ENTREVISTA

“Los medios han narrado la tragedia de Yuliana como un partido de fútbol”

Mucha indignación y poco contexto es lo que Ómar Rincón, director del Ceper, critica del cubrimiento que se hizo del asesinato de la niña caucana. Estas son algunas de sus reflexiones.

12 de diciembre de 2016

Semana.com: ¿Cómo le ha parecido el cubrimiento del caso de Yuliana?

Ómar Rincón: Con ese tipo de noticia no sabe uno cómo hacerlo mal o bien. Todo el mundo actúa con base en la indignación porque es demasiado aberrante. Se ha visto amarillismo, pero la noticia es así de amarillista. Esto se salió de toda norma. Pero me parece que los medios han narrado la tragedia como un partido de fútbol y los periodistas son comentaristas deportivos que analizan cada jugada pasionalmente pero sin muchos datos.

Semana.com: Llevamos ocho días consumiendo esta noticia. ¿Eso es normal?

Ó.R.: Lo malo es que Colombia se acostumbra a cubrir hechos alucinantes. Antes fue lo del accidente del Chapecoense y esa vez también todos se indignaron. En este caso esta historia sí era la noticia más importante porque se sale de lo normal, de lo clásico. Ahora, ¿que si es mucho o poco?, pues al menos fue una forma de descansar de Álvaro Uribe.

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Semana.com: ¿Pero esa indignación dice algo del país?

Ó.R.: Que estamos mal como sociedad. Hay algo que falla, pero no investigamos qué es porque todos estamos indignados. Pero lo importante sería indagar por qué nos pasan estas cosas. Pero nos quedamos en que esto es alarmante porque pasó en la clase alta. Todos se indignan, pero ¿qué hacemos para desindignarnos?

Ómar Rincón es periodista y analista de medios. Fotografía: Arcadia.

Semana.com: De todo lo que se escribió, ¿qué le hizo falta?

Ó.R.: Está muy mal que esto haya pasado, pero tendríamos que decir cómo pasó. Hay gente que está muy mal en esta sociedad y se debe atender. Miremos el país psicológicamente porque está muy mal. El drama de la violencia intrafamiliar no se toca y tampoco se habla de la enfermedad mental. Faltarían cifras para entender el contexto. Los políticos no hacen nada. Al contrario, nos ponen a pelear por cosas que antes no peleábamos.

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Semana.com: El director de Medicina Legal dijo que los detalles del caso podrían alentar a otros pedófilos a hacer lo mismo, y pidió más discreción a los medios. Pero muchos no lo tuvieron en cuenta.

Ó.R.: En eso estoy en desacuerdo. Esos detalles son parte de la noticia y con taparlos no van a pasar menos casos. Lo que me parece mal es que con el caso de Yuliana los medios presentaron una avalancha de historias, otra niña en Cali, otra en el sur de Bogotá, pero sin contexto.

Semana.com: ¿O sea que este no es un caso aislado de un niño de alta sociedad, como muchos lo han mostrado?

Ó:R: Pues todo indica que el fenómeno es grave. Nos falta ver cuántas niñas han sufrido esto. De eso no se dice nada. Este señor estaba muy mal, pero hay más gente que está muy mal en esta sociedad y que se debe atender. La idea es ver cómo está el país psicológicamente porque anda muy mal. El drama de la violencia intrafamiliar y la enfermedad mental colombiana es una realidad y de eso nadie habla. Es un problema de salud pública que no hemos analizado. Hay 23 niñas en el sur de Bogotá violadas y asesinadas.

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Semana.com: ¿Deberían los medios autorregularse para cubrir esto mejor?

Ó.R.: Como gremio tendríamos que ver de qué manera. El día en que se supo la noticia en el edificio ya había muchas cámaras, aunque ahí no había noticia de ningún tipo. Pero el problema es que si un medio lo hace, el otro por contagio lo hace y el sensacionalismo es lo que da más ganancia.

En el fondo, el periodismo se debe reinventar. Vivimos con la indignación de la semana. Un día es por las cartillas, otro por María Fernanda Cabal, pero nunca contra Uribe y sus trinos falsos, contra lo fundamental, y esos trinos encuentran en los medios parlantes útiles. Y los que saben manipular la indignación de la gente viven felices.

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Semana.com: Las redes se nutren de las noticias y en las redes hay todo tipo de juicios, cuando en la realidad son apenas hipótesis, que los demás toman como verdades. ¿Cómo ve eso?

Ó. R.: No hay que ponerles bolas a las redes. Las redes son un aullido indignado y si no se retoman se quedan ahí. Hay gente que compara las redes con los bazares, con una plaza de mercado: un espacio donde todo el mundo dice de todo. Twitter es una ola para que la gente diga lo que quiere e insulte, pero si los medios no le pusieran cuidado, se diluiría. En eso si debería haber más pausa y tono. Los medios deberían rescatar solo los buenos trinos. Ahora, los memes se volvieron un espacio de opinión pública. Todo por una risa. Entonces tenemos una sociedad indignada y demasiado risueña. Son dos sentimientos muy interesantes.

Semana.com: ¿Qué opina del linchamiento digital y real hacia estas personas? ¿Ha sido justo? ¿Debería haber menos cubrimiento?

Ó.R.: Se han pasado y uno termina por aburrirse. Uno ve que el noticiero dice ‘somos los primeros en llegar a la noticia’. Aquí el éxito es quién llegó primero, en lugar de que sean los primeros en hacer una investigación seria. El tema requiere análisis, ver otros puntos de vista. Por ejemplo, el de la familia. ¡Pobre familia! Por qué ayudaron los hermanos lo demostrará la investigación, pero qué implica para una familia tener un sujeto de esos. Por qué no se dieron cuenta de su problema. Yo pienso que el problema no es sólo de esta familia, sino de ver qué nos está pasando como país.

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Semana.com: ¿Qué lecciones deja este caso?

Ó.R.: La recomendación es volver a hacer el periodismo clásico, el que da contexto. Volver a los datos. Linchar a un sujeto nos hace felices porque es la indignación de la semana, pero el problema no es solo él. Debemos ver qué nos está pasando como país. Hay que hacer una pausa chiquita. El problema es cuando se informa sobre la avalancha, pues ahí no tenemos un segundo para pensar.

Semana.com: ¿Hay otros casos en el mundo que sirvan de referencia?

Ó.R.: En Argentina hubo el caso de una chica que fue asesinada por su novio. En lugar de hacer sólo el cubrimiento morboso, los medios organizaron todo un movimiento, “Ni una más”, que todavía sigue luchando contra la violencia. En este caso uno esperaría un poco más de activismo y no sólo de linchamiento, pero aquí nadie dice nada. Este no es un tema de leyes sino de cultura ciudadana.