NACIÓN
Claudia, con pie derecho
La nueva alcaldesa de Bogotá sorprendió con su gabinete y mandó un mensaje de tranquilidad. La mayoría de los secretarios tiene experiencia y trayectoria.
Durante la campaña algunos sectores de la capital sintieron temores con que Claudia López ganara la Alcaldía de Bogotá. El tono altisonante de su discurso y ciertos apoyos políticos alimentaron prevenciones, en especial del sector privado. Pero al día siguiente de su victoria, Claudia dio un notable giro que le hizo bajar la guardia a muchos. Habló con la serenidad y responsabilidad de quien deberá lidiar con la compleja y diversa capital del país. Y, por si fuera poco, esta semana envió un importante mensaje de tranquilidad al revelar los nombres de las personas que tendrá en su gabinete.
En la selección de su equipo, optó por la técnica y la experiencia y no apostó por la izquierda radical ni por la manzanilla o la mera ideología en áreas sensibles como la seguridad, las finanzas, la planeación, la educación, el medioambiente y la salud. Todos los que llegarán a estos cargos a partir del primero de enero tienen hojas de vida intachables. Cualquier alcalde, de izquierda o de derecha, o incluso un presidente, los podría nombrar sin problema alguno.
La clave del buen equipo que tendrá Bogotá estuvo en una especie de freno que puso Claudia apenas comenzó la campaña. A los sectores y líderes políticos que la apoyaron no les prometió nada. No hizo milimetría política ni mermelada. Y para no dejar duda, en las últimas semanas advirtió que los perfiles pasarían por el filtro de una firma cazatalentos, con el fin de priorizar la meritocracia.
Convocó para la primera línea del gabinete personas que se han mostrado afines al programa de gobierno, incluyendo los que no militan políticamente en ningún partido. Todos pasaron por la cazatalentos y compitieron con otros postulados.
En la Secretaría de Gobierno, que maneja la interlocución con el Concejo, Claudia nombró a Luis Ernesto Gómez, exviceministro de Trabajo y del Interior en el gobierno de Juan Manuel Santos. Se trata de un político joven que se ha destacado por su activismo digital y por liderar causas cívicas.
En la Secretaría de Seguridad, López nombró a Hugo Acero, un experimentado funcionario que hizo parte de las alcaldías de Antanas Mockus y Enrique Peñalosa (en su primera administración). Acero es considerado uno de los principales expertos en seguridad ciudadana del país.
Al frente de las finanzas de Bogotá, y de su presupuesto de 21 billones de pesos en 2020, estará Juan Mauricio Ramírez. El nuevo secretario de Hacienda tiene reconocimento como uno de los economistas más serios del país. Fue subdirector del Departamento Nacional de Planeación, director de política macroeconómica del Ministerio de Hacienda y director de programación e inflación del Banco de la República.
En Educación estará Edna Bonilla, una mujer que aspiró a ser rectora de la Universidad Nacional y que conoce bien el funcionamiento del Distrito, pues fue secretaria de Hábitat en la alcaldía de Lucho Garzón.
En el manejo del medioambiente, una de las grandes apuestas de la nueva alcaldesa, llega Carolina Urrutia, experta en la materia. Tiene maestría en políticas públicas en la Escuela de Gobierno de Harvard, y fue subdirectora de Desarrollo Ambiental Sostenible en el Departamento Nacional de Planeación.
La salud estará en manos de Alejandro Gómez, exdirector de salud pública y gerente de la red hospitalaria en Medellín durante la alcaldía de Sergio Fajardo. La planeación urbana quedará a cargo de Adriana Córdoba, exveedora distrital, especialista en planeación urbana y magíster en planeación regional y políticas públicas de Los Andes.
Cierran el círculo el actor Nicolás Montero, una persona cercana a Claudia que debutará en lo público como secretario de Cultura. Y en Integración Social la exconcejal del Polo Democrático Xinia Navarro, quien tiene un gran reconocimiento en ese campo.
Claudia dio su primer paso con el gabinete, sin duda, con pie derecho. Ahora, los elegidos deberán demostrar su experiencia al frente de una ciudad con enormes retos como Bogotá. Pero, como en tantos casos, una cosa es tener buena hoja de vida y otra distinta gobernar bien.