COP16
COP16 | Gobierno Petro se raja en cuidado de áreas protegidas; informe revela cómo se pierden miles de hectáreas de bosque
Una de las regiones más golpeadas por este flagelo ambiental es la Amazonía.
La cifra es aterradora: Colombia ha perdido, en los últimos años, 125.745 hectáreas de áreas protegidas. Es decir, aquellas que en teoría gozan de especial protección por parte del estado a través de Parques Nacionales Naturales de Colombia.
La principal causa detrás de esta debacle ambiental es la deforestación. Y es una cifra que se conoce mientras los ojos del mundo están puestos precisamente en el país, que desde esta semana albergará la cumbre de la biodiversidad COP16 en la ciudad de Cali, donde se dan cita más de 190 naciones.
La cifra se desprende del Informe 2024 de Parques Nacionales Cómo Vamos (PNCV), un trabajo colaborativo que agrupa a varias organizaciones no gubernamentales: WWF Colombia, la Fundación Natura, Alisos, la Fundación Santo Domingo, la Fundación Corona, WCS Colombia, Dejusticia, la Pontificia Universidad Javeriana y la Universidad de los Andes.
Lo que muestra el documento, de más de 200 páginas, elaborado con datos del Instituto Humboldt, Ideam, Invemar y Parques Nacionales Naturales, es que los 61 parques nacionales con los que cuenta Colombia viven tiempos difíciles debido a la falta de recursos y a las dificultades que se presentan debido a las dificultades propias para administrar áreas tan extensas.
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En el capítulo dedicado a la pérdida de bosque natural, Edersson Cabrera, Carol Franco y Gustavo Galindo, del Ideam, apuntan a que en la última década se han talado 125.745 hectáreas en los parques naturales. Áreas que pueden equivaler a tres veces el tamaño de ciudades capitales como Cali o Medellín.
El tema es grave. Un parque nacional, además de ser un atractivo natural, cumple una función determinante: en tiempos de cambio climático, presta servicios ecosistémicos, como la generación de humedad en la Amazonia que luego se convierte en lluvia al llegar a varias regiones del país.
Como era de esperarse, la región más afectada por la deforestación es la Amazonia. En esa extensa área, se han perdido, entre 2013 y 2023, miles de hectáreas. En Tinigua, por ejemplo, la pérdida es de 42.478; en Sierra de La Macarena, 25.736; en la Serranía de Chiribiquete, 9.610, y en La Paya, 8.759.
Precisamente, poco antes del inicio de la COP16, otro informe de la oenegé International Crisis Group (ICG), evidenció que el “fracaso” de las negociaciones de paz entre el Gobierno de Colombia y disidentes de la extinta guerrilla de las Farc había “disparado de nuevo las tasas de deforestación” en la Amazonia.
Y entregó cifras de este año. “Las tasas de deforestación parecen haber aumentado drásticamente en el primer semestre de 2024″ en Colombia, evento que se extenderá hasta el primero de noviembre.
El aumento de la deforestación coincide, dice la ONG, con “las luchas internas” del Estado Mayor Central (EMC), disidencia de las Farc que se dividió en medio de las negociaciones de paz con el Gobierno. La escisión al mando de Iván Mordisco aumentó su presión contra el Estado con una ola de violencia que ha dejado decenas de víctimas. El EMC tiene “el poder de frenar o acelerar la deforestación cuando así lo decide” en las zonas donde ejerce influencia, asegura International Crisis Group.
Más preocupante aún es que, a juicio de la ONG, “la deforestación genera ingresos para el EMC” mediante la ganadería, narcocultivos y minería ilegal especialmente en los departamentos amazónicos de Guaviare (sureste), Caquetá (sur) y Meta (este). Los integrantes de esta guerrilla, además, se han dedicado, según información de la ONG, a extorsionar a campesinos y empresarios en dichas zonas de Colombia.
“Perder 9.600 hectáreas en Chiribiquete es preocupante. Ese Parque Nacional Natural, de 4,2 millones de hectáreas, es el más representativo en lo que significa la Amazonia y el eje fundamental de la vida de Colombia y el norte de Suramérica. Contiene toda la conectividad ecosistémica, los ríos voladores, lo que se ha venido hablando alrededor de la entrada de humedad al interior del país proviene de allí. Entonces cuando uno suma la pérdida en Tinigua y Chiribiquete pues esa conectividad ecosistémica la estamos perdiendo, y yo creo que ahí ponemos en riesgo la posibilidad de recarga de nuestros ecosistemas de páramo y la posibilidad de que se pierda la capacidad para suministrar el agua suficiente para el 70 % de la población colombiana”, señala Omar Franco Torres, exdirector del Ideam y actual director de Parques Nacionales.