CONSULTA ANTICORRUPCIÓN
De la séptima papeleta al 7 veces sí; Claudia López logra una segunda hazaña
La ex senadora hizo parte del movimiento estudiantil que en 1990 provocó la Asamblea Constituyente. La impresionante votación que sacó la consulta anti corrupción, que lideró con Angélica Lozano, la deja muy bien posicionada para el futuro.
Casi nadie esperaba los resultados que obtuvo la consulta anticorrupción de este domingo. Con el 98,29 de los votos escrutados, la iniciativa recogía 11.481.219 votos. En ese momento la pregunta de si se había pasado el umbral importaba. Era tan díficil alcanzar un número semejante, que independientemente de lo que dieran los números en los últimos minutos, el país ya estaba frente a una quijotada.
Detrás de esa hazaña había un personaje: Claudia López. A pesar de que en las últimas semanas se sumaron un buen número de lideres de opinión, la ex senadora tenía el liderazgo de esa iniciativa. Con su pareja, Angélica Lozano, había sido el motor de la recolección de firmas para que el Congreso aprobara llevar a los colombianos ese listado de puntos.
No era la primera vez que López estaba ante una idea que parecía imposible. Hasta finales de los ochenta, era poco lo que el país esperaba de sus estudiantes. Eso de los movimientos juveniles parecía materia desconocida, y aunque no se crea, lo que predominaba era la apatía hacia la política, de la que poco se hablaba. En las universidades privadas cada quien se labraba el futuro sobre sueños personales y orgullo familiar de ascenso social. En las públicas, los tropeles de los revoltosos con la Policía era lo único que los unía, aunque no se crea en esa época no existía un solo movimiento que los organizara.
Pero fue en 1989, en aquella campaña política en la que fueron asesinados los candidatos presidenciales Jaime Pardo Leal, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro, cuando esa generación pareció sacudirse.
Tras la muerte de Galán, la noche del viernes 18 de agosto del 89, y sin previo aviso, los estudiantes más apáticos e indiferentes de las universidades privadas lideraron una marcha estudiantil de luto que conmovió a Bogotá. Allí nació el movimiento estudiantil de 1989. Hasta entonces el más grande e incluyente que se recuerde y que ha visto el país, como lo describió Julieta Lemaitre, en Los estudiantes de la séptima papeleta. Tan influyente fue que provocaron la mayor revolución que el país había tenido desde el siglo XIX. Una nueva Constitución.
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En diciembre de 1989, el gobierno del presidente Virgilio Barco se propuso convocar a un "Referendo extraordinario por la paz y la democracia", durante el trámite de la reforma constitucional proyectada para el 21 de enero de 1990 para consolidar los acuerdos de paz con la guerrilla del Movimiento 19 de abril (M-19). En medio de los días más convulsos por el narcoterrirsmo, se intentó aprovechar la consulta con el pueblo para que se pronunciara sobre la extradición. El gobierno desistió.
A comienzos del 90, año electoral, el movimiento estudiantil impulsó la inclusión de una “séptima papeleta” en las elecciones del 11 de marzo para apoyar la convocatoria a una asamblea constituyente. Algo que no estaba autorizado en la Constitución de 1886.
Se le llamó “séptima papeleta” porque en lo que hoy llamaríamos las elecciones legislativas, hace 28 años se escogería al Senado, la Cámara de representantes, diputados de Asamblea Departamental, Juntas Administradoras Locales (JAL), Concejos municipales, y Alcaldes (en ese entonces los gobernadores aún los designaba el presidente por decreto). En aquel entonces no existía el tarjetón, y cada elector tenía que depositar siete papeletas que solicitaba a los jurados de mesa. Contra la Constitución, aquel día más de 2 millones de séptimas papeletas se depositaron en las urnas.
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A César Gaviria, elegido presidente en las elecciones del 27 de mayo del 89, con 2,8 millones de votos, no le quedó otro camino que escuchar el mandato que provocó ese grito con el que los estudiantes hicieron reaccionar a todo el país. Su primer decreto fue ordenar a la autoridad electoral que contabilizara los votos por la séptima papeleta junto con los de las presidenciales. Meses más tarde, en diciembre de 1990, se escogieron los miembros de la constituyente. El 4 de julio de 1991 Colombia tenía nueva Constitución.
Entre los nombres que hicieron parte de aquel movimiento, hay algunos que han escalado en la vida pública, como Fernando Carrillo, actual procurador general. O que le han entregado su vida a la democracia, como Alejandra Barrios, la directora de la Misión de Observación Electoral. Entre los muchos nombres, uno era el de Claudia López, la misma que este 26 de agosto quiere que 12 millones de colombianos participen en la consulta anticorrupción.
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Entre la séptima papeleta y el 7 veces sí, el eslogan de la consulta que promovió con casi 4 millones de firmas (récord en mecanismos de participación ciudadana), la vida ha dado muchas vueltas.
A Claudia López se le conoció como investigadora y columnista, y en Semana.com fue una de las que empezó a denunciar la alianza entre clanes políticos con paramilitares, a partir de los resultados de las elecciones. Se convirtió en enemigo para la clase política tradicional, y luego en su época en El Tiempo trataba de dejar en evidencia esa "cloaca" que conderaba que era el Congreso.
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Para sorpresa, en el año 2014, tras años en el exterior a causa de las amenazas que recibió por sus denuncias contra Kiko Gómez y alias Marquitos en La Guajira, apareció como candidata al Senado por la Alianza Verde. Se metió a ese lugar y le cantó la tabla a más de uno. Aspiró a ser candidata presidencial, hizo fórmula con Sergio Fajardo, y juró no volver al Senado. Claudia López ahora mira a la Casa de Nariño, o al palacio de Liévano.
Sin el amparo de las fechas de las elecciones tradicionales, Claudia vuelve a hacerse contar. Aunque el grupo de promotores es amplio, fue quien lideró la causa. Para muchos es un desafío a la clase política, la que suele movilizar la maquinaria de los votos, y los que motivaron a preguntarle a los colombianos las siete preguntas que contiene el tarjetón de la consulta.
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La séptima papeleta en 1990 sacó 2 millones de votos, en una campaña en la que votaron 6 millones para presidente. A la consulta anticorrupción le faltó muy poco para llegar al umbral. Alcanzó once millones y medio de los doce que necesitaba. Pocas veces la frase de Maturana de que perder es ganar un poco había tenido tanto sentido en la política. La consulta superó la votación de la totalidad de los partidos en el Congreso, casi duplicó la de Fajardo y estuvo por encima de Gustavo Petro e Iván Duque. Con esas cifras, el camino de Claudia López para una eventual candidatura a la alcaldia de Bogotá, está más que pavimentada. Todas las apuestas estaban en contra, pero como ha sucedido en las últimas elecciones, nada estaba escrito.