POLÍTICA
¿Para dónde va el partido conservador?
Germán Vargas, Juan Carlos Pinzón, Luis Alfredo Ramos y Marta Lucía Ramírez quisieran la adhesión del Partido Conservador porque, a pesar de su crisis, su caudal electoral haría viables sus candidaturas.
Ir a las elecciones con candidato propio o apoyar a un aspirante ajeno ha sido el dilema del Partido Conservador desde hace varios años. El último de sus filas que llegó al Palacio de Nariño fue Andrés Pastrana, en 1998, como parte de una gran alianza con sectores liberales que encabezaba el fiscal saliente, Alfonso Valdivieso. Los azules siguen siendo una fuerza sólida en las elecciones de Congreso y en las regiones, pero hace rato dejaron de ser competitivos por la Presidencia.
Para la campaña de 2018 tampoco les ha sido fácil deshojar la margarita. Divididos entre un sector que se mantuvo en la Unidad Nacional con Juan Manuel Santos y otro que se inclinaba por la oposición, dejaron pasar meses decisorios y ahora, cuando se aproxima el plazo para inscribir candidaturas, no han decidido cuál camino coger. Es casi seguro que no habrá candidato conservador, pero es muy probable que el partido se unirá a la aspiración de algunos de los nombres afines a su ideología y que ya están en la palestra.
Varios de ellos se han acercado a las toldas azules para buscar su apoyo. En las últimas votaciones para Senado y para la Presidencia –con Marta Lucía Ramírez como candidata en 2014–, los conservadores casi alcanzaron 2 millones de votos. Ese caudal podría resultar definitivo en un escenario como el actual, en el que nadie tiene más de un 20 por ciento en la primera vuelta. Se ha sabido que Germán Vargas y Juan Carlos Pinzón han pedido pista, y que Marta Lucía Ramírez, aunque se salió de la colectividad y participará en la consulta interpartidista que lideran Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, aspira a conquistar los votos de las bases conservadoras. También se especula que Luis Alfredo Ramos, exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia, aspiraría a abanderar la candidatura goda. Y, por el momento, están inscritos como precandidatos el exministro Rubén Darío Lizarralde y el exgobernador del Valle Ubeimar Delgado.
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El presidente del Directorio, el senador Hernán Andrade, aspira a mantener la unidad a pesar del complejo y cambiante escenario. Es decir que el partido apoye un solo nombre y no se disperse por sectores detrás de varias de las otras candidaturas. Busca que quien resulte escogido reciba el aval de la colectividad y no solo una adhesión sin compromisos. La convención nacional que debería tomar la decisión estratégica se ha ido aplazando, pero todo indica que se llevará a cabo antes de las elecciones de Congreso, el 11 de marzo, porque los plazos de la Registraduría para inscribir candidaturas vencen el 9 de ese mes.
Germán Vargas Lleras aparece como la primera opción. Algunos analistas consideran que la mitad de los parlamentarios del conservatismo se inclinan por apoyar su candidatura. Y la decisión del exvicepresidente de inscribirse por firmas facilita esa fórmula, lo cual le permite formalmente tener el aval de otros partidos, además del suyo, Cambio Radical. Este acercamiento cuenta con el apoyo de David Barguil, expresidente del partido, y de Efraín ‘Fincho’ Cepeda, entre otros. Las posturas adoptadas por Vargas Lleras en tono crítico frente al proceso de paz, su distancia frente a su exjefe Juan Manuel Santos y la radicalización en el discurso contra la izquierda ayudan a esta convergencia.
El exembajador en Washington y exministro de Defensa Juan Carlos Pinzón también ha tocado las puertas del conservatismo. Inscribió su candidatura por firmas, después de distanciarse de La U, que llegó a considerar darle su aval. Y aunque en las encuestas no registra guarismos que aseguren la viabilidad de su opción, es una figura joven y de buena imagen que serviría de carta negociadora tanto en las alianzas que se irán tejiendo hacia la segunda vuelta como en una eventual coalición de gobierno después del 7 de agosto. Pinzón también ha enfatizado temas programáticos que encajan con el pensamiento conservador. En particular, apoyar a los empresarios y reducir impuestos, criticar el proceso de paz y tener una gran cercanía con las Fuerzas Armadas.
En los últimos días algunos han mencionado la posibilidad de que el Partido Conservador acoja a Luis Alfredo Ramos. Este resultó marginado de la alianza de la derecha a raíz del proceso penal que aún tiene pendiente en la Corte Suprema de Justicia, pero su corazón también palpita por los azules, y en esa colectividad goza de notables simpatías. En el sector parlamentario lo reciben bien tanto quienes se mantuvieron en la Unidad Nacional como quienes coquetearon con la oposición. Podría ser un punto de convergencia.
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Finalmente, está la opción de Marta Lucía Ramírez, candidata oficial en las elecciones presidenciales de 2014. Esa carta no cuenta con apoyo en la clase política azul después de su retiro del partido y a raíz de sus duros cuestionamientos a los congresistas que, según ella, se mantuvieron en el santismo y apoyaron el proceso de paz a cambio de mermelada. La lucha contra el clientelismo es la columna vertebral de la propuesta política de Ramírez. Y el hecho de que haya aceptado formar parte de la consulta interpartidista que lideran Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, la aleja de las directivas. Más cuando las relaciones entre el expresidente y el partido están rotas en la práctica. En ese escenario de tensión, sin embargo, la exazul tiene partidarios en las bases del partido y todavía en un pequeño grupo de parlamentarios.
El desenlace de esta sinsalida no es evidente. Mientras que en la clase política las preferencias van, en orden, con Ramos, Vargas y Marta Lucía, en las bases el orden de las simpatías es exactamente el contrario. Pero parece claro que el Partido Conservador no va a estar con los partidos cercanos a Santos –a pesar de que formó parte de la Unidad Nacional– ni con el uribismo –a pesar de sus posiciones compartidas de derecha–. El candidato del Centro Democrático, Iván Duque, no despierta entusiasmo en las toldas azules.
Al fin y al cabo, la aparición y consolidación del uribismo en los últimos años ha significado un desafío difícil para los conservadores. Los seguidores del expresidente han ganado terreno en algunos departamentos de tradición goda. Y Uribe ejerce un liderazgo con arraigo popular que nadie tiene entre los azules en torno a las ideas de centroderecha. A la cabeza de la lista para el Senado estará Miguel Gómez Martínez, una figura respetada y con votos de opinión, pero no tendrá una tarea fácil para emular la lista del Centro Democrático en las elecciones para el Congreso, el 11 de marzo.
El conservatismo no tiene figuras de impacto en la opinión. Tanto es así que la búsqueda de un candidato presidencial para entregarle el aval oficial prácticamente se concentra en aspirantes externos al partido. Germán Vargas ha tenido una trayectoria liberal y en los últimos años se concentró en su propia organización, Cambio Radical. Juan Carlos Pinzón fue santista desde siempre y formó parte de La U. Marta Lucía Ramírez estuvo en el uribismo y ahora prefirió la coalición de la derecha. Y el propio Ramos tuvo su proyecto regional en Antioquia, Alas Equipo Colombia.
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No son los mejores tiempos para el Partido Conservador, pero eso no significa que no pueda jugar un papel de protagonista en la actual campaña. Primero, porque conserva presencia tradicional en algunas regiones, lo cual lo convierte en un actor importante en la elección de Congreso. Y segundo, porque una votación cercana al millón y medio de votos puede resultar definitiva para pasar a la segunda vuelta en la presidencial. Por eso, aunque en crisis y dividido, muchos aspirantes a la Presidencia pelean por su apoyo.