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Colombia en llamas: esta es la aterradora radiografía de la emergencia por los incendios forestales que pusieron en jaque al país. Nadie se preparó
Mientras el fuego arrasa con miles de hectáreas de bosques y páramos, quedan al descubierto las graves falencias para contener la emergencia y evitar la tragedia ambiental. A pesar de las advertencias, el país no estaba preparado.
El pasado sábado 20 de enero, mientras el país estaba descansando, una mecha se encendió desde Ruitoque, Santander. Germán Acuña, residente de este condominio, publicó un video impactante. En este se veía cómo el fuego prácticamente se estaba comiendo la entrada de su casa, en medio de un verde campo de golf. Nadie anticipaba en ese momento que la tragedia que comenzaba a vivir ese departamento se iba a expandir por todo el país de manera tan rápida.
El viernes Colombia había perdido bajo el fuego 17.443 hectáreas de vegetación, según la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). Eso significa que una ciudad como Armenia, que está por el orden de las 12.000 hectáreas, se calcine bajo las llamas con una gran extensión de sus zonas aledañas.
Tristemente, la gran mayoría de afectaciones ocurre en las zonas más sagradas: los cerros orientales de Bogotá, el parque El Tuparro de Vichada, la cuenca del río Bita, la Sierra Nevada, el páramo de Berlín, el cerro La Corneta en el Cauca. Al cierre del Puesto de Mando Unificado (PMU) que convocó el Gobierno el viernes, el balance era desolador: 326 incendios forestales en lo que va del año, de los cuales 26 se encuentran activos, 8 controlados y 292 liquidados. Estos incendios han afectado a 217 municipios de 28 departamentos.
La emergencia también tocó las puertas del páramo de Santurbán y las imágenes de su paso conmueven al mundo: las llamas acabaron con 400.000 metros cuadrados que estaban repletos de frailejones, la planta esencial para el ciclo del agua. Hoy ese perímetro es un cementerio de matas grises que llora el país.
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Lo que sucedió en Santander fue un mal presagio. La atención de esa emergencia ese primer día fue deficiente. El gobernador Juvenal Díaz elevó una alerta y le pidió al ministro de Defensa, Iván Velásquez, que enviara unos helicópteros para apagar el fuego. Pero “se quemó el cerro completo y el helicóptero nunca apareció”, sostuvo preocupado Acuña, impotente ante la amenaza para su casa. El alcalde de Bucaramanga, Jaime Andrés Beltrán, no ocultó su dolor y su rabia: “Pareciera que el presidente Gustavo Petro le hubiera dado la espalda a Santander”, le dijo a SEMANA.
El martes, cuando las llamas ya consumían los cerros orientales de Bogotá, el alcalde Carlos Fernando Galán le contó a SEMANA: “El helicóptero de Bomberos nacional al parecer dejó de operar esta tarde por un problema de un contrato y no siguió acompañándonos. Y lo necesitamos, como sé que muchas regiones del país lo necesitan”. Además, confirmó que no había tenido comunicación con el presidente Gustavo Petro en medio de la emergencia. Galán ha tenido que lidiar con la falta de previsión de la exalcaldesa Claudia López, quien tenía la obligación de preparar a la ciudad para las altas temperaturas que se avecinaban. El alcalde casi que ha pernoctado en el PMU y ha enfrentado con dedicación y acierto esta emergencia.
Bogotá se ha estremecido con el fuego. RTVC alertó que sus antenas y las de varios canales privados estaban en riesgo de caer ante las llamas. El país casi se queda sin televisión pública y las cadenas radiales más importantes del país estuvieron en riesgo. Las universidades y colegios volvieron a la virtualidad. La calidad del aire empeoró y ante el peligro para la salud se estableció el pico y placa los sábados, así como la eliminación del pico y placa solidario. Y hasta el aeropuerto El Dorado retrasó sus vuelos porque el humo no dejaba ver a los pilotos.
Lo que sucede en el país es una gran ironía. El Gobierno Petro, cuya bandera es el cambio climático, ha mostrado serias falencias en atender la emergencia. A pesar de las advertencias del Ideam de la llegada del fenómeno de El Niño, poco se hizo para atender una situación que era inevitable.
En primer lugar, el Gobierno recortó el presupuesto de inversión de la Dirección de Bomberos, que pasó de 85.460 millones de pesos en 2023 a 62.050 millones en 2024. Un descenso que deja sin mucho sustento a las unidades de socorro para atender incendios de estas magnitudes. En medio de la emergencia, anunciaron el cambio de director, pero al capitán Arbey Trujillo, que lideraba esa misión, ni siquiera le avisaron. En diálogo con SEMANA, narró cómo desde diciembre tenía que contratar un helicóptero, pero nunca le aprobaron la plata (ver entrevista). “Imagino que hay intereses políticos para tomarse Bomberos”, aseguró.
Por otro lado, la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) le habría pedido al Gobierno nacional recursos para el mantenimiento de la unidad contra incendios, pero ese dinero no habría llegado; por eso, el retraso en muchas de estas aeronaves para atender las emergencias en el país.
SEMANA conoció que la FAC posee desde hace varios años el sistema MAFFS, un moderno tanque presurizado que se instala en las aeronaves y les permite arrojar más de 6.000 galones de agua en un solo viaje y descargarlos en medio de un incendio. Es decir, sobre el terreno ahorra tiempo, capacidad de maniobra y combustible. Sin embargo, ese equipo, que no lo tienen todos los países de América Latina, es el que requería recursos económicos para su mantenimiento desde 2022.
Aunque el Gobierno Petro giró recursos a la FAC el martes 23 de enero, el problema persiste, pues el mantenimiento del moderno sistema tardará entre tres y cuatro semanas, es decir, cuando quizás haya pasado la etapa más crítica de los incendios forestales en el país.
La FAC le explicó a SEMANA que hay 11 aeronaves de ala rotatoria con capacidad para operar con el sistema Bambi Bucket y hacerles frente a todos los incendios del país. A esto se le suma un helicóptero Hércules C-130 que este viernes viajó a Perú a traer los equipos de ayuda internacional.
Los problemas de gestión de los recursos se viven también en la UNGRD, la entidad que debe articular esta emergencia. “Mientras los cerros de Bogotá arden, las cifras de ejecución del Gobierno muestran que la bandera ambiental es solo un discurso. En la UNGRD apenas hubo una ejecución presupuestal del 15 por ciento, y más preocupante aún, en el área de prevención esa ejecución era apenas del 1 por ciento. Como si fuera poco, los contratos se van, entre otros, en amigos del hijo del presidente Petro”, le dijo a SEMANA el concejal de Bogotá Daniel Briceño.
El defensor del Pueblo, Carlos Camargo, asegura que faltó trabajo frente a la inminente llegada del fenómeno de El Niño. “Lo que hemos evidenciado en los diferentes escenarios es la falta de preparación para la emergencia y el reconocimiento de responsabilidades frente a la gestión del riesgo”, afirmó. “Nuestro país, siendo uno de los más megadiversos del mundo, vive en este momento uno de los mayores riesgos.
Hoy tenemos pronósticos que nos advierten sobre posibles amenazas, y aun así los esfuerzos son focalizados en otros temas”, agregó en diálogo con SEMANA.
A la fecha, el presidente Petro no ha hecho presencia en ninguno de los PMU, donde mandatarios regionales, bomberos, Fuerza Aérea, fuerza pública y unidades de socorro han batallado en incansables jornadas de trabajo.
Una estela de cenizas
El reporte más inmediato dice que los departamentos más afectados por los incendios forestales son Cundinamarca, con 13 incendios activos; Norte de Santander, con cinco; Magdalena y Boyacá, con dos cada uno; y Bogotá, Huila, Valle del Cauca y Vichada, con uno. Ante esa situación, el presidente Petro y las autoridades locales han declarado la calamidad pública en seis departamentos (Huila, Sucre, Boyacá, La Guajira, Cundinamarca y Santander) y 35 municipios con el fin de facilitar la gestión de recursos y la coordinación de acciones para atender la emergencia.
En Vichada aún esperan la presencia de Petro y la declaratoria de calamidad pública. El gobernador Alexis Benito no cree mucho en los reportes del Gobierno y tiene sus propias cifras de afectaciones: 18.000 hectáreas solo en ese departamento, lo que, de ser cierto, pone a Colombia en un escenario aún más desolador.
“Tenemos dos puntos críticos que se están presentando en Vichada: uno, en el municipio de Cumaribo, exactamente en el parque natural El Tuparro, que durante cuatro días ha estado en llamas; aproximadamente, 8.000 hectáreas se han consumido. No ha cesado el fuego por lo extenso del territorio y aún persisten las llamas. El otro, en el municipio de La Primavera, donde nace el río Bita, que es uno de los pocos protegidos del mundo por su biodiversidad; aquí van 10.000 hectáreas consumidas”.
El gobernador le contó a SEMANA que esas emergencias de grandes magnitudes no han sido atendidas por las autoridades nacionales. El fuego se expande sin ningún tipo de contención. “Hemos pedido la colaboración del Gobierno nacional, hemos enviado correos, pero estamos a la espera de la respuesta para saber cómo mitigar los incendios. Los correos fueron enviados hace dos días”.
Colombia, en alerta roja
Los radares meteorológicos muestran un rojo vivo sobre el mapa de Colombia, una escena casi apocalíptica. El Ministerio de Ambiente indicó que el 61 por ciento del territorio está en alerta máxima por las quemas. Es decir, 681 municipios están bajo la amenaza de la candela, aunque son 977 poblaciones las que están advertidas sobre los estragos que podrían presentarse.
Los expertos anticiparon que el fenómeno de El Niño llegaría con fuerza en el primer semestre de 2024. Sin embargo, la predicción tomó por sorpresa a las autoridades y a los ciudadanos: las llamaradas se expanden con potencia por los campos y el agua no alcanza para frenarle el paso a su acelerado avance destructor.
Las entidades de control han mostrado su preocupación. “El Gobierno nacional diseñó un plan para la atención del fenómeno de El Niño coincidente con buena parte de las recomendaciones que formuló la Procuraduría General de la Nación a través de la Circular 16 del 13 de octubre de 2023; sin embargo, las entidades responsables incumplieron su propio plan, y es frente a ese incumplimiento como al de las advertencias y requerimientos formulados por la Procuraduría que hemos concentrado nuestra vigilancia”, le dijo la procuradora Margarita Cabello a SEMANA.
Hay regiones donde no llueve desde el año pasado y los equipos contra incendios más sofisticados del Estado están varados en las instalaciones de la Fuerza Aeroespacial, dado que la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres no habría patrocinado a tiempo su mantenimiento. La Contraloría ya puso la lupa sobre este posible incidente.
Hoy el desastre ambiental se expande por Colombia y se siente en la calidad del aire deteriorado en Bogotá, en el clamor de autoridades indígenas pidiendo ayuda aérea para calmar el fuego en Páez, Cauca, en el llanto de ambientalistas que recogieron los restos de centenares de frailejones quemados en Santander, en el sufrimiento de miles de animales silvestres calcinados por las llamas, en el deterioro de reservas naturales completas y en los ojos de campesinos santandereanos que perdieron sus casas.
¿Qué viene para el país?
Según el Ideam, el enero de 2024 podría ser el más caliente de los últimos 30 años. Medellín, Santa Marta, Rionegro y San Andrés han superado las temperaturas históricas. Todo esto responde a que el primer semestre es una época seca influenciada por el fenómeno de El Niño.
Este acalorado escenario se mantendrá durante el primer trimestre del año. Las predicciones científicas muestran que en marzo habrá una temporada transicional hacia las lluvias y se espera que en abril la situación se haya superado. No obstante, el termómetro seguirá marcando al alza, pese al arribo de las precipitaciones.
“Independientemente de que llegue la temporada de lluvias, la temperatura en el territorio nacional va a seguir aumentando. Este aumento está relacionado con incendios y eventos extremos”, dijo la directora del Ideam, Ghisliane Echeverry. Paralelamente, el Gobierno anticipó una cascada de recursos para calmar a El Niño.
Mientras las llamas avanzan y lo peor estaría por venir, según los pronósticos, las divisiones políticas se agudizan, los recursos que no llegaron a tiempo ahora son determinantes, se establecen culpabilidades y la comunidad exige un trabajo eficaz para acabar con el desastre ambiental. Actualmente, Colombia es una caldera que se cocina en una cadena de errores y temperaturas preocupantes.