Política
“Como un tsunami, Santos arrolló la ética, la moral, la justicia, la vida y la lucha de tantos años de los colombianos”
En su libro, ‘Los pecados de la paz’, el general Jorge Enrique Mora, negociador del gobierno, hace la más cruda crítica al exmandatario. Dice que traicionó a los colombianos por congraciarse con las Farc
El expresidente Juan Manuel Santos lleva la peor parte en el libro Los pecados de la paz, del general (r) Jorge Enrique Mora Rangel.
Mora, uno de los negociadores de Santos en La Habana, acusó al expresidente de haber traicionado el interés de los colombianos por congraciarse con las Farc, para lograr la firma del acuerdo final.
“La prioridad (de Santos) era satisfacer a las Farc en detrimento de los intereses de los colombianos”, asegura en su libro.
Pero no solo cuestiona la transparencia del exmandatario, sino que cree que no se logró la paz. Lo acusa de haberlo utilizado en nombre del estamento militar para legitimar el proceso, le dice que es un mentiroso y le reprocha que haya hecho prevalecer su ego para sacar dividendos políticos personales por encima de los intereses de la patria.
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No se trata de cualquier crítico ni de reparos infundados.
Lo hace un general de la República, uno de sus hombres de confianza que, desde que estaba en el proceso, se fue dando cuenta de que la negociación con las Farc era más una entrega del Estado y de la sociedad a los intereses del grupo insurgente, que una verdadera búsqueda de la paz.
“Las instrucciones del presidente (Santos) a De La Calle y a Sergio Jaramillo (líderes de la negociación) me planteaban la duda de que pareciera que la prioridad era satisfacer a las Farc en detrimento de los intereses de los colombianos. Ese fue uno de los planteamientos que en repetidas ocasiones presenté en el seno del equipo del gobierno”, escribe Mora en sus memorias.
Con un dejo de evidente frustración por lo ocurrido, párrafo tras párrafo y a lo largo de las 462 páginas del texto, este general del Ejército, que había combatido a la guerrilla por años en el monte, parece no tener límites en su indignación con el exmandatario.
“La política de Santos era lograr la firma de los acuerdos a como diera lugar, y como un tsunami arrolló la ética, la moral, la justicia, la vida y la lucha de tantos años de los colombianos de bien. La paz del presidente Santos terminó en un sofisma de distracción para justificar el terrorismo y el narcotráfico de las Farc”, razona el general.
Confiesa el militar, con fama de “guerrero”, que desde el primer día que Santos le pidió que formara parte del equipo negociador, desconfió. De hecho esa misma noche consignó en su diario sus temores, que como advierte ahora, fueron premonitorios.
“Para agrado de las Farc y afectación profunda de nuestras instituciones, todo esto aparece fundamentado en la interpretación de la verdad y en el complejo concepto de responsabilidad. Extradición, delitos conexos, participación en las decisiones e instituciones del Estado y garantía de no cárcel por los graves crímenes contra los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, fueron un regalo suficientemente atractivo para mantener a las Farc en el proceso”, reza el texto en otro de sus apartes.
El documento, que salió este fin de semana de la imprenta a las librerías, es el resultado de un trabajo disciplinado del autor, que desde el primer día en el proceso se dio a la tarea de apuntar todo lo que percibía sobre las negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla.
Para Mora, todo lo acordado en La Habana, es un fracaso. Un fracaso para el país, para la democracia.
“Considero mi responsabilidad develar los pormenores de esta manipulación, desconocida por la mayoría de los colombianos y gran parte de la comunidad internacional, causante de la debacle que hoy estamos padeciendo. En lugar de la desmovilización definitiva de las tradicionales Farc, hoy resurgen tres Farc: las que nunca se desmovilizaron, las que se desmovilizaron reorganizaron para luego reincidir, y las que conformaron un partido político favorecidas por la interesada generosidad de un gobierno obsecuente”.
El escrito recobra mucha importancia en estos momentos por la coyuntura. Esta semana se conmemoraron cinco años de la firma del acuerdo.
Todavía el país sigue polarizado sobre lo ocurrido, como lo confirma el mismo libro del general Mora.
Se sorprende el alto oficial de que un proceso convocado para “facilitar la desmovilización y entrega de las armas de la Farc, garantizar su incorporación al sistema democrático y permitir que participaran en política con la debida seguridad” se hubiera convertido por disposición de Santos en un escenario a donde se llevaron “todos los problemas del país y hacer a las Farc partícipes de su solución”.
La opinión que Mora tiene hoy del ex presidente Santos, consignada hoja por hoja en su libro, es de reproche, condena y desconfianza.
Inclusive se sale del escenario de las negociaciones de La Habana, que era el objetivo de su texto, para acusarlo de mentiroso, desde cuando era ministro de Defensa del entonces presidente Álvaro Uribe.
“En su paso por el Ministerio de Defensa -dice Mora de Santos- él se atribuyó éxitos que no eran suyos, porque el líder es quien toma las decisiones, y en el caso de la guerra es el presidente quien lleva el peso de la responsabilidad. Fue el presidente Uribe -agregó- quien tomó las decisiones difíciles y los soldados y policías los guerreros que lucharon. Cuando el presidente Santos se refiere a su presencia en la política y en el conflicto colombiano, se autocalifica como “halcón y paloma” para acomodar y desdibujar decisiones y acciones de la historia reciente. Se olvidó de sus superiores y de sus subalternos”.
Para Mora, todo lo actuado por Santos en el proceso de paz con las Farc fue “un cúmulo de ambiciones personales”· Dice que a esa conclusión llegó después de una “larga, muy larga reflexión”.
Y concluye, luego de decir que la paz de Santos es una “ilusión”, que “mientras el presidente disfruta de su Premio Nobel y viaja por el mundo vendiendo su versión sobre el presunto éxito de su proceso, los colombianos vivimos las consecuencias”.
El autor también llega a la autocrítica y responde lo que muchos le han cuestionado: ¿Por qué se quedó hasta el final y por qué firmó ese acuerdo de paz que su conciencia no aceptaba?
Y responde: “Mi permanencia y firma del acuerdo hasta el final se debió al argumento aceptable o no, de que a quien más beneficiaba mi renuncia era a las Farc, que verían el camino despejado –sin la piedra en el zapato– y a quien más perjudicaba era al país, porque causaría un irreparable daño al proceso de paz. Mi salida en ese momento ya no era una opción, al contrario, una obligación moral: permanecer sin claudicar”.