POLÍTICA
Claudia contra todos: las tensiones con la alcaldesa de Bogotá
La alcaldesa de Bogotá ha tenido roces con varios sectores clave y ha confundido a la opinión en momentos en que se necesita claridad y coordinación.
Desde que la Covid-19 llegó a Colombia, la alcaldesa Claudia López se ha mostrado como la más férrea defensora de la cuarentena para evitar que el contagio se multiplique exponencialmente. Cuando el presidente aún no había ordenado el confinamiento obligatorio, ella se anticipó y se la jugó por un simulacro de aislamiento en Bogotá, que sirvió de ejemplo para lo que hoy vive el país.
Con una gran capacidad de comunicación, carácter y firmeza en sus convicciones, la alcaldesa ha afrontado la pandemia, y hasta ahora una amplia mayoría de la opinión pública valora positivamente su gestión. En esa difícil tarea, sin embargo, ella desató con sectores clave tensiones simultáneas que no convienen en plena emergencia sanitaria.
Cuando el país más requiere de un trabajo coordinado, se ha presentado un pulso entre la alcaldesa y el presidente Iván Duque. Al mismo tiempo, existen roces con empresarios, concejales, organismos de control y con el fiscal general, a quien señaló de ser un mandadero de la Casa de Nariño.
El riesgo es que dicha confrontación repercuta negativamente en la atención de la pandemia en Bogotá, epicentro del contagio nacional. En este tire y afloje, nadie gana y solo resultan perjudicados los ciudadanos, que terminan presos de la confusión. Así pasó esta semana cuando muchos daban por descontada la apertura de la construcción y la manufactura por cuenta de un decreto presidencial firmado el 26 de abril.
Eso no ocurrió. La alcaldesa advirtió que la manufactura solo podrá volver luego del 11 de mayo. Además, anunció un formato que deben llenar las empresas que busquen reabrir sus puertas.
Para algunos, se trató de una decisión responsable a fin de proteger la vida de los 700.000 trabajadores que saldrían a las calles. Para otros, de un palo en la rueda al plan de Duque de reactivar la economía paulatinamente, en medio de proyecciones de Fedesarrollo que indican que el desempleo se podría disparar hasta un 20 por ciento en 2020.
En contravía de la apuesta del presidente, López señaló recientemente en una audiencia virtual en el Concejo que la cuarentena se levantará cuando esté lista la vacuna. Esta fecha incierta puede colapsar la economía bogotana, que aporta el 25 por ciento del producto interno bruto (PIB) nacional.
La Claudia serena le está dando paso a una Claudia más confrontacional. Muchos le abonan su carácter, pero otros le piden más responsabilidad.
En la ciudad y los municipios aledaños se encuentran unos 740.000 empresarios, la mayoría pequeños. El presidente de Fenalco, Jaime Alberto Cabal, advirtió que la economía no puede estar encerrada hasta que haya una vacuna.
El presidente de ProBogotá, Juan Carlos Pinzón, le dijo a SEMANA: “Si no se coordina y no se construyen consensos con sociedad civil y empresarios, a la ciudad la cura le va a hacer más daño que la enfermedad. Debemos trabajar en equipo, todos empujando para el mismo lado”.
En los primeros días de la reactivación económica, el Gobierno elogió los esfuerzos de Medellín, Barranquilla y algunas zonas industriales de Cundinamarca, pero no mencionó a Bogotá. Ha llamado la atención que Duque y López solo han hecho una rueda de prensa conjunta durante la pandemia.
El miércoles, el presidente invitó a la alcaldesa a un almuerzo en la Casa de Nariño. Algunos asistentes relataron que hubo tensión y que, con evidente molestia, el presidente le reclamó para trabajar de forma coordinada. En la reunión también le pidieron su ayuda a fin de acelerar la reactivación económica de la ciudad y tener cuidado con mandar mensajes estigmatizantes, como lo han sentido empresarios que quieren empezar a trabajar para salvar sus compañías, pero se sienten rotulados como desinteresados por la salud.
A esa tensión con el presidente se le suma otro roce con la Fiscalía, que le abrió una controvertida investigación a la alcaldesa por mercar con su esposa, Angélica Lozano, pese a las restricciones. La falta cometida es más una infracción que un delito y la respuesta de ella no se hizo esperar. “Las controversias con el presidente no las debe dirimir la Fiscalía”, dijo en redes sociales.
En este rifirrafe tanto la Fiscalía como la alcaldesa han quedado mal.
La mandataria tuvo otro rifirrafe con el procurador Fernando Carrillo, el contralor Carlos Felipe Córdoba y el mismo Barbosa. Los tres tuvieron que salir a responderle, pues ella culpó ante los medios a los organismos de control de frenar los giros económicos a la población vulnerable del programa Bogotá Solidaria. En un hecho inusual, Carrillo, Córdoba y Barbosa firmaron un comunicado conjunto para desmentirla públicamente.
Con la clase política, representada en el Concejo y las juntas administradoras locales, también abrió un frente de controversia desde hace varias semanas. Sin precisar a quién se refería, López dijo que detrás de las manifestaciones en Usme había intereses. “Ahí están manos de politiqueros y ediles que organizan bloqueos para imponer primero a su clientela sobre la gente más necesitada”, señaló. El presidente del Concejo, Carlos Fernando Galán, le pidió revelar los nombres de los políticos involucrados en los disturbios.
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¿A qué obedecen estas tensiones con Claudia López? ¿Su firmeza para proteger la vida la ha enfrentado a muchos poderes que quieren reactivar la economía? ¿Se le ha ido la mano a la alcaldesa en el tono y los mensajes que envía a la opinión? ¿Qué tanto hay de una defensa ética de la vida, qué tanto hay de un estilo de liderazgo y qué tanto hay de un carácter altisonante?
En los primeros días al frente de la ciudad mostró un cambio positivo en su discurso, muy diferente al empleado en sus batallas en el Senado o en la campaña a la alcaldía.
Recibieron aplausos su voz serena, la propuesta de hacer equipo con el Gobierno, los empresarios, el Concejo, y su filosofía de construir sobre lo construido y dejar atrás la polarización. “Prometo escuchar, detenerme y corregir el rumbo las veces que sea necesario”, dijo en su posesión.
Pero el coronavirus llegó cuando ni siquiera había cumplido sus primeros 100 días y le cambió por completo la agenda y el rumbo de su gobierno.
De trabajar en llave con Duque ahora pasó a tener tensiones diarias con él. Tratando de resolver la crisis más dura que haya tenido que enfrentar un alcalde –y siendo Bogotá el epicentro del virus–, ha retomado ese tono confrontacional que la caracterizó antes de ganar con más de un millón de votos, la cifra más alta en la historia de la ciudad.
Los bogotanos también echan de menos al equipo de secretarios, cuya escogencia fue un acierto. Hace solo dos meses ellos fueron bien recibidos por la opinión pública y sectores políticos, pero en esta coyuntura se han caracterizado por tener un bajo perfil. Con contadas excepciones, la ciudad sigue sin conocerlos y la alcaldesa responde prácticamente por todo.
En medio de las tensiones, quienes la respaldan afirman que a ella la critican porque no se ha dejado presionar y mantiene las restricciones con el fin de salvar vidas y evitar el colapso de los hospitales. Argumentan que, de no ser por el simulacro de aislamiento, los contagios y víctimas de la covid-19 serían mucho mayores en Bogotá.
Los opositores, por su parte, sostienen que desde la Alcaldía ella se convirtió en la líder de la oposición a Duque, con una agenda política para abonar su candidatura a la presidencia. También le cuestionan esa actitud de cazar peleas en momentos en que se requiere serenidad, trabajo en equipo y cabeza fría. La realidad está quizás en el medio de sus aduladores y sus críticos.