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Cuatro cuchillos en la escena del crimen son un misterio: así mató a su hermanita, con más de 70 puñaladas, el adolescente que también acabó con la vida de su papá
SEMANA conoció un informe de los investigadores que llegaron a la escena del crimen en el que está consignado, en detalle, lo que ocurrió y las principales hipótesis.
SEMANA revela más detalles de la investigación que se adelanta por el crimen del mayor del Ejército, Fabián Humberto Bueno y su hija de siete años de edad, cuyos cuerpos sin vida fueron hallados en el interior de su vivienda en el conjunto Bosques de San Jorge, en la localidad de Suba, en el norte de Bogotá, en la noche del domingo 28 de julio.
Las autoridades tienen la plena certeza de que el autor de este crimen fue el hijo del oficial del Ejército, quien actualmente se encuentra con medida de aseguramiento especial por ser menor de edad. Los informes se recolectan de los primeros agentes que llegaron a la escena del crimen y que recopilaron las evidencias.
En uno de los apartes del informe de Policía Judicial, que demuestra la sevicia del autor del crimen, se narra lo que se encontraron cuando llegaron a la vivienda tras el angustioso llamado de la madre y esposa de las víctimas.
El adolescente, quien ya había intentado atacarla, se encontraba inmóvil, dispuesto para ser capturado. No pronunció palabra, ni dio señal alguna de arrepentimiento; sus manos estaban limpias, pese a que el cuarto de su papá y su hermana estaba bañado en sangre.
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En la escena, los investigadores encontraron cuatro cuchillos. El informe advierte que hubo una discusión previa entre el menor y sus padres, sin atreverse a asegurar que ese fue el detonante del ataque. Sin embargo, las declaraciones de los vecinos y del personal de seguridad en el conjunto residencial fueron suficientes para aprehenderlo y dejarlo a disposición de la Policía de Infancia y Adolescencia.
En audiencias preliminares, el adolescente aceptó su responsabilidad, reconoció ser el autor del doble homicidio en su propia casa y contra su propia familia. No dijo nada más, ni le tembló la voz para admitir el crimen, simplemente le preguntaron y él respondió. “Con absoluta frialdad y convencido de su aceptación, lo dijo en dos palabras y nuevamente quedó en silencio”, señalaron fuentes del proceso.
Sin embargo, hay un gran vacío en la investigación y se recolectan las pruebas para armas el rompecabezas. En el informe se anticipa que el proceso continúa y los hallazgos en la escena del crimen son dudas por resolver, seguramente con los análisis forenses posteriores. Pero resulta difícil creer que el hijo del mayor actuó solo o que el plan desde el inicio fue lanzarse con sevicia contra su familia.
Los investigadores recuperaron rastros de sangre en la casa que fueron enviados a Medicina Legal con los análisis biológicos a los cuerpos de las víctimas y que permitirán establecer si hubo sustancias alucinógenas o médicas que dejaron en estado de vulnerabilidad al oficial y a su hija, o que habrían facilitado el asesinato y la ausencia de respuesta del mayor, un hombre grande, de contextura gruesa y con más fuerza que su hijo, el homicida.
El cuerpo del mayor estaba en el suelo, de lado, y con el centenar de heridas repartidas por las extremidades, el pecho y la espalda. La misma escena acompañaba a la niña, pero en el otro cuarto. En las versiones entregadas por los vecinos se advierte que no oyeron gritos antes de la llegada de la madre, lo que abre nuevas dudas sobre las circunstancias en que ocurrió el doble asesinato. ¿Quién murió primero? ¿Cuál fue la primera víctima?