El ‘bullying’ escolar, el aumento en el consumo de drogas y el incremento de los casos de violencia intrafamiliar son factores que han hecho que en Bogotá cada vez haya más personas con ansiedad, depresión e incluso esquizofrenia. | Foto: Daniel Reina

SALUD

Bogotá, la primera en trastornos mentales

Un debate en el Concejo capitalino dejó en evidencia que la salud mental de los bogotanos se encuentra en estado crítico.

18 de febrero de 2017

Según la última encuesta de salud mental realizada por el Ministerio de Salud en 2015, el 80 por ciento de los colombianos han presentado entre uno y tres síntomas de depresión en algún momento de su vida. Asimismo, Bogotá posee la mayor frecuencia de síntomas de trastornos mentales en personas entre los 18 y 48 años: ansiedad, depresión y psicosis.

Según un debate organizado por el concejal independiente Juan Carlos Flórez, en la capital cada vez hay más personas susceptibles de sufrir ansiedad, esquizofrenia, trastornos de adaptación o episodios depresivos. Y lo más grave, que la política de salud mental “no se encuentra ligada con la atención de los principales factores de riesgo ni da respuestas sólidas para atender a los más vulnerables”.

La mayoría de estos factores tienen que ver con un aumento en el consumo de alcohol, drogas y violencia intrafamiliar en la ciudad. Según la Encuesta Nacional de Sustancias Psicoactivas, el consumo de marihuana, cocaína y bazuco ha aumentado desde 2008. Cerca de 180.000 personas tienen problemas de abuso y dependencia de drogas, y este consumo es mayor en el estrato dos. Lo anterior coincide con la prevalencia de enfermedades de salud mental en las zonas más pobres del suroccidente de la ciudad.

Otro aspecto relacionado con los problemas de salud mental de los bogotanos es el aumento de la violencia intrafamiliar. Según un informe de Medicina Legal, entre 2015 y 2016 estos casos de maltrato aumentaron un 15 por ciento, y las mujeres y los niños fueron los más afectados. En promedio cada 12 horas 11 mujeres son víctimas de actos violentos de sus parejas. Las localidades más afectadas por este tipo de violencia son La Candelaria, Ciudad Bolívar, San Cristóbal, Los Mártires y Santa Fe.

A lo anterior se suma el incremento en la venta de droga en los colegios públicos. Mientras en la medición de clima escolar que realizó la Secretaría de Educación en 2013 el 17 por ciento de los estudiantes dijo que podía comprar droga en sus planteles, en 2015 esta cifra pasó a ser del 23 por ciento. Esta circunstancia, que afecta a los estudiantes, es particularmente delicada si se considera que según la OMS la mitad de los casos de desórdenes mentales comienzan a los 14 años. De hecho, al analizar la información sobre salud mental en 2015 se encuentra que de las 168.582 personas atendidas ese año el 25 por ciento son niños y adolescentes.

En esta población los trastornos mentales se ven agravados por el bullying, una práctica cada vez más fuerte en todos los estratos. La situación es tan grave, que tres de cada cinco escolares que han sufrido matoneo eventualmente han pensado en el suicidio.

Un último elemento que Flórez identifica como crucial para explicar la mala salud mental de los bogotanos tiene que ver con la frágil situación de los habitantes de calle. De cerca de 10.000 atendidos anualmente por los centros móviles de la Secretaría de Salud, el 65 por ciento tiene algún tipo de trastorno mental.

Ante esta situación, la administración distrital debe promover una mayor coordinación institucional entre las Secretarías de Salud, Integración Social y Educación, por un lado, y atender los factores de riesgo. Según Flórez también debe aumentar el número de psiquiatras por habitante y fortalecer los servicios de apoyo en salud mental. “Bogotá tiene 3,8 trabajadores del área de salud mental por cada 100.000 habitantes cuando la OMS recomienda 10 por cada 100.000. Y en el sector suroccidental, el más afectado, solo hay 14,5 psiquiatras para atender 644 barrios”, dice.

Frente a estas peticiones, el secretario de Salud, Luis Gonzalo Morales, asegura que el tema mental en Bogotá no debe verse solo como un asunto de camillas y psiquiatras disponibles en los hospitales. Sostiene que la administración viene trabajando en atender los pacientes que dependen del sistema público de salud, así como en prevenir el consumo de sustancias psicoactivas en adolescentes y la violencia intrafamilar. Tomar decisiones pronto es clave. No en vano las cifras demuestran que la salud mental se ha afectado en una capital que también debe prepararse para sanar heridas en el posconflicto.