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Nuevo Congreso: el miedo a perder diversidad política no se cumplió

Ideologías de izquierda, centro y derecha. Manzanillos y líderes de opinión. Partidos tradicionales y fuerzas nuevas tendrán cabida en el Congreso que se posesiona el próximo 20 de julio.

17 de marzo de 2018

Iván Márquez, Álvaro Uribe, Antanas Mockus y Aída Avella en la misma foto. Esa imagen impensable será una realidad el 20 de julio cuando se instale el nuevo Congreso. Los cuatro serán senadores y se sentarán en el mismo escenario. Y más que una anécdota, reflejan la realidad de un nuevo Poder Legislativo diverso y pluralista.

No todos, desde luego, con el mismo poder. La U, los conservadores y los liberales perdieron curules , pero conservan bancadas cercanas al 15 por ciento. El Centro Democrático mantuvo su fuerza en Senado y la aumentó en Cámara. Los de Cambio Radical duplicaron sus curules. Los verdes pasaron en la Cámara Alta de 5 a 10 senadores. El Mira entró. Y Opción Ciudadana, cuestionado por sus vínculos con las economías ilegales y el paramilitarismo, se quemó.

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El miedo a perder diversidad política no se cumplió. Ninguna tendencia, ni de izquierda, de centro o de derecha, arrasó. Desde una óptica partidista, a pesar de que el Centro Democrático, Cambio Radical y el Partido Conservador podrían hacer mayoría en Senado y Cámara, los grupos alternativos y los partidos que apoyaron la paz suman un número que podría hacer contrapeso. Eso debido a la fuerza con que llegaron los verdes, con la segunda votación en Senado en cabeza de Mockus, y a la entrada en el juego de la Lista Decentes de Gustavo Petro, con cuatro curules. También a que el Mira, el partido evangélico que respaldó con vehemencia el Sí en el plebiscito, llegó con dos senadores. Ellos se sumarán ocasionalmente a los votos del Polo y de los liberales y, en temas relacionados con la paz, a los 10 que tienen la Farc en ambas Cámaras.

Además de la diversidad, otra buena noticia fue la baja del abstencionismo. Contrario a lo esperado, la profunda crisis de credibilidad de los partidos y de la política, en general, no se tradujo en un mayor escepticismo. Aunque el porcentaje de gente que no vota sigue siendo alto (53 por ciento), es cinco puntos menor que hace cuatro años y el menor desde 1990, cuando simultáneamente se dio la votación por la séptima papeleta de la Asamblea Constituyente.

A lo que podría ser una mayor conciencia sobre la importancia del Congreso, el aumento en los votantes puede explicarse porque las consultas interpartidistas despertaron en el electorado una emoción casi similar a los comicios presidenciales. Tanto que los tarjetones se acabaron en 26 puestos de votación.

El gran beneficiado por el voto de opinión fue sin duda Antanas Mockus, cabeza de lista de la Alianza Verde, que muchos veían alejando de la política, pero quien, con más de medio millón de votos, sigue proyectando renovación. Estuvo precedido de Álvaro Uribe. Aunque él lleva cuatro décadas haciendo política, tiene un electorado emocional que no necesariamente se moviliza con maquinarias. Por él votaron 875.554 colombianos e impulsó una lista que pasó de 5 a 10 senadores.

Por su parte, Jorge Enrique Robledo, el senador con más apoyo en 2014 con 180.000 votos, esta vez ocupó el tercer puesto con 226.099 votos, lo que impidió que la izquierda partidista encarnada en el Polo Democrático desapareciera. Al igual que hace cuatro años, el Polo logró cinco curules.

En cuanto a los dos partidos tradicionales, o con arraigo reciente como La U, siguen teniendo una representación importante por encima de todos los independientes. Sin embargo, el bajonazo en las dos Cámaras resultó notable. La U pasó de ser la fuerza legislativa más fuerte con 19 senadores y 37 representantes en el periodo 2014-2018 a tener 14 y 25 parlamentarios respectivamente. Las pérdidas del partido del presidente Juan Manuel Santos se deben, por un lado, al estatus judicial de dos de sus caciques electorales que en 2014 le aportaron una buena suma de votos: Bernardo ‘el Ñoño’ Elías y Musa Besaile. Por otro, a que por primera vez desde su fundación no tuvo candidato presidencial.

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Por su parte, el Partido Conservador pasó de 18 senadores y 27 representantes a la Cámara a 21 y 14, y el Partido Liberal de 16 senadores y 39 representantes a 14 y 35. La baja en el Senado para los liberales fue de 2 curules, pasando de 16 a 14; y aunque perdió 4 en Cámara, sigue siendo el partido con más representantes.

Otro ganador, aparte de Cambio Radical –que multiplicó por dos sus curules pasando de 9 a 16 senadores y de 16 a 30 representantes– fue el Centro Democrático. Aunque esperaba una mayor votación, el partido de Uribe mantuvo 19 senadores y se consolidó a nivel regional pasando de 19 a 32 representantes.

Opción Ciudadana fue el gran perdedor. No pudo llegar al Senado y se quedó con tan solo dos curules en la Cámara de Representantes. Sus dos grandes familias electorales -los García Romero y los Aguilar- se fueron con Cambio Radical en el cuerpo de Richard Aguilar, hijo del exgobernador de Santander Hugo Aguilar, condenado por nexos con paramilitares; y con Juliana Escalante García, sobrina del Gordo García condenado por parapolítica, quien decidió apoyar a Germán Vargas. Aguilar logró ser parte de los 16 senadores de Cambio Radical, pero Juliana se quemó.

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Por último, el miedo al partido político de la Farc no encontró fundamentos. El promedio que le daban los analistas era de 120.000 votos entre Cámara y Senado si les iba mal, pero ni siquiera alcanzaron las seis cifras. Su votación solo alcanzó 82.649 votos en ambas Cámaras.

Ya con un Legislativo nuevo se va conformando ese mapa político cuyas características estarán del todo definidas a mitad de año. Para ese entonces también se sabrá qué tanto influyen los resultados del 11-M en las elecciones presidenciales. 

“El sistema político está bloqueado”

SEMANA: Después de la elección, todos los partidos suelen presentarse como ganadores. ¿Qué pasó esta vez?

PEDRO MEDELLÍN: Los políticos han dejado muy en claro este 11 de marzo que su fuerza política solo les alcanza para oponerse y bloquear a los demás. Por eso están obligados a aliarse entre sí. Es lo que sucedió el 11 de marzo. El Centro Democrático aumenta en 500.000 sus votos en el Senado, pero pierde un senador. Sus 19 curules no alcanzan para asegurar un bloque mayoritario que no tenga que recurrir a los partidos pequeños. Lo mismo sucedió con Cambio Radical, que pasó de 8 a 14 senadores. Y liberales, conservadores y La U ganaron perdiendo senadores. Lograron mantener un caudal electoral que les permite seguir en la escena política como fuerzas decisorias y deja a sus expensas a 1.300.000 votos de los verdes que lo convirtieron en una minoría grande. Pero sin alianzas no pueden hacer nada.

SEMANA: ¿Qué pasó con las maquinarias?

P.M.: Funcionaron como en sus mejores épocas. En el caso de la Cámara, uno de cada tres votos se debe a ellas.

SEMANA: ¿En qué se tradujo el cansancio con la política?

P.M.: El malestar con la política no se expresó de forma tan fuerte como lo predecían las encuestas. Los votos en blanco apenas registraron un poco más de 85.000 sufragios que en 2014, para alcanzar los 835.000 votos en Senado y 805.000 en Cámara. Son datos que se mantienen dentro de los niveles históricos registrados. Las derrotas de importantes caciques regionales a manos de nuevos políticos obedecen más al desgaste propio de las maquinarias locales que a un crecimiento importante del voto de opinión.

SEMANA: ¿En qué acertaron las predicciones de su simulador?

P.M.: Estuvieron bastante cerca de los escrutinios. El acierto estuvo en los resultados obtenidos por el Centro Democrático, Cambio Radical, el Partido de la U y el Partido Conservador. Dos grandes sorpresas fueron la altísima votación alcanzada por Antanas Mockus, a quien los electores le dieron un voto ‘homenaje’ difícil de identificar, y la votación del Partido Liberal. Obtuvo un millón de votos más de los que los mismos políticos preveían.