SALUD
“Tener UCI sin médicos es como tener aviones sin pilotos”
La llegada de los nuevos respiradores dejó en evidencia la grave falta de personal especializado para las unidades de cuidado intensivo. Hoy no hay médico para tanta cama.
La semana pasada la angustiosa búsqueda de respiradores para dotar las unidades de cuidados intensivos (UCI) generó una enorme tensión política entre la presidencia de Iván Duque y la alcaldía de Claudia López. Con las cifras en ascenso, la alcaldesa pidió que la capital del país regresara a una cuarentena estricta, pues ya estaba llegando al temible momento en que el sistema hospitalario no tiene cómo responder al número de enfermos. En medio de esa puja, la Casa de Nariño entregó rápidamente 300 de estos aparatos, vitales en la lucha contra la pandemia. El objetivo: que Bogotá no superara la línea roja del 75 por ciento de ocupación en las UCI. Sin embargo, la ciudad alcanzó cifras que encendieron las alarmas: 84%. La capital regresó a un modelo mixto de cuarentena estricta por localidades que espera bajarle la velocidad al contagio.
Pero había una razón adicional por la cual Bogotá no había podido expander su red hospitalario al ritmo que hubiera querido. En un trino, la alcaldesa explicó el que habían comenzado a hacer las entregas de los respiradores, pero que al verificar “30 UCI de dos IPS privadas no cuentan con todo el equipo humano adecuado y fueron retiradas del inventario de ucis disponibles. Por eso, y no por incremento de pacientes graves, aclaró que subiría temporalmente el índice de ocupación UCI”. La realidad es apabullante: no hay personal de salud para tantas ucis.
En medio del clamor por los ventiladores, a todos se les olvidó que las UCI no son solo aparatos, sino también un equipo humano bajo la dirección de un médico intensivista. De nada sirve tener todas las camas y los equipos si no está ese ojo del médico puesto en cada paciente las 24 horas. Es como tener un avión con la más alta tecnología sin un piloto que lo sepa volar. Los pacientes en cuidados intensivos se debaten entre la vida y la muerte y ese profesional, junto con un equipo de enfermeras y auxiliares también especializadas, deben hacer todo por salvarlo. “Por eso somos más intensos en la observación, en la mirada permanente a ese paciente”, explica Juan Carlos Giraldo, presidente de la Asociación Colombiana de Clínicas y Hospitales.
Claudia López anunció que debido a falta de personal médico sacó 30 ucis de las IPS. La ciudad abrió una convocatoria para buscar ese talento.
Esta situación se veía venir y afectará a todo el país. Según las cuentas de José Luis Accini, presidente de la Asociación Médica de Cuidados Intensivos, hay entre 1.200 y 1.500 intensivistas y cada uno puede ver a diez pacientes covid simultáneamente. Con la expansión de camas por la pandemia, harán falta muchos más. Más aún en las regiones apartadas.
Las estadísticas señalan que el 80 por ciento de las personas infectadas presentan síntomas leves de manejo en casa. De esos, 20 por ciento requiere atención hospitalaria y apenas el 5 por ciento termina en una UCI.
Las matemáticas son simples. Si el Gobierno cumple la meta de aumentar a 10.000 las UCI, los médicos no alcanzarán. En marzo, cuando llegó la pandemia a Colombia, había 5.349 camas de UCI. Hoy hay más de 7.000, pero se espera que ese número crezca vertiginosamente en los próximos dos meses, cuando al parecer Colombia vivirá el pico de la enfermedad. La curva de infectados va en ascenso y el periodo de duplicación de la epidemia en el país es hoy de 15 días. Pedirles a los intensivistas supervisar 20 pacientes diarios implicaría dedicarle menos tiempo a cada uno, lo cual va en detrimento de la calidad de la atención.
Las estadísticas señalan que el 80 por ciento de las personas infectadas presentan síntomas leves de manejo en casa. De esos, 20 por ciento requiere atención hospitalaria y apenas el 5 por ciento termina en una UCI. La mortalidad en estas salas varía. En algunos países, la tasa es de 40 por ciento; otras, solo del 25 por ciento. En Nueva York, sin embargo, hubo una mortalidad de 80 por ciento. Pero el promedio general está entre 50 y 60 por ciento.
Detrás de ese desenlace hay varios factores como la edad, las comorbilidades del paciente y sus reservas biológicas. Pero también incide el acceso a las UCI. José Fernando Isaza muestra en un análisis que en los países con mayor número de fallecimientos hay más demanda que disponibilidad. En Brasil, donde se presentó un pico de muertos de 1.062 el 22 de mayo, en ese mismo día requirieron 10.930 unidades de cuidados intensivos, pero solo había 4.060 disponibles. El 12 de mayo, en Perú hubo otro pico de mortalidad, 203 infectados. Requerían 2.053 UCI, pero solo contaban con 88. Hay muchos ejemplos, pero en todos se cumple la regla: “La disponibilidad de camas en UCI es el eslabón crítico para tratar a los contagiados”, dice Isaza.
¿Y si las UCI no cuentan con el personal idóneo? Algunos, como el intensivista Agamenón Quintero, dicen que eso es igual a no tenerlas. “¿Qué es peor, que se muera un paciente por covid o que se muera porque el médico no sabe manejar al paciente? Yo la verdad no sé”, dice.
Accini señala que Colombia no puede abrir 10.000 camas porque el talento humano no da para atender a todos, “preferimos quedarnos con 8.000”. Para algunos, el intensivista es irremplazable porque la fisiología de quien está en estado crítico es muy diferente y cambia a gran velocidad. Además hay que manejar una cantidad enorme de medicamentos, y un error podría resultar fatal. “Es como si le entregáramos un Boeing a alguien que sabe solo manejar Fokker”, dice el epidemiólogo Jaime Ordóñez.
La cuarentena preventiva permitió que los pacientes recibieran un cuidado “perfecto”, según Accini, quien habla de Barranquilla, donde vive. Sin embargo, en algunas regiones ya empiezan a ver problemas, pues “las unidades están llenas y los especialistas, ocupados”, señala Accini. Los enfermos severos, que tienen como último recurso estas salas, enfrentarían un destino fatal de coparse ese número de camas durante el pico. Los médicos no alcanzarían ni tampoco las enfermeras intensivistas, de las cuales, según Accini, solo hay 1.400 en el país. También se necesitan terapeutas intensivistas y enfermeras auxiliares expertas en cuidado crítico.
Además, ellos luchan en el primer frente de batalla, por lo que tienen un mayor riesgo de caer enfermos y morir por covid-19. Y si alguno falta por cuarentena, la UCI perdería su capacidad funcional. De hecho, en Colombia han muerto cuatro y otros han enfermado. Accini cuenta que él mismo se vio en problemas al no encontrar cómo reemplazar el personal de sus salas de UCI cuando tres de sus especialistas cayeron enfermos. En Putumayo, donde hay diez camas de cuidados intensivos, nadie sabe cómo van a lograr la meta de 130 ni cuál es el factor humano que se encargará de ese manejo.
Accini señala que Colombia no puede abrir 10.000 camas porque el talento humano no da para atender a todos, “preferimos quedarnos con 8.000”.
Todos temen que pase lo mismo de España, donde por estar al frente de la batalla los expertos se infectaron, tuvieron que irse de cuarentena y “tuvieron que atender a los pacientes los médicos generales”, señala Quintero. O aún peor, que haya tanta gente que los médicos se vean forzados a decidir a quién tratar de salvar y a quién no. Según algunos expertos, el país sabrá que ya los intensivistas están copados cuando la letalidad del virus, que está en 3,4, llegue a 4,8. “A pesar de que haya ventiladores ellos no podrán hacer el trabajo”, dice Ordóñez.
La legislación colombiana permite que los médicos anestesiólogos, neumólogos o internistas manejen las UCI. Pero ante la crisis, desde hace dos meses la Asociación Colombiana de Medicina Crítica y Cuidado e Intensivo montó un curso virtual para que médicos generales y de otras áreas se capaciten en el cuidado crítico del paciente con covid-19 para apoyar el trabajo de estos especialistas. Hasta el momento han preparado a 11.000 médicos. La Secretaría de Salud del Distrito abrió una convocatoria para “recibir hojas de vida de profesionales, técnicos y auxiliares, con el fin de tener un banco de perfiles y apoyar a IPS en necesidades de talento humano”.
A pesar de esto, es importante que la gente confíe en el talento médico. La denuncia de un posible cartel de covid en Colombia hace unas semanas dejó un efecto adverso en muchos pacientes que hoy se rehúsan a ir a las UCI porque piensan que alguien va a hacer negocio con sus vidas. Van al hospital, empeoran y cuando les dicen que deben ir a la UCI, algunos prefieren irse a sus casas, donde mueren horas después. El país debe saber que el cuerpo científico va a entregar medicina de calidad en la medida de sus posibilidades pues “no estudiamos 17 años para matar gente”, dice Quintero.
Si no hay confianza, además, llegan más tarde a consultar y eso también puede llevar a que las UCI se llenen de manera desmedida. Mientras tanto, la comunidad debe seguir con los protocolos de bioseguridad: usar tapabocas, mantener la distancia social de dos metros y solo salir para lo indispensable. Porque, como dice Quintero, “al virus no lo controlan los ventiladores sino el autocuidado. De resto es carretilla. Pueden llegar 2.000 ventiladores, pero si la gente no se cuida son 2.000 muertos los que va a haber”.