POLÍTICA
El 'botafuegos' de Claudia López hará ruido en campaña
La senadora anunció su candidatura a la Presidencia de la República. No es muy probable que llegue hasta el final, pero va a animar la contienda y a generar entusiasmo.
El 2016 ha sido descrito como el año de la rabia. No solo en Colombia con el triunfo del No en el plebiscito, sino en el mundo con el auge del populismo contestatario. Este se ha traducido en victorias como la del brexit en Reino Unido y la de Trump en Estados Unidos.
Por estos días lo que da votos es patear el tablero. El estado de ánimo del electorado no es tanto el de elegir al mejor, sino a alguien diferente. Por eso muchos han considerado que las elecciones presidenciales de 2018 son un campo abonado para que en Colombia llegue lo que los anglosajones denominan un outsider, es decir, alguien totalmente ajeno al establecimiento tradicional.
En el país están buscando ese nicho varios candidatos que, aunque son parte del sistema, quieren posicionarse como sus contradictores. La más visible de ellos puede ser Claudia López. Aunque ha hecho su carrera en el Congreso, que por lo general en todo el mundo es una institución desprestigiada, la senadora se ha posicionado como una enemiga de este y como una figura independiente que no traga entero.
Tiene la bandera de la lucha contra la corrupción, sin duda alguna el tema del momento. La de la paz ya no vende tanto. A pesar de sus evidentes beneficios, el tema está saturado. El posconflicto es un asunto trascendental, pero no taquillero. Por eso el Partido Verde respaldará la paz, pero ese no será el punto principal de su agenda.
Claudia López no será la única en enarbolar esa bandera. Todos los candidatos lo harán en una u otra medida, pero ella tiene más credibilidad. Por un lado, ha sido una senadora estudiosa y comprometida, calificada como uno de los cinco mejores senadores actuales. Sin embargo, lo que la ha catapultado a la posibilidad de una candidatura es que ha sido la congresista más mediática del país, pues ha gozado durante años de más televisión en tiempo triple A que todos los demás. Toda esa pantalla le ha hecho ganar la imagen de una mujer con rabia frente al estado actual de las cosas y, en consecuencia, una furibunda crítica prácticamente de todo. Su permanente presencia en los medios no obedece a que estos compartan sus ideas, sino simplemente a que su ‘botafuegos’ siempre tiene rating.
En el pasado los candidatos de la extrema izquierda siempre habían jugado ese papel. Sin embargo nunca llegaron muy lejos por ser considerados demasiado radicales. Pero los tiempos han cambiado y hoy los radicales, y no solo los de izquierda, les están compitiendo voto por voto a los moderados.
Claudia López con frecuencia es ofensiva y hasta grosera. A sus colegas les ha dicho de todo. Al expresidente Uribe lo ha llamado sanguijuela de alcantarilla. El insulto desproporcionado hasta hace poco descalificaba, pero después del triunfo de Trump, quien llegó a la Casa Blanca a punta de insultar a diestra y siniestra, las reglas de juego han cambiado.
Ese puede ser precisamente el problema que enfrenta su antiguo compañero de partido Sergio Fajardo. Hasta hace poco él encarnaba al outsider, y se suponía que iba a participar en una consulta con Claudia López y con Antonio Navarro para sacar a un candidato único por una opción diferente. Sin embargo, Fajardo se ha distanciado del Partido Verde, y desde que se negó a acompañar en giras políticas a López y a Navarro para apoyar el Sí en el plebiscito, ellos se han desilusionado de él. Su discurso contra la polarización, donde aclara una y otra vez que él no es ni antisantista ni antiuribista, refleja para sus antiguos compañeros un intento de quedar bien con todo el mundo en una coyuntura donde, según ellos, hay que asumir posiciones.
Para Claudia López la prioridad no es no hacer enemigos, sino liderar a unos indignados que rechazan el estado de cosas actual. Para esto cuenta con elementos de poder nada insignificantes. Si logra ser la candidata del Partido Verde contará con una maquinaria pequeña, pero con presencia nacional, espacios en los medios y subsidios del Estado. Su pareja, la representante Angélica Lozano, aspirará al Senado lo cual le dará fuerza en la capital de la república. A esto se suma que, como en el pasado fue secretaria de Acción Social de Enrique Peñalosa, dejó sentadas unas redes de apoyo no ajenas del todo a la manzanilla.
Eso no significa que los rivales sean mancos. En la izquierda están Jorge Robledo, Clara López y Gustavo Petro que insultan menos, pero tienen mensajes comparables. Al final puede acabar por formarse una coalición entre el Partido Verde y el candidato de la izquierda, pues a los dos sectores les preocupa que a una hipotética segunda vuelta lleguen solamente dos candidatos de derecha: el de Álvaro Uribe y Germán Vargas. Eso ha hecho que se esté promoviendo una coalición amplia con otros sectores progresistas que garantice la defensa del proceso de paz. Sin embargo, antes de que esa coalición se defina habrá una guerra fratricida para determinar el candidato de esta. Claudia López sin duda va a ser la que más ruido va a hacer en esa contienda de centro-izquierda.
Pero también tendrá que competir contra los de la derecha. El expresidente Uribe, Marta Lucía Ramírez y el exprocurador Alejandro Ordóñez, si bien no son enemigos del establecimiento, sí lo son de mucho de lo que tiene que ver con el actual gobierno. Con el IVA en 19 por ciento y el escepticismo sobre el proceso de paz, esa no es una mala bandera. Tampoco está mal parado Vargas quien, a pesar de ser vicepresidente y el ministro estrella, ha logrado posicionarse como el gran ejecutor del país, pero al mismo tiempo como un crítico de algunas políticas de su jefe.
Con rivales de ese calibre la senadora con rabia en el corazón no tiene el camino asegurado. Pero nadie discute que la elección presidencial va a ser mucho más amena con su presencia.