JUSTICIA

Inocentes: juez falló a favor de los hermanos Uribe Noguera

Un juez absolvió a Francisco y Catalina Uribe Noguera de obstruir la justicia en el caso de Yuliana Samboní. La Fiscalía los acusó de encubrimiento y apelará el fallo. Pero no se ven muchas posibilidades en segunda instancia.

11 de agosto de 2019
Catalina Uribe Noguera celebró el fallo absolutorio al lado de su hermano Francisco. El juez leyó el veredicto el viernes. | Foto: Guillermo Torres

Tres horas se convirtieron en tres años para los hermanos Catalina y Francisco Uribe Noguera. Sin saberlo, el 4 de diciembre de 2016 ellos fueron los primeros en llegar a la escena del atroz crimen de Yuliana Samboní. A las 3:40 de la tarde ingresaron al edificio Equus 66, en donde se escondía su hermano, el violador y asesino de la niña de 7 años.

No haber dado inmediato aviso a las autoridades del hallazgo de su hermano los llevó a responder en un pleito judicial que terminó su primer round esta semana. El juez 46 penal de Bogotá los declaró inocentes de favorecimiento y ocultamiento, alteración o destrucción de material probatorio.

Después de la condena a 58 años contra Rafael Uribe Noguera, el caso de los hermanos Catalina y Francisco concentró todos los reflectores del país. Apenas se conocían detalles de este escabroso crimen, cuando el entonces fiscal general, Néstor Humberto Martínez, afirmó a los medios que la conducta de Catalina y de Francisco “pudo haber sido la génesis de una obstrucción a la justicia”.

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La Fiscalía los acusó con la lupa puesta en dos detalles: uno, que hubieran borrado mensajes y la aplicación WhatsApp del teléfono de Rafael. Y dos, que pasadas las 5:30 de la tarde sacaran a su hermano del apartamento para llevarlo a la Clínica Montserrat y luego a la Navarra.

Para respaldar lo primero, Martínez anunció la ayuda de la agencia ICE de Estados Unidos para recuperar el material borrado de los celulares. Pero esta declaración generó una expectativa que superó los resultados: la Fiscalía tuvo que admitir que no consiguió recuperar los mensajes y, en consecuencia, el juzgado no encontró probado que la información eliminada tuviera valor para las pesquisas.

“¿Cómo pretende que se configure el delito de destrucción de material probatorio cuando nunca demostró que este fuera un material probatorio relevante?”, cuestionó el juez. Este hace énfasis en que decidió absolver a los hermanos de este cargo por duda, y que hacer lo contrario significa aceptar que cualquier cosa que alguien elimine de su dispositivo electrónico es delito.

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Frente al segundo cargo, el traslado de Rafael Uribe a una clínica, el togado consideró probado que en realidad hubo una emergencia médica vital. Dos profesionales así lo corroboraron durante el juicio; en la declaración que uno de ellos rindió en el estrado, afirmó que, si no lo hubieran trasladado de inmediato, habría corrido el riesgo de morir.

En este contexto, la Justicia reconoció que Francisco entregó a su hermano a las autoridades, les informó que estaba en un centro médico y les confesó el crimen que había cometido, una vez se encontró con los agentes en la Clínica Navarra. El juez también valora que Francisco haya guiado al Gaula hasta el lugar en el que Rafael había escondido el cuerpo de Yuliana.

La Justicia concluyó que, si Rafael y Catalina hubieran querido hacerlo, tenían los medios económicos y el tiempo para ayudar a su hermano a salir del país o a esconderse de las autoridades.

Pero no lo hicieron y, al contrario, el propio Francisco se ofreció para rendir testimonio en juicio de lo que ocurrió en las tres horas que siguieron a su ingreso al edificio. Ante el estrado dejó al descubierto detalles del minuto a minuto de tensión que vivieron al lado de su hermano: “¡Lo voy a matar!”, le habría dicho Francisco al coger a Rafael de los brazos y empujarlo: “¿Usted qué hizo con la niña, dónde está la niña? Yo vi en el carro un zapatico, ¡esa niña tiene la misma edad de mi hija!”.

En el caso de los hermanos Uribe Noguera pesa tanto el factor humano como el legal. Si los hubieran declarado culpables sin pruebas contundentes, se trataría de un escenario en el que dos personas inocentes acabarían en la cárcel por el crimen abominable de un hermano asesino.

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