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Cuando iban a destruir un laboratorio con cuatro toneladas de cocaína fueron secuestrados los 26 soldados y dos policías en Cauca

La droga y el laboratorio pertenecían supuestamente a la estructura Carlos Patiño de las disidencias de Farc. Los militares y policías fueron rodeados, amenazados por una turba de más de 400 personas. La Defensoría está mediando para la liberación.

11 de mayo de 2023
Grupo de militares fue secuestrado en Cauca.
Grupo de militares fue secuestrado en Cauca. | Foto: SEMANA

Nuevamente el país está viendo cómo criminales fuertemente armados y apoyados por una turba violenta de personas que los respaldan se atraviesan en las labores operativas de soldados y policías, los atacan y los terminan secuestrando, sin que haya reacción de parte del Gobierno. Así está ocurriendo en zona rural del municipio de Patía, en la vereda La Aguada, departamento de Cauca, donde se encuentran en poder de los criminales 26 soldados y dos policías, uno de ellos, el jefe de la unidad básica de investigación criminal Diran Regional 4.

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Este nuevo secuestro estaría coordinado por las disidencias de las Farc, estructura Carlos Patiño, que ya había cometido acciones criminales de este tipo y al mismo tiempo están buscando la negociación de paz con el Gobierno del presidente Gustavo Petro.

Según información del Ejército, “fue localizado un laboratorio para el procesamiento de cocaína, al parecer perteneciente al grupo armado organizado residual Estructura Carlos Patiño. En el lugar la tropa pretende realizar la destrucción controlada de un laboratorio con aproximadamente cuatro toneladas de clorhidrato de cocaína, pero durante el procedimiento, el personal que desarrolla esta actividad ilícita no abandona el sitio y son rodeados por más de 400 personas, que ocultan sus rostros y quienes de forma tumultuaria buscan impedir que se lleve a cabo la operación militar, mediante el secuestro”.

Primeras imágenes de los militares secuestrados.
Primeras imágenes de los militares secuestrados. | Foto: Pantallazo.

En comunicación del Ejército señalan que “los soldados cumplen con la misión constitucional asignada en la ley. Las operaciones militares son legítimas y coadyuvan a generar condiciones de seguridad y a propender por el goce de los derechos de la población civil. Se insta a la comunidad a no obstruir las operaciones militares, ya que esto puede constituir delitos, como lo consagra el Código Penal”.

Y no les falta razón, aunque se siguen presentando ya son varios los secuestros de este tipo y se pretende presentar como un cerco humanitario, en realidad estas retenciones ilegales no son más que un secuestro.

En esta ocasión, antes que representantes del Alto Gobierno dijeran una sola palabra sobre este nuevo secuestro, el Comando Contra el Narcotráfico y Amenazas Transnacionales, unidad orgánica de la División de Aviación Asalto Aéreo del Ejército Nacional, advirtió en un comunicado que “este comando rechaza enérgicamente estos hechos y procederá a interponer ante las autoridades competentes las denuncias respectivas por secuestro y asonada, entre otras conductas punibles que pudiesen configurarse”.

Este comando rechaza enérgicamente estos hechos y procederá a interponer ante las autoridades competentes las denuncias respectivas por secuestro y asonada, entre otras conductas punibles que pudiesen configurarse.

En las imágenes conocidas por SEMANA, se observa a varios sujetos encapuchados rodeando a los uniformados, en medio de la zona selvática, pero en las primeras informaciones aún no está claro cuántos hombres están secuestrados y por el momento no se conoce pronunciamiento del Ejército.

Los hombres de la Policía y el Ejército aún se encuentran secuestrados y en un trabajo articulado con la Defensoría del Pueblo, la Personería Municipal, la Alcaldía Municipal y demás autoridades civiles están buscando la forma para lograr la liberación.

Este caso revivió lo ocurrido en el sector de Los Pozos, en San Vicente del Caguán, en el Caquetá, donde un contingente del Esmad fue secuestrado por la guardia campesina y en el que murieron dos personas, un subintendente y un civil.

El testimonio de un secuestrado en el Caguán

Justamente, sobre este secuestro, que pretendió denominarse con el eufemismo de “cerco humanitario”, SEMANA reveló el testimonio de uno de los uniformados ante las autoridades que resultó desgarrador.

Primeras imágenes de los militares secuestrados.
Primeras imágenes de los militares secuestrados. | Foto: Pantallazo.

“Señores, les notifico que ustedes son prisioneros de guerra”. Esas palabras todavía retumban en la cabeza de un Policía que formó parte del grupo de 78 uniformados secuestrados por la guardia campesina en las instalaciones de la petrolera Emerald Energy, ubicada en la vereda Los Pozos, en San Vicente del Caguán (Caquetá). El testimonio es demoledor, deja claro que no fue ningún “cerco humanitario”; por el contrario, fueron torturados, humillados, maltratados y nunca recibieron apoyo.

El curtido suboficial de quien SEMANA se reserva la identidad por seguridad, formaba parte de la recién creada Unidad de Mantenimiento y Diálogo del Orden, nombre con el que el Gobierno rebautizó al Esmad. Cuenta que desde que llegaron a la zona se chocaron de frente con un ambiente totalmente hostil, “el helicóptero fue atacado con piedras por parte de manifestantes, que se contaban por miles”.

Tras varios días en la zona, en los que la búsqueda de un diálogo entre la policía y el líder de la manifestación fue en vano, la guardia aprovechó y en las primeras horas del 2 de marzo ingresó al campamento en el que estaban los policías y los atacaron con todo tipo de elementos.

El relato es detallado y contundente: miles de personas les arrojaban explosivos a una decena de policías resguardados en un lugar que tenía todos los elementos para estallar. “Había 20.000 barriles de crudo, tanques de nafta, un material sumamente inflamable. El respeto por la vida era nulo”.

Rápidamente, ordenó dirigirse a la “parte alta, rumbo a la base militar, para rescatar a los civiles que se encontraban todavía en la sede petrolera y recuperar el cuerpo de nuestro compañero asesinado. Lastimosamente, el plan no resultó y fuimos rodeados por esas personas, que, tras doblegarnos, empezaron a ejecutar todo tipo de actos degradantes e inhumanos. Fui electrocutado con un tábano, nos obligaron a quitarnos nuestros uniformes, nuestras armas, nos robaron hasta las cosas personales”.

En la macabra escena apareció Floro, a quien habían identificado como el líder, el mismo que se había rehusado al diálogo. Con su voz de mando “dio las órdenes para que les quitaran las armas de fuego y todos sus elementos. Luego se paró en una silla e hizo un canto de victoria, en alusión a que habían ganado la batalla”. De la boca de Floro salieron las palabras que marcan este relato: “Son prisioneros de guerra”. Este hombre, armado y con poder, les dijo que su vida estaba en manos de la guardia campesina.

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“Nos empezaron a golpear y amenazar con armas blancas, machetes, pistolas (...) pude percibir gente con armamento de guerra, con armas letales. Poco a poco llegó a la zona más y más personal totalmente armado”, cuenta el policía, el terror que vivieron.

Trofeos de guerra

Les quitaron absolutamente todo: cadenas, anillos, billeteras y celulares. La guardia, conocedora del terreno, los trasladó a un sitio más plano para continuar “con sus vejámenes y actos inhumanos. El compañero muerto fue ubicado en medio de todos para ser escupido, golpeado, centro de burlas y comentarios, actos que se alejan totalmente de la razón”.

Por si fuera poco, luego de retenidos, “nos montaron a un camión totalmente untado de mierda de vaca. Todo esto fue registrado en un video grabado por uno de los campesinos, mientras al fondo se escuchan las risas y los insultos. Nos dan un paseo por el pueblo como si fuéramos un trofeo de guerra, al compañero fallecido lo llevan en el platón, de una cama baja, y lo colocan como si fuera un trofeo, dan toda la vuelta, burlas, presiones de que nos iban a matar, que nos iban a picar, que si éramos muy machitos. No nos dejaban hablar, nos mantenían aislados, nos descalzaron”.

| Foto: afp

Después de amenazarlos con un nuevo traslado a zonas de conflicto, los volvieron a montar al camión infestado de boñiga. “La situación fue tan fuerte que un policía entró en un shock emocional, lo que obligó la atención inmediata de un enfermero, que le hizo reanimación con lo que pudo, la guardia le había quitado su botiquín”, contó el policía.

Con la llegada de la noche aumentaron las amenazas y el trato inhumano. “El traslado a otra región se suspendió, la zozobra por un supuesto operativo de rescate obligó a que se quedaran en un solo lugar: los policías fuimos obligados a ver cómo el cuerpo de nuestro compañero se descomponía por factores ambientales”.

   Los policías secuestrados fueron paseados por el pueblo y despojados de todas sus cosas, incluso las personales.
Los policías secuestrados fueron paseados por el pueblo y despojados de todas sus cosas, incluso las personales. | Foto: semana

“Les pedimos sacar al muerto, lo agarran, lo suben y lo botan como si fuera un bulto de papas en un camión, un perro callejero tal vez habría tenido un mejor trato”, recordó el hombre, quien todavía no se puede sacar de la cabeza esos duros momentos, por ejemplo, cuando, al mejor estilo de los campamentos nazis, los campesinos instalaron alambres de púas en las puertas y ventanas de la habitación donde estaban los uniformados para evitar que se escaparan.

“La orden era matarnos. Llegaron vehículos de alta gama, con música a todo volumen, descendían personas armadas, creo yo que eran comandantes guerrilleros. Digo que eran comandantes porque ordenaban. Era una doctrina en esta gente, como una jerarquía”, relató el teniente, que no dudó en llamar la atención sobre la formación militar que tenía la guardia y que no era de un campesino normal: “Formaban, recibían instrucción tipo militar, realizaban ejercicios de acondicionamiento físico sin armas, salían a marchar”.

El cerco que no existió

El 3 de marzo, con los primeros rayos de sol, por fin se cumplió lo prometido. Los policías secuestrados fueron trasladados a una base militar donde se encontraban el entonces director de la Policía, Henry Sanabria, y el ministro de Defensa, Iván Velásquez. Minutos después fueron trasladados hasta San Vicente del Caguán.

El teniente recordó que no recibieron apoyo del Ejército en toda la operación, reiterando que fueron dejados a su suerte. En su declaración, además, no se refirió a la figura del cerco humanitario ni tampoco presenció la negociación con los líderes de la guardia campesina, lo que sí queda claro con la narración es que los policías y funcionarios del Gobierno fueron secuestrados por los manifestantes. Incluso, otro de los policías retenidos reseñó que un funcionario sufrió un ataque de pánico en medio de la tensa situación.

En el tire y afloje del convulsionado acuerdo, las dos partes decidieron ponerle el eufemismo de cerco humanitario al secuestro, humillación y actos de tortura que sufrieron los policías.

A este curtido policía todavía le llama la atención recordar la manera en cómo los que se hacían llamar campesinos realizaban una división de su trabajo siguiendo lineamientos militares: “Estaban sumamente coordinados, tenían roles (...) pude observar cómo apagaban las cápsulas de gas lacrimógeno, un grupo se encargaba de las capturas de los policías, estaban los garroteros, sabían quién era quién, se relevaban entre ellos. Incluso se fueron a desayunar”.

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