ENTREVISTA

Así enfrentará Colombia la nueva etapa del coronavirus

Martha Lucía Ospina, directora del Instituto Nacional de Salud, explica en entrevista con SEMANA los detalles de la nueva estrategia que adoptó el país para detener el avance del virus covid-19. El camino: más pruebas y confinamientos en grupos de población.

2 de mayo de 2020
Martha Lucía Ospina, directora del Instituto Nacional de Salud.

SEMANA: ¿El mundo entero adoptó el confinamiento como primera y más urgente estrategia para hacer frente a la pandemia, en su etapa temprana. Ahora es momento de pasar a nuevas fases y Colombia ha dado el paso siguiente. ¿En qué consiste la nueva estrategia?

MARTHA OSPINA: Cuando comenzó la crisis, el contagio estaba entre dos y tres (por cada infectado), y el aislamiento es la mejor respuesta. Vemos claramente que ha disminuido la velocidad de transmisión, lo vemos en indicadores como el aumento del número de días que tarda la epidemia en duplicarse. El número reproductivo efectivo ha bajado, y aunque no ha llegado todavía al 1 por ciento, vemos una lentificación. Con ese contexto podemos tomar otras medidas, como la búsqueda activa de casos, pero requerimos de ciertas circunstancias: tener con qué hacerla, una red diagnóstica funcionando, que los laboratorios tengan reactivos y que las EPS tengan claros los lineamientos de búsqueda de la población objetivo.

SEMANA: ¿Es posible aplicar pruebas en la mayoría de los colombianos?

M.o.: Quiero ser clara ahí, búsqueda masiva aleatoria no disminuye en más del 2 por ciento la transmisión. La probabilidad de encontrar un caso positivo es muy baja y el tiempo que se pierde buscando casos, como una aguja en un pajar, es muy valioso; entonces se debe buscar en poblaciones en donde hay mayor probabilidad de encontrar casos. No es pararse en una esquina y buscar aleatoriamente, porque botaríamos miles de pruebas.

SEMANA: ¿Cuáles son esos grupos de colombianos que serán objeto de la búsqueda activa?

M.O.: Hemos determinado ocho tipos de personas: los contactos de seres humanos enfermos; los contactos de fallecidos; individuos hospitalizados por problemas respiratorios o trombóticos, porque ya estamos viendo que hay manifestaciones de accidente cerebrovascular y de enfermedad de Kawasaki en niños. También entre personas que llegan a las salas de urgencias; los conglomerados que no son cuarentenables, como los habitantes de la calle, las cárceles y los hogares de ancianos. El personal de salud, por su posición aumentada al riesgo; fallecidos con sospecha de la covid-19 como causa de muerte probable; y otras personas que a criterio médico deban ser examinadas.

SEMANA: ¿Es cierto o no que la curva de expansión del virus se ha aplanado?

M.O.: Con ese nombre asumo más un concepto pedagógico, pero en la realidad eso no es así. El modelo inicial de una epidemia muestra una curva de un único pico muy alto que luego cae. Es la curva natural, sin hacer nada, y eso produce miedo. Lo que hicimos fue pensar qué medidas tomar para que ese pico no fuese tan grande, y cómo lograr que se repartiera en el tiempo. Lo hacemos truncando la curva en su subida; después ella intenta subir de nuevo y la volvemos a truncar, y así sucesivamente. En la epidemiología hay diferentes propuestas de intervención, y todas ellas van mostrando en el gráfico diferentes impactos sobre la curva. Con la cuarentena lo que hacemos es intervenir ese comportamiento natural de la curva, para que no ocurriera como estaba dibujado al principio. Esta intervención ha producido el desplazamiento de la curva hacia el futuro; se corrió para más adelante y eso nos ha servido mucho, porque hemos comprado tiempo.

SEMANA: Hay discusión acerca de cuántas pruebas deberían realizarse. ¿Estamos por debajo de la cantidad recomendada de pruebas?

M.O.: No hay un estándar. Quiero ser clara con los colombianos: todos desearíamos, y yo soy la primera, tener desde la semana pasada un número mayor de pruebas. Pero también hay países que han decidido no hacer más pruebas. No está nada escrito en piedra y se han ido probando diferentes fórmulas. En este momento tiene sentido pensar que, si hacemos las pruebas en las poblaciones adecuadas, las rastreamos y logramos aislarlas, tendremos éxito, pero lo lograremos si el sector salud no lo hace solo. Pensemos en un municipio pequeño, en donde tengamos 500 casos confirmados, y cada uno tenga 30 contactos; tendríamos que monitorear a 15.000 personas. La secretaria de salud del municipio no puede hacer ese seguimiento.

Lo que hicimos fue pensar qué medidas tomar para que ese pico no fuese tan grande, y cómo lograr que se repartiera en el tiempo.

SEMANA: ¿Pero tendremos, en todo caso, un salto en el número de pruebas en Colombia?

M.O.: Logramos encontrar reactivos de extracción que están disponibles desde el 29 de abril, para pruebas masivas. Eso, sumado a la política de rastreo y seguimiento liderado por la Unidad de Gestión de Riesgos en cada municipio y departamento, esa es la batalla que sigue. La semana pasada alcanzamos 2.000 pruebas por millón de habitantes. Me impresiona cuando escucho que hablan de lo que han hecho otros países, por ejemplo, en Perú, y nos comparan con ellos. Pero en Perú lo hicieron con pruebas rápidas, y en realidad allá no hacen más de 1.000 pruebas PCR por millón de habitantes. Lo sabemos de fuentes confiables.

SEMANA: ¿Las pruebas rápidas sirven o no?

M.O.: La estrategia de Colombia no está basada en pruebas rápidas, ese no es el camino, y no reemplazan a las pruebas de biología molecular o PCR. De ahí nuestro afán de conseguir kits de extracción del ARN. Las pruebas rápidas no son pruebas diagnósticas. La serológica detecta anticuerpos, es decir, la reacción inmunológica que hizo la persona que tuvo el virus, y si no se aplican en el momento indicado pueden generar falsos negativos.

SEMANA: ¿Cuánto se ha avanzado en la red de laboratorios en los departamentos?

M.O.: En realidad esta red se creó desde 1975, y la Ley 715 ordena a los entes territoriales mantener los laboratorios funcionando, y son ellos quienes deben financiarlos. Hay gobernadores muy juiciosos que mantienen a punto sus laboratorios, pero hay quienes los han abandonado. Mantener capacidades diagnósticas no es optativo, es obligatorio. Al día siguiente comenzamos a hacer la transferencia a los laboratorios. Bogotá fue el primero; Antioquia, Valle, Atlántico, Cesar, Nariño también. Y estamos impulsando que Arauca, Meta, Boyacá, Norte de Santander, Amazonas empiecen a funcionar rápidamente.

SEMANA: ¿Y los territorios sin laboratorios?

M.O.: Tienen que seguir enviando las muestras al INS. O podrían enviarlas a un departamento vecino que tenga la capacidad de recibir. El problema es que el departamento que las reciba debería tener la capacidad de procesarlas, y no es así.

SEMANA: ¿Cuál es exactamente la capacidad que tenemos hoy?

M.O.: Podemos realizar mínimo 12.000 pruebas al día en todo el país, y máximo 17.000. Son números muy buenos. La meta es haber hecho 2.500.000 pruebas al 31 de diciembre.

SEMANA: ¿Cómo se ha solucionado el cuello de botella en la compra de insumos en los mercados internacionales?

M.O.: Lo más duro ha sido conseguir los kits de extracción del ácido nucleico. Logramos obtener un par gracias a que la Cancillería ha estado en la jugada, y los embajadores, muy atentos en esa búsqueda. Gracias a ello pudimos hacer una reciente compra de reactivos para 500.000 muestras, que vamos a distribuir en la red de laboratorios. También recibiremos en comodato dos robots para procesar las muestras, que enviaremos a Nariño y al Valle del Cauca. El país tiene una capacidad muy heterogénea. Hay regiones sin capacidad diagnóstica o con capacidades muy básicas, y así mismo algunas con capacidad técnica y equipos, pero equipos pequeñitos para extracción del ARN, que pueden procesar 12 muestras en una hora. Cuando hablamos de 1.000 muestras al día se necesitan equipos más poderosos. ¿Por qué no los teníamos? Pues porque no se usaban. Teníamos dos en el INS y unos cuantos más de propiedad de laboratorios privados. Cuando no hay equipo automatizado, los laboratorios lo hacen manualmente, aunque lo que hace una máquina de esas en 2 horas no lo hace un humano en todo el día.

Hay regiones sin capacidad diagnóstica o con capacidades muy básicas, y así mismo algunas con capacidad técnica y equipos, pero equipos pequeñitos para extracción del ARN, que pueden procesar 12 muestras en una hora.

SEMANA: Sabemos que los países más poderosos prácticamente rapan las compras que hacen otros, incluso en los aeropuertos.

M.O.: Sí. En el caso de esta compra que hicimos, se estudió muy bien la ruta de aeropuertos y escalas. La compra la hicimos a un laboratorio prestigioso y de gran reputación en China.Realizamos muchas averiguaciones previas para asegurarnos. Y en Estados Unidos compramos dos robots Hamilton que ya llegaron, y 200.000 reactivos que van a ser entregados en cuotas de 15.000 cada semana. También compramos consumibles, como tubos y elementos plásticos, para el trabajo de laboratorio.

SEMANA: ¿Son o no útiles las aplicaciones como CoronApp y otras?

M.O.: Son muy importantes y es posible que haya faltado pedagogía al respecto. A la gente no se le ha comunicado la seguridad de los datos, quién los maneja y para qué sirven. Eso ha sido una falla que afecta la confianza. El respeto a la privacidad y los derechos humanos son lo primero, eso lo reconozco absolutamente; sin embargo, es fundamental un entendimiento colectivo y las apps son herramientas poderosas que necesitamos que los colombianos descarguen masivamente, porque ayudarán en la estrategia de trazabilidad de la epidemia.

SEMANA: ¿Hasta cuándo se mantendrá esta estrategia?

M.O.: Si la vacuna sale, es el fin de esto. Pero tomará tiempo. Esta es una epidemia muy rápida, y hay alternativas a las cuarentenas masivas. En lugar de aislar masivamente a todo el mundo, se puede aislar a grupos de población; es lo que sigue y es lo que haremos.