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Corrupto y millonario: la justicia persigue estos bienes del exfiscal Luis Gustavo Moreno, algunos en manos de testaferros
SEMANA revela en exclusiva el multimillonario proceso de extinción de dominio de los bienes del exfiscal anticorrupción Gustavo Moreno, quien recuperó la libertad esta semana.
La Corte Suprema ordenó la libertad del exfiscal anticorrupción Luis Gustavo Moreno, que pasó del cielo al infierno, de codearse con los hombres más poderosos de las cortes del país, a terminar tras las rejas, tanto en Colombia como en Estados Unidos, por ser el protagonista del más grande escándalo de corrupción en la justicia del país. De flamante jurista pasó a soplón, desnudó el cartel de la toga y eso lo tiene en libertad.
SEMANA tiene en su poder un documento exclusivo con el rastreo de los millonarios bienes que logró el entonces flamante abogado Moreno, buena parte de ellos conseguidos por vía corrupta con el dinero de las coimas que pagaban los políticos investigados en la Corte Suprema de Justicia a cambio de congelar sus casos. Todos esos lujos, bienes, apartamentos, oficinas, carros, le van a ser arrebatados vía extinción de dominio.
Moreno fue, nada más y nada menos, que el exdirector de la Dirección Especializada contra la Corrupción. Paradójicamente, aquello que debía combatir terminó manejándolo como ficha de un ajedrez en la que él era el rey: en al menos 11 reuniones con magistrados y funcionarios públicos logró gestionar para su entramado criminal más de 5.000 millones de pesos y, para sí, al menos 1.200 millones de pesos.
El proceso lo adelanta el Juzgado Primero Penal del Circuito Especializado en Extinción de Dominio. Y además de concluir que Moreno se había enriquecido con esa espiral de corrupción que creó con sus compinches, entonces magistrados y hasta presidentes de las cortes, también habría usado a toda su familia para tratar de ocultar su operación criminal. Por ejemplo, su compañera sentimental, Carolina Rico Rodríguez, o sus suegros, Elizabeth Rodríguez Guerrero y Miguel Darío Rico Acosta.
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La Fiscalía indaga la ilicitud con que fueron adquiridos costosos apartamentos en exclusivas zonas de Bogotá, en edificios como La Toscana, La Rioja; una oficina en el Edificio Centro Chicó, siete parqueaderos y dos lujosas camionetas.
Es decir, pese a su boleta de libertad, con lo que no contaba Moreno es que, paralelo al proceso penal, la Fiscalía General de la Nación notificó esta semana nuevos avances de ese proceso de extinción de dominio basado en una confesión rendida por él mismo, en el marco de un principio de oportunidad, por colaborar con la justicia, en la que detalló los bienes que adquirió con los recursos ilícitos.
También se vincularon a este proceso a varias entidades financieras que se vieron afectadas y consideran que tienen un perjuicio económico causado por estos actos de corrupción. La ecuación es fácil, Moreno estaba endeudado con estas entidades, no pudo responder, dejándolas como víctimas del coletazo de la corrupción.
SEMANA pudo conocer en detalle los bienes por los que va la justicia en Colombia: primero se menciona un apartamento avaluado en casi 800 millones de pesos, de 145 metros cuadrados, ubicado en la calle 127 con carrera 13A, un exclusivo sector del norte de Bogotá.En el edificio La Rioja, se rastrea un inmueble a nombre de sus suegros: Miguel Darío Rico y Elizabeth Rodríguez Guerrero. En ese mismo edificio, hay dos parqueaderos a nombre de Luis Gustavo Moreno, cada uno avaluado en 25 millones de pesos.
Aparece otro apartamento de unos 54 metros cuadrados, en el barrio Chicó, en la calle 92, a nombre de la esposa de Moreno, que ronda los 300 millones de pesos y cuenta con un garaje.
También le fue rastreado un apartamento en el Edificio Torre La Toscana, en el mismo barrio –Chicó– de más de 125 metros cuadrados y avaluado en casi 1.300 millones de pesos. El propietario de dicho apartamento es un reconocido banco al que Moreno habría acudido para que le prestaran el dinero. Ese apartamento cuenta con tres parqueaderos.
SEMANA indagó y, efectivamente, la necesidad de Moreno por encontrar más de uno o dos parqueaderos se da porque, tal como se ve en el proceso de extinción de dominio, era propietario de vehículos de alta gama, algo que al parecer compraba como si fueran juguetes: por ejemplo, una camioneta de color gris de una reconocida marca japonesa modelo 2014, a nombre de su suegro.
Pero hay más. El documento de 50 páginas, firmado por José Iván Caro, de la Dirección Especializada de Extinción de Dominio, deja claro que existen pruebas e inferencias lógicas que permiten acreditar que los bienes adquiridos son ilícitos.
¿Pero qué tanta responsabilidad tiene la familia de Moreno en este caso? La demanda lo resume de manera contundente. En ella resulta evidente que la compañera sentimental en ese entonces y los padres de ella “fraguaron un plan para ocultar los bienes adquiridos por este último como producto de sus actividades criminales”.
No solo eso. La Fiscalía advierte que “se unieron para favorecerlo y ocultar sus bienes, circunstancia de la que ahora quieren mostrarse ajenos, aduciendo y tratando de arroparse en una condición que no pueden ni logran acreditar, máxime cuando probado está y es un hecho inobjetable que la fecha de la gran parte de traspasos ocurrió luego de su judicialización, lo que los constituye en un grupo delictivo organizado, asimismo la vinculación del afectado Moreno Rivera al denominado cartel de la toga y los hechos de corrupción en el caso del exgobernador de Córdoba Alejandro Lyons”.
Acá vale la pena recordar que fue justamente en un intento de soborno acordado con las autoridades, en la ciudad de Miami, cuando Lyons presuntamente le entregó 10.000 dólares a Moreno para frenar unos procesos de corrupción, y ahí fue que la justicia le cayó encima.
A la Fiscalía, en el documento conocido por SEMANA, no le cuadra que el patrimonio de Moreno Rivera hubiera crecido más del 425 por ciento de 2010 a 2015; que la compra de vehículos sume más 719 millones de pesos, y que sus ingresos reflejen un incremento del 655 por ciento en 2012; 84,3 por ciento en 2013 y 187,3 por ciento en 2014.
Advierte el documento que la recepción de bienes por parte de Elizabeth Rodríguez Guerrero (suegra), Miguel Darío Rico Acosta (suegro) y quien entonces era su esposa, Carolina Rico Rodríguez, reflejan una desproporción “anormal en el giro ordinario de los negocios y el crecimiento patrimonial de una persona con los mismos cargos de Moreno, situación que lógicamente conocieron sus familiares”.
La conclusión es demoledora para Moreno: resulta claro para la Fiscalía que con ocasión de los procesos penales y la inevitable extradición a los Estados Unidos, Moreno Rivera, en 2018, decidiera incluso, en el transcurso de esta investigación, que inició en 2017, pasar los bienes a sus familiares y tratar de esconder su origen ilegítimo.
También se evidencia que Moreno pasó de tener en sus cuentas 105 millones de pesos en 2010, a casi 800 millones de pesos en 2015. Los dos años siguientes su patrimonio se acercaba a los 1.800 millones de pesos.
En otras palabras, pocos sabían que bajo la mesa del exfiscal se movían los negocios más jugosos a cambio de conceder beneficios judiciales a políticos enredados en temas espinosos, como la parapolítica. El cartel de la toga, como se conoció este escándalo, operó entre los años 2012 y 2016. Por eso terminó preso.
En el cartel no solo participó Moreno, sino otros altos funcionarios judiciales y magistrados como Francisco Javier Ricaurte, expresidente de la Corte Suprema, que terminó condenado; Gustavo Malo, condenado recientemente a 116 meses de prisión; José Leonidas Bustos, prófugo de la justicia en Canadá, y la larga lista de congresistas y altos funcionarios aforados que a cambio de millonarios sobornos lograban que sus procesos durmieran el sueño de los justos.