POLÍTICA EXTERIOR
¿Tiene sentido romper relaciones con Cuba?
Cada vez toma más fuerza en el gobierno la idea de llamar a consultas al embajador de Colombia en Cuba, Juan Manuel Corzo. El último presidente en romper relaciones con Cuba fue Julio César Turbay en 1981 y César Gaviria las reestableció en 1993. Análisis de SEMANA.
En el escenario de la visita de Iván Duque y su gobierno a las Naciones Unidas se conoció que el Canciller Carlos Holmes Trujillo considera que si Cuba no extradita a Colombia a los jefes del ELN, podría llamar a consultas al embajador de Colombia en ese país, el exsenador conservador Juan Manuel Corzo. Ese sería el resultado de un conflicto reciente, en el que hay mucha tela que cortar y varias complicaciones. Entre ellas, romper con una tradición diplomática colombiana.
El pasado diez de septiembre, el gobierno insistió a Cuba para que entregue a la Interpol a los jefes de la guerrilla del ELN, quienes tienen orden de captura a través de circular roja. Sin embargo, el enredo reside en que a comienzos de este año, después del atentado a la Escuela General Santander, el gobierno respondió al acto terrorista rompiendo la mesa de diálogo con el ELN. Cuba y Noruega eran garantes de esa mesa, en cuyos protocolos se establecía que en caso de romper los diálogos, los jefes guerrilleros volverían a un destino desconocido en Colombia en condición de clandestinidad y sería responsabilidad del Estado capturarlos.
Ver: Colombia denunciará a Cuba ante la ONU si no entrega a cabecillas del ELN
Cuba y Noruega reiteraron que sus dos estados debían respetar los protocolos, mientras que el gobierno Duque insistió en desconocerlos argumentando que estos no eran de Estado sino del gobierno pasado. En conclusión, Cuba, con el argumento de los protocolos se quedó encartada con Pablo Beltrán y los otros jefes del ELN viviendo en la isla.
El 25 de enero el Gobierno de Cuba, a cargo del presidente Miguel Díaz Canel, envió una nota diplomática al de Colombia insistiéndole en las condiciones para aplicar los protocolos y entregar a los guerrilleros. Pero Duque de nuevo, y ante los medios, se negó.
Después de que se supiera que Iván Márquez, Jesús Santrich y otros exguerrilleros de las Farc estaban en Venezuela y que al parecer estos tienen conversaciones con algunos sectores del ELN, el gobierno colombiano, sintonizado con el discurso Trump, se ha puesto en una actitud defensiva insinuando que el país caribeño es cómplice del terrorismo.
- ¿Fin de la diplomacia?
Después de que las relaciones con Cuba fueron rotas durante el gobierno de Julio Cesar Turbay en 1981, un intenso trabajo diplomático durante el gobierno de César Gaviria permitió reanudarlas en 1993.
Después de 26 años, una situación de tensión se vive de nuevo en las relaciones de ambos países. Esta obedece, paradójicamente, a que Cuba se prestó como mediador y país garante de los procesos de paz en Colombia. En la fase exploratoria de los diálogos de paz entre la administración de Juan Manuel Santos y las Farc, la mediación de los gobiernos de Cuba y Venezuela fue determinante para lograr que los alzados en armas se sentaran a la mesa. En ese entonces existía una natural desconfianza entre Santos y quienes comandaban la guerrilla, pues este último los había combatido con contundencia en su paso por el Ministerio de Defensa.
Esa tensión hacía necesaria la presencia de gobiernos que fueran más cercanos ideológicamente a las tesis políticas de la guerrilla para dar un parte de tranquilidad a los dos equipos negociadores. Los gobiernos de Cuba y Venezuela, además de cumplir ese papel y servir de mediadores en los momentos de tensión, también ofrecieron sus territorios para albergar a las delegaciones de las dos partes. Santos había sido claro en afirmar que, luego del fracaso del Cagúan, el despeje de una parte del territorio colombiano para adelantar los diálogos no era una opción. Finalmente, las partes acordaron que Cuba fuera la sede del proceso de paz y la opinión pública fue informada de la existencia e instalación de la mesa de conversaciones.
Ya cuando el proceso con las Farc iba bastante avanzado, el gobierno de Colombia anunció que en paralelo con lo que estaba ocurriendo en La Habana, se daba inicio a una mesa de negociación con el ELN, para empezar a caminar hacia lo que el entonces presidente llamaba “la paz completa”. En medio de muchas dudas, reservas y escepticismo en distintos sectores de la opinión, el gobierno de Santos nombró a un nuevo equipo negociador, e hizo las gestiones necesarias para que los diálogos con el ELN se desarrollaran en territorio ecuatoriano. Aún los más optimistas siempre tuvieron dudas frente a las posibilidades de llegar a buen término en la negociación con el ELN. Distinto a lo que estaba ocurriendo con las Farc, en donde se evidenciaba un desescalamiento gradual del conflicto, las cosas en la mesa de Quito no eran muy prometedoras.
El ELN seguía adelantando acciones criminales y eso hacía muy difícil el avance y la confianza en el proceso. Como si la paz con esta guerrilla no tuviese suficientes complicaciones, a principios de 2018 el frente Óliver Sinisterra, comandado por alias Guacho, declarado disidente de las Farc, asesinó en la frontera a tres periodistas ecuatorianos. La situación colmó la paciencia de Lenin Moreno, presidente de Ecuador, quien anunció su retiro como país garante de las conversaciones con el ELN y ordenó que la mesa fuera reinstalada por fuera de su territorio. Esto puso al gobierno colombiano en una situación complicada pues tenía un proceso de paz enredado y sin muchas posibilidades de éxito y ya no había un país dispuesto a ser la sede de las negociaciones.
Fue entonces cuando los cubanos volvieron a entrar en el panorama. Como las negociaciones con las Farc, con las complicaciones conocidas, habían avanzado de manera satisfactoria en La Habana, Santos le pidió a Cuba que permitiera el traslado de la mesa con el ELN a su territorio. El gobierno de la isla accedió y así terminó Cuba siendo la sede oficial de los dos procesos de paz que entonces adelantaba Colombia.
Terminado el gobierno de Santos, los avances con el ELN eran muy modestos y no había mucho que mostrar pero los diálogos seguían vigentes. Al llegar al poder, Iván Duque, nuevo presidente de Colombia, anunció que no se pararía de la mesa de manera arbitraria y que se tomaría un tiempo para tomar una decisión definitiva y determinar si seguiría insistiendo en buscar la paz con esa guerrilla. Durante ese periodo de evaluación que fue decretado por el presidente Duque, el ELN decidió perpetrar un acto terrorista en la sede de la Escuela de Policía General Santander y acabó con la vida de 22 jóvenes que apenas iniciaban su carrera al servicio de la patria.
Denunciar a Cuba por "albergar terroristas" puede ser una estrategia de doble filo. Si bien envía un mensaje de contundencia ante quienes quieran entrar en la guerra, entorpece la posibilidad de una eventual mediación diplomática que casi solo ese país podría liderar con Venezuela. El otro país que podría hacerlo, México, ha mostrado neutralidad política frente a Maduro, bajo el liderazgo del presidente Andrés López Obrador. Este ha insistido en que es fundamental guardar la tradición de neutralidad política frente a la política exterior.
Considerar al ruptura de las relaciones de nuevo, tal y como sucedió mientras tuvo lugar el Estatuto de Seguridad Nacional, no tendría implicaciones comerciales importantes para Colombia por cuenta de la misma situación cubana. Son embargo, sí tendría implicaciones relacionadas con la tradición diplomática reciente de nuestro país. Pero sobre todo, con la expectativa de incidir por vías no militares, y a través de estrategias diplomáticas, en la recuperación de la democracia en Venezuela. La presencia de Iván Márquez y su banda en el vecino país deja en evidencia que el palo no está para cucharas y que se necesita una política exterior estratégica. En Colombia, desde hace mucho, la política exterior no se usa para ganar legitimidad interna.
Ver: Cuba aseguró que respeta los protocolos de la negociación con el ELN
Esta papa caliente para los cubanos y para las relaciones con Colombia, podría solucionarse si las Naciones Unidas determinan qué deben hacer los países garantes de las negociaciones con el ELN frente a los protocolos que estas tuvieron. Cuba ha insistido en que la ONU dé su concepto frente al tema, sin que hasta ahora se haya manifestado.
Los canales de comunicación diplomáticos entre Cuba y Colombia no se han cerrado por cuenta de este episodio y sería conveniente aprovecharlos. Muchos piensan que el tema debe mantenerse alejado de los micrófonos y que buscar un acuerdo sería la mejor salida. Si bien son otros tiempos, valdría la pena no mandar al traste una tradición civilista e importante en la democracia colombiana.