Los ladrones abordaron el bus en el municipio de Briceño.

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Con golpes y apuntándoles con pistola: así atracaron a 30 pasajeros en un bus intermunicipal entre Bogotá y Tunja

Una de las víctimas contó los momentos de pánico que vivió. Piden mayor atención de las autoridades y regulación a las transportadoras.

21 de agosto de 2022

El pasado jueves 18 de agosto, Laura Sánchez* había salido de la graduación de su hijo mayor en Bogotá. Hasta ahí todo había sido felicidad por el logro alcanzado, por lo que su único deseo era llegar a su vivienda en Tunja a descansar.

Junto con su esposo abordaron un bus intermunicipal a las 7:30 de la noche en el terminal del norte, como comúnmente lo hacen. Sin embargo, ese día les dejó un recuerdo que todavía hoy les causa temor, y que a pesar de que no tienen heridas de gravedad, los dejó marcados y con una preocupación enorme por la situación de inseguridad.

Según le contó Sánchez a SEMANA, a la altura del municipio de Briceño, por la sabana de Bogotá, el vehículo paró a recoger a tres pasajeros. En ese punto de parada el vehículo estuvo estacionado unos cinco minutos, según su relato.

Recuerdan que se subieron tres hombres, quienes se sentaron en puestos distintos, uno de ellos se hizo atrás de donde ella y su esposo estaban ubicados, en las filas del fondo del vehículo.

Cuando pasaban por el puente para llegar a Tocancipá, en el sector que se conoce como la planta de Leona, los tres hombres se pararon de sus asientos y comenzaron a gritar e intimidar a todos los pasajeros del bus, que eran alrededor de 30.

Uno de ellos abordó al conductor del bus para que no detuviera la marcha, mientras le apuntaba con una pistola y lo amenazaba de muerte si no hacía lo que le decía. Los demás también iban armados. El que amedrentó al conductor le pidió que prendiera la luz, que se mantuviera en el carril sin orillarse y que bajara la velocidad.

Los otros dos hombres, apurados, fueron puesto por puesto recogiendo las pertenencias, especialmente pidiendo las billeteras. “Unos chicos adelante intentaron esconder las cosas. Les pegaron en las cabezas con las armas, les rompieron la cabeza, sangraban, los maltrataron”, cuenta Laura.

Dice que una vez recogieron todo volvieron a pasar mirando si las personas llevaban objetos de valor como joyas, relojes, entre otros. En eso se dieron cuenta de que en algunos morrales cargaban portátiles, por lo que también pidieron todos las maletas que vieron a su paso.

“Entre el susto, las personas no entregaban las cosas, el pánico es tan brutal que uno se traba, no es mentira. La gente no entregaba y ellos, ya con la pistola en la cabeza en la frente, nos trataron mal”, cuenta Laura.

Luego de haber cometido el hurto, a la altura de Tocancipá se bajaron del bus y pasaron la carretera hacia el sentido que conduce a Bogotá. Estaba oscuro y los pasajeros solo los veían entre asombrados e impactados alejarse en medio de la oscuridad. El bus continuó su trayecto.

Llegaron al peaje de Los Robles y buscaron contactar a las autoridades para colocar el correspondiente denuncio; sin embargo, ahí encontraron las primeras complicaciones porque los oficiales les dijeron que debían colocar el requerimiento en Tocancipá y no en Briceño, donde ocurrió el atraco y no donde su subieron al vehículo.

El esposo de Laura se quedó haciendo los trámites correspondientes y ella siguió para Tunja. Aunque afortunadamente ambos están bien de salud y el celular de ella no alcanzó a ser hurtado, sí le preocupa la situación de inseguridad porque ella constantemente viaja entre Bogotá y Tunja en este medio de transporte, así como sus hijos y sus familiares.

“Viajan los fines de semana, ¿cómo pasa una cosa de estas?, de verdad que todavía estamos con la angustia, el cuerpo superestresado, estamos angustiados”, dice.

Uno de los principales reclamos que hace Laura, a modo de reflexión para evitar que estos casos vuelvan a suceder, es que los 30 pasajeros que salieron del terminal en Bogotá estaban plenamente identificados, ya que se les requirió su cédula en ese lugar para comprar el tiquete. Mientras tanto, en Briceño, cuando se subieron los tres atracadores, no se les solicitó ninguna identificación.

“Ellos tenían nuestros datos, saben con qué frecuencia viajamos, menos los de ellos tres que se subieron en Briceño, ¿por qué la persona que les vendió el tiquete no los registró? Debía tener algún reporte”, aseguró.

Se trata de una problemática que no es aislada. Cada tanto se repite la historia, no solo en la salida del norte de la capital, también por la calle 13 hacia los municipios aledaños, o en las salidas hacia el sur.

Laura cuenta que los mismos uniformados le relataron a su esposo que hace unas semanas se presentó otro caso similar en ese sector de la sabana de Bogotá y que, a pesar de que gracias a los denuncios pueden adelantar las investigaciones, los delincuentes han evidenciado que hay una falta de control que pueden aprovechar.

Aunque piden mayor control de las autoridades, también les solicitan a las empresas transportadoras y a la misma Superintendencia de Transporte que se exijan mayores controles a quienes prestan este servicio para que registren a sus pasajeros.

La senadora Carolina Espitia, oriunda de Boyacá, hizo la denuncia. “Solicito a la Policía Nacional aumentar los controles de seguridad en nuestras vías nacionales para proteger la vida y la integridad de los viajeros”, dijo.

“Hago un llamado al Ministerio de Transporte y al ministro Guillermo Reyes para garantizar que en los municipios que no tienen terminal cumplan con las medidas para recoger pasajeros. No es posible que hombres armados ingresen a un bus sin al menos un control de identificación”, pidió la senadora de la Alianza Verde.

También les solicitó a las empresas transportadoras cumplir la normatividad para recoger pasajeros en zonas autorizadas y a la Superintendencia de Transporte hacer mayores controles.

*Nombre cambiado por seguridad.