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¿Cómo brindar garantías sanitarias a la mujeres de Colombia?

Acabar la pobreza menstrual es una tarea pendiente en Colombia. Garantizar una mayor pedagogía, conversaciones abiertas en familias y colegios, además de un sistema más inclusivo, mejorará las condiciones sanitarias para las mujeres del país.

5 de febrero de 2022
| Foto: getty images

La salud menstrual a lo largo de los años ha sido un tema rodeado de tabúes, mitos y mucha desinformación. A esto se suma que la población menstruante, especialmente ubicada en las zonas más vulnerables y rurales de Colombia, no cuenta con recursos económicos suficientes ni estructuras sanitarias adecuadas para su higiene menstrual.

Durante un encuentro digital –organizado por Foros Semana, Comfama, Nosotras y Heel– los especialistas coincidieron en que la pobreza menstrual es producto no solo del nivel socioeconómico, sino de barreras en el acceso a la educación y a la salud. Además, está asociada con la carencia de servicios básicos, entre ellos el agua potable y el acceso a baños dignos.

Andrea Tague, oficial de Género de Unicef Colombia, explicó que para combatir esta problemática no solo es necesario trabajar en un tema educativo o de infraestructura. Las intervenciones deben ser integrales, es decir, tener en cuenta y buscar modificar factores sociales y culturales que han catalogado a la menstruación como un tema prohibicionista.

Por su parte, Andrés Gómez, presidente del Grupo Familia, señaló que no hablar abiertamente de este tema afecta a las mujeres desde la infancia y les resta oportunidades de desarrollo e igualdad. Adicionalmente, alimenta el aislamiento y el bullying en las instituciones educativas del país. “La higiene menstrual es un tema público, no tiene género. Debemos contribuir a derribar las barreras alrededor de esta conversación para hablar abiertamente entre hombres y mujeres”, aseguró. Bajo esta premisa, desde hace 30 años, Grupo Familia ha visitado los colegios con el objetivo de brindar herramientas pedagógicas que les permitan a niñas y adolescentes vivir su pubertad de manera natural, informadas y sin prejuicios.

Martha Marrugo, médica ginecóloga y obstetra, señaló la importancia de llevar a cabo espacios en los cuales las niñas y adolescentes puedan estar informadas sobre las consecuencias de no tener una salud menstrual adecuada, los cambios a los que se enfrentan cuando inician su ciclo, y la manera como se deben tratar los cólicos menstruales.Si bien Colombia cuenta con unas políticas que establecen la educación integral para la sexualidad como una materia que debe ser impartida desde los colegios, Marta Elena Royo, directora ejecutiva de Profamilia, advirtió que aún hay un largo camino para lograr que esto se cumpla con el suficiente impacto para la población.

Subsidios y proyectos de ley

Juana Botero, responsable del Staff de dirección de Comfama, explicó que en la caja de compensación trabajan no solo desde el concepto inicial de la pobreza menstrual, sino de la feminización de la pobreza y cómo esta afecta en mayor medida a las mujeres, quienes representan la mitad de la población mundial. En este sentido, expuso que el gasto aproximado de una mujer para productos higiénicos es de 180.000 pesos al año, un recurso con el que no cuentan muchas familias en Colombia. Por eso, a finales del año pasado lanzaron el programa Menstruación Consciente, que incluye el primer subsidio menstrual del país. “Este beneficio lo reciben todas las personas afiliadas o dependientes menstruantes afiliadas a la caja y les permite acceder a la copa menstrual, toallas reusables o calzones absorbentes”, puntualizó.

En cuanto a la legislación, la representante a la Cámara Adriana Magali Matiz precisó que actualmente están en trámite cinco proyectos de ley que buscan brindar garantías sanitarias a las mujeres del país. Por ejemplo, el proyecto ‘Por una menstruación digna’ –que ya pasó a tercer debate en la Cámara de Representantes–, y que busca mejorar las condiciones de las reclusas al garantizarles el suministro permanente de toallas higiénicas, pues hoy reciben solo diez unidades cada tres meses. Durante el encuentro se resaltó la importancia de fomentar conversaciones con un enfoque de género y de derechos en el interior del núcleo familiar. También se enfatizó en la necesidad de generar espacios laborales más inclusivos en los cuales haya todas las garantías sanitarias y físicas para la población menstruante, y de esta manera evitar que la menstruación se convierta en un limitante para las actividades diarias.

Finalmente, los asistentes a este foro hicieron un llamado para que se consolide un trabajo desde diferentes sectores, que permita que a las zonas rurales y más apartadas llegue la suficiente información para que sus habitantes puedan tener una higiene menstrual adecuada. Asimismo, urge redoblar los esfuerzos para que en todos los colegios del territorio nacional exista una pedagogía clara y oportuna frente a este tema.