JUSTICIA
Crimen sin castigo
Un rector es el principal sospechoso de mandar asesinar a la secretaria de Educación de Tumaco. El educador fue detenido y recobró la libertad por la popular vía del vencimiento de términos.
Irma Liliana Correa, con apenas 35 años y tres hijos menores, quedó cuadripléjica luego de que un sicario le disparó a mansalva en plena calle. Lo que nunca se imaginó es quién podía estar detrás del asesinato y que luego de su tragedia también podía ser víctima de la justicia.
Hasta el pasado 25 de abril esta licenciada se desempeñaba como Secretaria de Educación en Tumaco, Nariño. Eran las 11 de la mañana y caminaba cerca de su lugar de trabajo cuando dos hombres que se movilizaban en una moto la interceptaron. El parrillero se bajó, la miró de frente mientras desenfundaba un revólver, le apuntó y disparó. El impacto a quemarropa de inmediato la derrumbó. El criminal apretó otras tantas veces el gatillo, pero el arma se encasquilló. Irma quedó tendida en el suelo, inconsciente y desangrándose.
El tiro ingresó por la nuca hacia abajo y se fragmentó, de tal forma que fue como si le propinaran varios disparos. El trozo de plomo más destructivo se alojó en la columna vertebral, entre las cervicales 6 y 7.
Al comenzar la tarde los sicarios se fueron a celebrar. Bebieron en una taberna de Tumaco con un amigo y derrocharon parte de la paga que habían recibido por el crimen. El 'negocio' se pactó en 1,6 millones de pesos. La mitad antes y la otra mitad después del asesinato. La alegría se les acabó cuando llamaron para cobrar y el interlocutor les dijo que no había más plata porque la Secretaria aún estaba viva. "O nos paga o le pasa lo mismo a usted", dijeron antes de irse a buscarlo para cobrarle a su manera.
Meses después, agentes de la Dijín que asumieron la investigación junto a un destacado fiscal de Nariño localizaron al hombre que departió esa tarde con los sicarios. Este entregó todos los detalles del encuentro y recordó que los pistoleros estaban furiosos con un profesor barbado y conocido como 'Osama' que, según ellos, los había contratado y no quería pagar.
Se estableció que los sicarios eran Jorge Armando Tenorio Angulo, alias 'Cuti', y Giovanny Andrés López, integrantes de la banda Águilas Negras. Los jefes de este grupo ordenaron su asesinato cuando se enteraron del caso de la Secretaria de Educación y que ambos tenían 'negocios' por fuera de la organización. López fue baleado el 27 de abril y 'Cuti' apareció acribillado dos días después.
Cinco meses después del atentado, cuando Liliana pudo comunicarse por medio de señas y asistida por un respirador artificial, los investigadores le presentaron las fotos de varios hombres. Ella identificó inmediatamente a sus agresores, ya desaparecidos.
Las indagaciones continuaron entonces hacia el autor intelectual. Se obtuvieron pruebas técnicas que demostraban que los sicarios en horas previas y posteriores al atentado habían mantenido comunicación constante con un teléfono al que también se comunicó permanentemente Héctor Antonio Angulo. Se trata de un educador conocido como 'Osama' que desde hace 20 años es rector de un instituto técnico de Tumaco y cuyos rasgos coinciden con el relato del testigo que departió con los sicarios. Además, en el nivel departamental es quizás el rector más afectado con varias reformas administrativas emprendidas por la Secretaria de Educación, que detectó que en la institución de Angulo se presentaba una nómina de profesores y estudiantes inflada, con lo que el establecimiento lograba acaparar una desproporcionada tajada de presupuesto público.
Angulo fue detenido el 17 de octubre, pero dos meses después recobró la libertad. El fiscal que condujo el caso tuvo que salir de Nariño por amenazas y quien asumió dejó vencer los términos y luego solicitó preclusión sin siquiera estudiar el expediente. Cuando el fiscal general (e), Guillermo Mendoza, se enteró, trasladó el asunto por designación especial al fiscal original, quien por estos días trata de enderezar el expediente.
Entre tanto, Irma Liliana Correa, sin recursos siquiera para un abogado, sobrelleva su delicado estado de salud con el desconsuelo de que el principal sospechoso de su desgracia está libre.