MEDIOAMBIENTE

¿Puede Colombia salvar la Amazonia?

Tanto el Pacto de Leticia por el Amazonas como la intervención del presidente Duque en la Cumbre de Bosques Tropicales de la ONU pusieron al país ante el mundo como líder de la principal causa planetaria ambiental. ¿Hay con qué?

28 de septiembre de 2019
Ambientalistas ven la actual situación de la mayor selva del planeta como una lucha del mundo contra la apropiación mafiosa del planeta. | Foto: FCDS

No sorprendió que esta semana el presidente Iván Duque pidiera ante la Asamblea General de las Naciones Unidas una “gran coalición mundial para la protección de los bosques lluviosos y de la selva tropical húmeda”. Colombia, al fin y al cabo, tiene autoridad de vieja data tanto para hablar de riqueza ambiental como para alertar sobre la pérdida de ecosistemas de alto valor.

Los activos naturales del país incluyen la mitad de los páramos del mundo, casi 25 millones de hectáreas de parques y cerca de la mitad del territorio ocupado por selva húmeda. Además de tener por lo menos 70 por ciento de su Amazonia bajo algún rango de protección desde hace medio siglo. Claro que también presenta una fuerte merma verde, reflejada en un quinto lugar entre los países que más tumban bosque.

En el contexto, Brasil arde y su presidente Jair Bolsonaro aviva el fuego al afirmar que es un error considerar la selva un pulmón del planeta, y una falacia decir que es patrimonio mundial. Mientras tanto, el planeta busca protegerla a toda costa de una debacle ambiental que puede dejar a más de la mitad del hemisferio sin agua en 20 años.

Este escenario permitió que Duque se la jugara por ocupar el vacío de liderazgo en materia amazónica con dos cartas estratégicas: su protagonismo ambiental de esta semana en Nueva York y el Pacto de Leticia por la Amazonia.

En esa ciudad, a comienzos de este mes, se reunieron los presidentes de Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador, además del canciller de Brasil, el vicepresidente de Surinam y el ministro de Recursos Naturales de Guyana. Allí se comprometieron a luchar contra la deforestación, crear una red contra los desastres naturales, proteger la biodiversidad, recuperar zonas afectadas por los incendios y buscar recursos para la región.

Pero con todo y ese refuerzo, Duque no la tiene fácil. La propuesta de esta semana en Nueva York supone como mínimo pedalear más allá de lo regional para salvar el hervidero de biodiversidad más grande del planeta, con un tamaño algo así como siete veces Colombia y capacidad para capturar entre 90.000 y 140.000 millones de toneladas de CO2. Sin contar el millón de metros cuadrados de ecosistemas de agua dulce que alberga.

El reconocido actor Harrison Ford le agradeció al presidente Duque su gestión por unir fuerzas para proteger la selva.

En el entretanto, algunos ambientalistas consideran que primero debe ordenar la casa: si bien este gobierno logró reducir la deforestación en el último año, necesita cumplir una sentencia de la Corte Suprema que desde abril de 2018 le ordenó al presidente y a varias autoridades proteger la Amazonia colombiana de la deforestación.

Esta selva, que corresponde a 35 por ciento del territorio nacional, entre 2016 y 2018 perdió 478.000 hectáreas boscosas, de las cuales 348.000 eran de bosque primario. Eso tiene serias repercusiones en el corredor entre la cordillera de los Andes, la Amazonia y la Orinoquia, según cálculos de 17 organizaciones indígenas del continente que este mes alertaron sobre el peligro de exterminio que corren las tribus aisladas por cuenta de los incendios.

Además, Duque deberá enfrentar la próxima temporada seca que llega al sur del país cada final de año y que se extiende hasta el siguiente. Los terratenientes aprovechan este tiempo para incendiar la selva y ganar tierra para ganado y acaparar.

El presidente Iván Duque también llevó a la Asamblea de la ONU un balance de su política energética.

Según el Sistema de Información Ambiental del Instituto Sinchi, entre diciembre de 2018 y marzo de 2019 la zona presentó más de 25.000 reportes de fuego, con su pico más alto en febrero, con 16.400. Sería nefasto para Colombia que se repitiera aquí la historia reciente de Brasil.

La propuesta de Duque en la cumbre de presidentes incluye sembrar 180 millones de árboles en el cuatrienio, desarrollar una ganadería sostenible para llegar a 100.000 hectáreas silvopastoriles y poner en marcha la primera política de Economía Circular de América Latina (que tiene como fin reducir, reciclar y reutilizar), así como incorporar a las comunidades ancestrales para que participen de las estrategias del Gobierno recibiendo pagos por servicios ambientales.

Plata y capitales

La preocupación de los presidentes que atendieron el llamado de Colombia ante las Naciones Unidas se materializó en los ofrecimientos de cerca de 200 millones de dólares de Noruega, Alemania y Reino Unido, además de 100 millones de Francia y 20 millones de la organización Conservation International (CI), estos últimos anunciados por el actor Harrison Ford quien, de paso, felicitó a Duque por el Pacto de Leticia.

Sin embargo, para algunos expertos el tema va más allá. “No podemos conservar una parte de la selva y dejar el resto para las vacas, los resguardos y los parques. El problema no es de plata, sino de que en la Amazonia no paran las obras: en ninguna selva tropical hay carreteras, hidroeléctricas, proyectos petroleros. La deforestación viene detrás de cada proyecto”, dijo el exministro de ambiente Manuel Rodríguez.

Ambientalistas ven la actual situación de la mayor selva del planeta como una lucha del mundo contra la apropiación mafiosa del planeta.

Un tema de modelo de desarrollo, enfocado hoy en la agroindustria y en la extracción, que para el experto en Amazonia y director de la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible, Rodrigo Botero, debe quedar claro. “¿Los países van a planificar la Amazonia continental para la conservación, para el desarrollo alternativo o para la agroindustria?”.

El asunto también tiene que ver con la protesta del presidente brasileño Jair Bolsonaro en la ONU, quien acusó a algunos países de colonialismo al poner en entredicho su soberanía. “La soberanía de Bolsonaro no es absoluta. No es la propiedad privada del Medioevo. El mundo tiene derecho a reclamar el buen manejo de los ecosistemas”, dijo, a su vez, Brigitte Baptiste, rectora de la EAN, a quien le preocupa el escenario de grandes ciudades sin agua.

Para la experta, el panorama muestra una lucha de los capitalistas más salvajes por apropiarse de las últimas reservas de tierra fértil a toda costa, utilizando mercados de capital ilegales de los paraísos fiscales. “Es como una lucha del mundo contra la apropiación mafiosa del planeta”.

¿Líderes ambientales?

Ole Reidar Bergum, consejero de Clima y Bosques de la embajada de Noruega en Colombia, uno de los principales cooperantes del país en materia ambiental, piensa que para ser un líder regional en protección de los bosques naturales, Colombia debe demostrar al mundo que no va a permitir quemas masivas y ofrecer apoyo a otros países amazónicos para apagar incendios y combatir deforestación; incluso incentivar cooperación transfronteriza para derrotar a las mafias de la minería, la tala ilegal y el acaparamiento de tierra.

Desde los años sesenta la Amazonia colombiana tiene algún grado de protección por medio de parques, reservas o resguardos.

Para el consejero, una señal muy potente de liderazgo sería apostarle a fortalecer y delimitar los consejos indígenas y otras instancias de gobernanza indígena y afro. Botero cree que la señal está dada. De hecho, porque existe la sintonía con Perú y Ecuador, lo que arma un bloque amazónico que puede llegar con otro tono a exigirle al mundo cambios urgentes.

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En lo regional, “tenemos una agenda amazónica. Estamos presentando con Perú, Ecuador y Brasil un proyecto de adaptación y mitigación del cambio climático basado en cuencas comunes y comunidades que compartimos. Adicionalmente, estos países están recogiendo nuestra experiencia con el Consejo Nacional de Lucha contra la Deforestación para replicar las lecciones aprendidas en materia de política de protección de la naturaleza combinadas con seguridad y defensa. Y con Bolivia aceleramos cooperación con soluciones basadas en la naturaleza, en las que Colombia tiene más de 15 años de experiencia”, dijo, por su parte, el ministro de Ambiente Ricardo Lozano.

Para Lozano, el país ya ejerce el liderazgo a partir de sus resultados en la lucha contra la deforestación, además de su proceso de cambio hacia energías renovables, movilidad eléctrica limpia y eficiencia energética.

Ahora a Colombia solo le queda un asunto de no poca monta: lidiar con un gobierno brasileño empeñado en explotar la selva a cualquier costo.