ENTREVISTA
Con Petro, Colombia no será como Venezuela: el afamado historiador James Robinson explica por qué
El autor del best seller Por qué fracasan las naciones habló con SEMANA días antes de las elecciones. Así explicó lo que significaría un gobierno de Gustavo Petro.
SEMANA: Usted escribió hace ya bastantes años Por qué fracasan las naciones, en el cual mencionaba muchísimo a Colombia. ¿Ha seguido el país desde entonces? ¿Siente que ha cambiado?
James Robinson: Sí. Podría decir que Colombia, en muchos sentidos, se mantiene como extractiva (en sus instituciones) y se ha vuelto también más democrática. Las maquinarias políticas tradicionales han decaído y hay más fluidez política. Y eso, de alguna manera, se combina y crea grandes oportunidades de iniciativas y emprendimientos políticos, tal como lo vemos hoy. Hay muchos sentimientos, en la sociedad, de gente que piensa que no tiene nada que perder. De repente, todos ellos tienen una mayor voz política ahora de la que tenían antes en la historia colombiana y esa es una situación muy difícil de manejar.
SEMANA: ¿A qué se refiere con qué no tienen nada que perder?
J.R.: Muchas personas hablan de estas opciones políticas tan distintas hacia la Presidencia. Las pueden ver como una suerte de extremos. De un lado, está un candidato que dice que quiere cerrar el Congreso, en el otro un candidato que propone reformar la banca central y este tipo de políticas radicales. Y hay muchas personas en el establecimiento colombiano que se han horrorizado frente a estas opciones. Por otro lado, muchas otras personas que viven por debajo de la línea de pobreza piensan “¿qué tienes para perder?”. Están desesperados por el cambio y quieren hacerlo. Y no ven que haya algo peor.
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SEMANA: ¿Y qué cambio ve usted que se puede dar en este momento?
J.R.: En mi perspectiva, esto viene desde hace unos 20 años a través del colapso del sistema político. No es algo que sorprenda. El presidente Uribe, de alguna manera, aniquiló el sistema político con nuevos partidos, que no estaban institucionalizados. Las tradicionales redes liberales y conservadoras colapsaron y dieron lugar a una mayor fluidez. Y eso se ha combinado con una clase política que sencillamente no entiende al país. Como el presidente Santos, por ejemplo. En el Palacio de Nariño, en un lado, Sergio Jaramillo estuvo negociando la paz con la guerrilla, y en el otro, el presidente Santos estaba entregando la “mermelada” a las maquinarias políticas. No tenía la concepción de que el país tuviera que cambiar, que las cosas tenían que hacerse de una manera diferente.
SEMANA: Colombia fue en su momento uno de los pocos países de América Latina que no giró a la izquierda. ¿Qué significaría hoy el triunfo de Petro?
J.R.: No estoy seguro. No conozco esa respuesta. El señor Petro fue muy exitoso en el Congreso. Luchó en contra de la parapolítica y los paramilitares, y fue una voz importante para la democracia en ese periodo. Pero estoy seguro de que no sabemos ciertamente qué es lo que va a pasar. Tal vez tiene propuestas que no son una muy buena idea, como minar la autonomía del banco central. Pero, por otra parte, él quiere cambiar las cosas y tratar de movilizar a Colombia en una dirección más inclusiva. Uno puede observar alguna política en especial y puede pensar que esa política es buena o mala o lo que sea, pero pienso que en general sus esfuerzos son bien intencionados. Colombia tiene que cambiar y creo que ese es un cambio. Es decir, puedes no estar de acuerdo con él o sí estarlo, pero mi punto de vista es que hay muchos problemas con los detalles, sin embargo, algo tiene que pasar; eso es lo que él ofrece. En realidad, no entiendo suficiente lo que él procura establecer. No es mi labor hacer predicciones, pero logro entender el porqué la gente está votando por él.
SEMANA: Usted es un “colombianólogo”, ¿cree que con Petro sí habría un giro radical a la izquierda como lo hizo Bolivia con Evo, Brasil con Lula o Chile con Boric?
J.R.: Leo las noticias de los últimos meses y encuentro que, si hay un eventual Gobierno de izquierda en Colombia, sería un Gobierno con características colombianas. Petro ha estado haciendo acuerdos con todo tipo de personas, desde Roy Barreras hasta Benedetti. Su hermano se reunió con Iván Moreno, tiene el tema del clan Montes. Es muy tradicional de los colombianos lo que está pasando aquí. Así que pienso que sería un Gobierno muy diferente a lo que ha sido el del PT en Brasil, o el presidente Boric en Chile. Más bien diría que este Gobierno tendría muchas características colombianas, y eso lo haría mucho menos radical de lo que la gente teme.
SEMANA: En cambio, en Colombia, muchos creen que el país se volvería como Venezuela, ¿es una exageración?
J.R.: Pienso que es una reacción exagerada y masiva. El señor Petro no tendría de su lado a los militares. Chávez controlaba las Fuerzas Armadas. Eso fue lo que pasó. Y eso no va a pasar en Colombia. No me preocuparía por eso. Estoy seguro de que ni siquiera es tan popular en las Fuerzas Armadas, porque fue parte de un movimiento guerrillero.
SEMANA: ¿Cómo ve usted la aspiración de Rodolfo Hernández a la presidencia?
J.R.: Realmente conozco muy poco acerca del señor Hernández, para ser honesto con ustedes. Es muy difícil para mí, saber qué es lo que va a hacer y las consecuencias que ocasionaría.
SEMANA: Aquí han comparado a Hernández con Trump. Aun conociéndolo poco, ¿no le parece exagerado?
J.R.: Bueno, no conozco mucho acerca del señor Hernández honestamente. Pero puedo decir que Donald Trump es el peor presidente que ha tenido Estados Unidos en la historia, y amenazó seriamente con dominar las instituciones y la democracia de este país.
SEMANA: ¿Cómo cambiaría la relación de Colombia con Estados Unidos después de estas elecciones?
J.R.: Pienso que sé la respuesta a eso. Respecto a los Estados Unidos, ellos han tratado de abrir la diplomacia con Venezuela nuevamente. Estados Unidos tratará de ajustarse a la situación. He visto personas escépticas acerca del señor Petro, así como también personas escépticas a la izquierda de Latinoamérica. No pienso que las relaciones cambien dramáticamente, todas las personas necesitan a los demás. Colombia necesita exportar cosas a los Estados Unidos, ellos necesitan reinvertir, necesitan experiencia; así que pienso que las cosas marcharán.
SEMANA: La palabra de hoy es ‘cambio’. ¿Está preparada la institucionalidad colombiana para recibir un cambio drástico?
J.R.: La respuesta a eso es no. Mire lo que pasó con el proceso de paz, que básicamente no ha sido implementado. Así que hay un enorme problema con la institucionalidad del Estado. Cualquier candidato que quiera cambiar las cosas tiene que pensar muy fuertemente qué es posible cambiar en un tiempo razonable.
SEMANA: Su nombre se asocia con malas noticias para el país. Digamos que no es propiamente un honor estar en Por qué fracasan las naciones. ¿Qué le gusta de Colombia?
J.R.: Creo que Colombia es un lugar increíble, hay tanta creatividad, tanto talento. Por eso es que me frustra tanto lo que vive el país, por el potencial de los colombianos y todas las cosas maravillosas que hay en ellos… y están atrapadas en estas estructuras históricas de desigualdad y jerarquía, lo que llamamos extractividad en las instituciones. Sueño con una Colombia en la que todo ese talento pueda ser explotado. Colombia sería el país más sexi en el mundo, ¿por qué no? ¿Pueden imaginarlo? Yo sí puedo.
SEMANA: Si a usted mañana lo llama el nuevo presidente y le pide un consejo, ¿qué le diría?
J.R.: Le diría que no haga de todo, sino que sea estratégico. En su autobiografía, el expresidente Uribe sabía de una manera tan clara lo que quería y era tan estratégico que cuando se posesionó como presidente, en lugar de beber champaña y comer caviar, se subió a un avión y voló a Villavicencio, y empezó a abrir las vías, ¿lo recuerdan? Yo lo recuerdo. Todos lo recordamos. Él puso al Ejército en las vías con su pulgar arriba, todo el mundo supo “¡oh, algo está pasando, algo está cambiando!”. Y cuando lees su libro ves que él entendió que tomaría años derrotar a la guerrilla, pero tenía que comunicar a los colombianos muy rápidamente, en este caso a través del Ejército, que las cosas tenían que darse de una manera diferente. Lo mismo que Antanas Mockus cuando fue alcalde en Bogotá. Él también entendió el simbolismo de la política y cómo hacer que la gente viera que las cosas cambiarían, cambiarían para mejorar. Considero que ambos fueron genios en este aspecto.