ciego”, aseguran los remitentes.

Confidencial: Cartas de Santrich sobre su muerte

Santrich fue capturado por presuntos vínculos con el narcotráfico después de firmado el acuerdo de paz. Leyva y Cepeda cuentan que Santrich fue en La Habana uno de los defensores de acabar con el negocio del narcotráfico que “tanto daño le ha hecho al país”, y que fue uno de los que “insistió en la Mesa en asociar la política de sustitución de cultivos a una verdadera reforma agraria y a ofrecer planes alternativos a los campesinos”.

Los dos remitentes le piden a Santrich que recuerde que sigue siendo un arquitecto central de la paz nacional, y que prueba de ello es que la comunidad internacional “clama justicia a su manera”.

A Santrich lo han ido a visitar personas como el sacerdote Francisco de Roux S. J., Jean Arnault, del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas; Eamon Gilmore, enviado especial de la Unión Europea; José Luis Ponce, embajador de Cuba y Anne Heidi Kvalsoren, enviada especial de Noruega.

“Jean Arnault visitó a Jesús Santrich en el hospital y expresó preocupación por su estado de salud y la importancia de que este caso judicial de gran impacto cumpla con las garantías del debido proceso”, escribió la Misión de la ONU en su cuenta de Twitter.

Las letras del expresidente de Uruguay Pepe Mujica también llegaron a manos de Santrich en días pasados para darle aliento e invitarle a persistir, debido a que el mismo Santrich dejó por escrito su voluntad de que en caso tal no lo revivan si pierde el conocimiento y que no hagan nada para prolongar su vida.

“No todo está ganado, pero no todo está perdido.
La lucha por la paz está viva y se sigue luchando.
En realidad es por una nueva Colombia y por ello cruza muchos intereses.
Te pido fe en la vida y en los que luchan por todos los postergados”.

Leyva y Cepeda acudieron a las palabras de tres personajes de la historia para invitarlo a continuar y a desistir de su idea de dejarse morir si su situación jurídica no se soluciona y finalmente es pedido en extradición: Nelson Mandela, Stephan Hawking y el papa Francisco. Esta es la misiva completa:

"A Jesús Santrich,

Le escribimos esta nota para expresarle nuestra preocupación en momentos en que usted -pieza clave de la construcción de los Acuerdos de La Habana-, pone en vilo el valor de su mismísima existencia por considerar que ha sido ofendido moralmente con una acusación que lo destruye por ser quien es y que niega su andar de años por caminos de búsqueda de la paz nacional.

Conoce usted el origen de nuestra vocación por la paz. Surgidos en orillas diametralmente opuestas, sin deponer nuestra posiciones e ideales, nos hemos propuesto hacer presencia en los más variados escenarios de la urgente reconciliación nacional. Ni escatimamos ni vamos a escatimar esfuerzos para alcanzarla. En este andar, hemos aprendido que la búsqueda de la paz carece de color político; que repugna con la intolerancia, fanatismos y los torpes ideologismos fundamentalistas; que requiere el compromiso de escrutar la verdad y dar testimonio de ella; que la felicidad colectiva implica conocer al otro, saberlo escuchar, comprender sus anhelos y esperanzas para superar lo que nos enfrenta peligrosamente y convocar soluciones de justicia social tan evidentes y necesarias que están por encima de cualquier bandera, sentimiento de raza, estirpe o condición.

Y lo encontramos a usted en La Habana, Santrich. Venía de hacer uso de lo que consideraba era su derecho a la rebelión. Con otros, como plenipotenciario de la otra parte del conflicto, se sentó a la mesa: inteligente, hábil en la negociación, duro a su manera en momentos en que consideraba se requería esa postura en defensa de los propios; a la hora de la verdad, en momentos de grandes decisiones, paladín conciliador; usted, creativo por excelencia. De ello somos testigos presenciales.

Invidente sí, no por eso ciego. Hemos sido testigos, asimismo, de que a pesar de las desconfianzas y de los temores en medio de las adversidades de la implementación, ha llamado a los suyos a cumplir y hacer realidad los seis puntos del Acuerdo de La Habana y el quehacer político en democracia con el compromiso de acogerse al Sistema Integral de Justicia, Verdad, Reparación y No Repetición. No concebimos que la culminación de toda esa obra gigante, de la cual es usted también artífice, pudiera ser un sucio trueque que cambie trozos de gloria, por réditos provenientes de un negocio que, en el mismo documento de paz, surge el compromiso de combatir y destruir. Nos consta que en la negociación de ese punto del Acuerdo, usted defendió la necesidad de acabar con ese negocio que tanto daño le ha hecho al país, que insistió en la Mesa en asociar la política de sustitución de cultivos a una verdadera reforma agraria y a ofrecer planes alternativos a los campesinos.

Sigue siendo usted un arquitecto central de la paz nacional. Por ello lo esperan los suyos, sus compañeros de lucha. Mire usted además cómo la comunidad internacional reconoce su valiente recorrido y aportes. Por algo han ido al lecho desde el que usted clama justicia a su manera, personajes de la talla de Francisco de Roux S. J., Jean Arnault, Naciones Unidas, Consejo de Seguridad; Eamon Gilmore, Enviado Especialde la Unión Europea; José Luis Ponce, Embajador de Cuba; Anne Heidi Kvalsoren, Enviada Especial de Noruega, y otros de similar estatura y condición.

“Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad,” dijo Nelson Mandela. Santrich, desde polos opuestos de su primer recorrido vital, que lo fuimos nosotros, los que suscribimos esta misiva, le decimos a usted: viva para construir más paz; aún le falta andar para poder dormir por toda la eternidad. Y sabemos que no le tiene miedo a la muerte, sin embargo tenga presente el pensamiento de Stephan Hawking: “No tengo miedo a la muerte, pero no tengo prisa por morir. Tengo mucho que hacer primero.” Y grave en su corazón la enseñanza del Papa Francisco que debe ser estandarte de todos: No se puede interpretar “la existencia como un encontrarse de casualidad en el mundo y un caminar hacia la nada”. No caminamos hacia la nada, Jesus Santrich. Caminamos con usted hacia la paz para todos. Aún para que la gocen sus más crueles detractores. Darse por vencido, jamás.

Bogotá, mayo 7 de 2018"