NACIÓN
Coronavirus: Luz Mila murió cuidando a la 'muchachada' de su ancianato
La fundadora del hogar geriátrico La Tierra Prometida en Galapa, Atlántico, falleció de covid-19. Según un reporte, 34 de los adultos mayores también están contagiados.
Como en muchas otras ocasiones, esta vez la tragedia esconde una maravillosa historia en su revés. La muerte de Luz Mila Meza Calderón a causa de la covid-19 en el hogar geriátrico La Tierra Prometida, en Galapa, Atlántico, develó una historia llena de lucha constante contra el sufrimiento, y el testimonio de una entrega por el bienestar de los adultos mayores.
Más allá de los tristes titulares de los que ha sido protagonista por ser la primera víctima mortal del coronavirus en el centro, en el que hasta el último reporte de las autoridades de salud departamental ya hay 34 contagiados, Luz Mila es recordada en el Atlántico por un legado de trabajo a favor de los presos, los habitantes de la calle y los adultos mayores.
Su repentina muerte, la posterior confirmación de su contagio de covid-19 y el brote surgido en el interior del hogar geriátrico obligaron la evacuación de los más de 63 ancianos que lo habitaban y la hospitalización de 10 de ellos al presentar comorbilidades que podrían representar riesgos. “Otro de los adultos mayores también falleció y 22 más fueron aislados”, informó la secretaria de salud departamental, Alma Solano, en las últimas horas.
Duros golpes
La historia de la Fundación Social Cristiana La Tierra Prometida es un camino lleno de duros capítulos de Luz Mila, su creadora. Nacida en Sahagún, Córdoba, llegó a Barranquilla a los 14 años huyendo del maltrato y la explotación infantil. Pero lo que pensaba que podía ser la salida de una niñez y adolescencia triste se convirtió en algo más difícil.
Luz Mila contó hace algunos años como al estar sola en la ciudad fue engañada por un policía que terminó vendiéndola a un prostíbulo del barrio Chino, una antigua zona de tolerancia. Allí fue abusada sexualmente en varias ocasiones y quedó embarazada. Desorientada por la situación, pero con ganas de luchar por su bebé, se escapó del lugar. Al no tener a dónde ir, terminó viviendo en las calles del centro de Barranquilla.
Fueron meses duros, según dijo en una entrevista con el diario Q’hubo, en la que contó mucho de su trasegar. Sobrevivió gracias a las sobras de comida que pedía en los restaurantes y a pesar del peso que sentía por el rechazo de la gente. Era tan crítica su situación que el parto lo tuvo en el salón de un bar. Allí nació Luz Helena, su hija mayor.
Luz Mila, en una foto de archivo, mientras ayudaba a un habitante de calle.
Unos años después, ya con el fracaso de otra relación amorosa a cuestas, de la que nació su segunda hija, Luz Mila conoció a Óscar Díaz, un habitante de la calle a quien ayudó a recuperarse. Juntos montaron un negocio de venta de carnes en el mercado de la ciudad. Con trabajo e inteligencia lograron tener cinco expendios y un par de vehículos para el transporte y venta de sus productos. Pero la tragedia volvió a ponerle una zancadilla a su vida, porque su compañero murió repentinamente a causa de un coma diabético.
Relatos de sus amigos cuentan que, entre las deudas propias del negocio y las exigencias de la familia de Óscar, Luz Mila terminó perdiendo todo el negocio. Sin embargo, una prueba más dura estaba por venir. Por unos confusos hechos relacionados con tráfico de drogas estuvo 14 meses presa en la cárcel Bastidas de Santa Marta. Allí se integró a un grupo religioso e hizo la promesa de que al salir se dedicaría a ayudar a los más necesitados. “Fue montaje el que me hicieron para quitarme todo”, relató un día.
Se creció la idea
Por 15 años se dedicó a llevarle alimentos a los presos y a predicarle el cristianismo. Con uno de ellos volvió a encontrarse con el amor y se casó en 2010. Un año antes, debido a que ya no tenía espacio en su casa de Barranquilla para toda la gente que recogía de la calle, Luz Mila decidió abrir la sede de la Fundación Social Cristiana La Tierra Prometida en un lote en el municipio de Galapa, en el área metropolitana de Barranquilla.
Después de 10 años de trabajo, Tierra Prometida se había convertido en un referente de los municipios del Atlántico. Allí llegaban abuelitos de muchas poblaciones buscando albergue y cuidado.
Luz Mila falleció el 21 de mayo después de sufrir complicaciones de salud relacionadas con la diabetes. Pero, hasta cuando pudo siguió cuidando a los adultos mayores. Cuatro días después las pruebas, según las autoridades, comprobaron que había fallecido por causa del coronavirus. Familiares, amigos y su ‘muchachada’, como solía llamar públicamente a los ancianos que cuidaba en el centro, lamentaron la triste noticia.
Luz Mila Meza, durante la celebración de un evento de Navidad en el hogar geríatrico.
Hasta el momento, el Atlántico registra 4.116 casos de contagiados por coronavirus y 115 personas muertas. 2.121 de estos infectados concentrados en Barranquilla y el resto en los otros 21 municipios del departamento. En solo Galapa hay 76 personas infectadas.
La noche del 26 de mayo, la Secretaría de Salud de Galapa realizó el procedimiento de evacuación de los adultos mayores. Los familiares y el representante del hogar geriátrico, Miguel Díaz, se quejaron que no fueron notificados del procedimiento, de la forma en que fueron sacados y que no sabían el lugar al que los iba a remitir.
Lo más leído
Horas después, la Alcaldía de Galapa señaló que los adultos mayores habían sido llevados a un albergue dispuesto por la Gobernación del Atlántico, donde serían monitoreados de forma permanente por personal especializado. SEMANA intentó obtener una respuesta del estado actual de los contagiados y sobre el resultado de las pruebas practicadas al resto de los internos del hogar con la secretaria de salud municipal Zoila Llanos, pero no obtuvimos respuesta.
Gracias al trabajo de Luz Mila, su muerte y la de otro adulto mayor del hogar geriátrico fallecido no pasaran inadvertidas.
“Hoy el cielo ganó un ángel, tus alas ya estaban listas para volar, pero mi corazón nunca estuvo listo para verte partir, vivirás en mi mente y en mi corazón siempre abuela querida. Gracias por enseñarme muchas cosas”, fue el mensaje que escribió Jennifer Gonzales para la directora del hogar. “Nunca la olvidaré, Luz Mila Mesa, mujer exforzada y valiente, dejas huellas de amor en mi corazón”, se puede leer bajo otra foto publicada en las redes sociales de la fundación.