COMUNICACIÓN
Las cuñas de las Farc
Las redes sociales están comenzando a ser saturadas por propaganda política de las Farc. Los comerciales son demagógicos como era de esperarse, pero también bastante buenos.
Si sobre algo hay un consenso en Colombia es que la comunicación del gobierno de Juan Manuel Santos no es buena. La culpa no es necesariamente del presidente ni de sus asesores en comunicación. En gran parte obedece a la implacable y permanente oposición de Álvaro Uribe. Pero justa o injustamente, el hecho es que el proceso de paz, que no es perfecto pero es bastante bueno, no despierta entusiasmo en los colombianos.
Ahora entra en escena la comunicación de la otra parte de la Mesa en La Habana: la de las Farc. Contrario a lo esperado, esta recién desmovilizada guerrilla está resultando conocedora del marketing político. A continuación SEMANA presenta algunas cuñas que están circulando en las redes sociales y que probablemente en poco tiempo estarán en televisión.
El pueblo paga todo
Hace una semana, al canal de YouTube de las Farc, que suma menos de 2.500 suscriptores, se le dispararon las vistas gracias a un divertido comercial contra la corrupción. En un restaurante, una pareja va a pagar la cuenta de su cena. Sorprendido, el cliente le dice al mesero “¡uy amigo! ¿Todo esto tan caro? Tiene que haber un error. Aquí dice ‘caso Odebrecht’... eso no es nuestro”. El mesero, risueño, le contesta que eso es de la mesa de los del lado –donde brindan hombres con corbata y obreros con cascos de construcción–, pero que “por política interna” lo tiene que pagar la pareja. Sucede lo mismo con Agro Ingreso Seguro y otra cuenta de salud. Remata una voz en off: “No es justo que sigamos pagando la cuenta de la corrupción en nuestro país. Esto debe cambiar”. Solo esta cuña va por las 33.000 vistas.
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Sin hospital al cual llegar
Le sigue otra con casi 12.000 vistas, en el que en una ambulancia los paramédicos tratan de salvar un paciente con signos vitales débiles. Uno de los socorristas habla angustiado por radioteléfono: “Ya lo llevamos a cuatro hospitales y no lo quisieron recibir”. Cuando van por el quinto hospital, la voz en off critica las deficiencias del sistema de salud, que les quita la vida anualmente “a muchos colombianos”. Y promete que con el acuerdo de paz, las Farc cambiaron su lucha por las palabras, por lo cual trabajarán por transformar el modelo de atención de salud pública. “La salud es un derecho de todos, incluso de los más pobres”, concluye la propaganda.
Don Mario sin tierrita
Aunque estos son los comerciales políticos más recientes, la estrategia de comunicación comenzó hace varios meses. Desde noviembre diversas cuñas expresan la posición de las Farc frente a problemas cotidianos. Una cuenta la historia de don Mario, un campesino que “se levanta a las 4:30 de la mañana para cuidar la tierra y los animales de otra persona” pues “por falta de una política agraria justa, perdió la parcela que había heredado de su familia”. La voz en off afirma que la vida de don Mario no ha sido justa, pero sigue luchando por sacar adelante a su familia, pues no ha perdido la esperanza y cree en la paz, pero con justicia social.
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Tributaria sin sentido
En tres pantallas paralelas tres trabajadores muestran en sus manos su producto: granos de café, un tamal con arepa o piedras preciosas. La propaganda sostiene que es justo que una parte de ese trabajo se transforme en obras, educación y salud pública, siempre y cuando los más ricos –representados por un encorbatado que toma whisky en un sofá de cuero– también den una parte de sus ganancias. “Es eso lo que una ley tributaria justa debería hacer”, dice el comercial, pero pone en duda que ese sí sea el objetivo de la reforma tributaria lanzada por el gobierno, pues el IVA no afecta tanto a los que más ganan. Un obrero, una profesora y una doctora sacan carteles blancos que preguntan “¿esto tiene sentido?”, mientras niegan con la cabeza. Las Farc responden: “Para nosotros tampoco”.
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Trabajador desprotegido
Un hombre llega a su casa, saluda a su esposa y grita entusiasmado que le dieron el trabajo. Ella, feliz, le ofrece un café y pide más detalles. El marido cuenta que a los empleadores les pareció muy buena su experiencia, pero que le van a pagar menos del mínimo, que debe trabajar más horas de la jornada laboral, sin descansos y sin pago extra, sin prestaciones de salud ni pensión y que tampoco firmó contrato, por lo que pueden despedirlo cuando quieran. “No es lo que esperaba, pero ni modo”, concluye, resignado. Decepcionada, la mujer dice “se aprovechan de la necesidad”, luego recibe a sus tres hijos y les pone platos para la comida. Al final de la propaganda, las Farc proponen un acuerdo político nacional que impulse condiciones laborales justas.
La calidad de las cuñas es bastante buena y no es hecha en el monte. Tiene elementos creativos, buena cámara y buena edición. En su estrategia de comunicación y marketing político, las Farc crearon la agencia Nueva Colombia Noticias, compuesta por personal guerrillero que puede llegar a la decena de productores en todo el país.
Aunque las cuñas impactan y llegan al corazón de la gente tienen un elemento simplista: reflejan más las frustraciones de los colombianos que posibles soluciones realistas. Decir que hay que acabar con la corrupción es fácil; que toda la población debería tener salud gratis, también; y que todos los colombianos deberían tener bachillerato y universidad sin pagar un solo peso, ni se diga. Pero resulta que la única forma para darles una respuesta positiva a todas esas frustraciones ha sido la implantación del socialismo que, como se ha visto en Venezuela, tiene otras consecuencias: gases lacrimógenos, muertos, almacenes sin comida, farmacias sin medicamentos y manifestaciones diarias de cientos de miles de personas. Una cosa es expresar los resentimientos de un pueblo y otra cosa es poder solucionarlos sin llegar a una revolución fallida. Las Farc están solo en la primera etapa, falta ver si pueden llegar a la segunda.