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Danna, la perra antiexplosivos que previno una tragedia
El Ejército descubrió una gran cantidad de explosivos en el Guaviare. Detrás de este hallazgo se encuentra la labor de una canina antiexplosivos. Esta es su historia.
El fin de semana pasado, en medio de la Operación Mayor José María Córdova, en el municipio de El Retorno, en la vereda La Lindosa, en Guaviare, el Ejército realizó un importante hallazgo de explosivos, el más grande encontrado en los últimos años en esta región. Este material pertenecería a las disidencias de las Farc, al mando de alias Iván Mordisco. Este importante hallazgo se logró gracias a la labor de Danna.
En los comandos militares un perro es más que un amigo, es un soldado más y cumple su papel como uno más. Estos caninos son los ángeles guardianes de cientos de tropas. Su olfato salva a los soldados de las inhumanas minas antipersona.
Los perros como Danna ponen su pecho con mucha valentía y, sin flaquear o mostrar señal de miedo, apoyan a los soldados en cuestiones de búsqueda, desarme, identificación de sustancias explosivas, entre otras.
En la espesa selva del Guaviare, Néstor Gregorio Vela, mejor conocido por su alias de Iván Mordisco, ha encontrado el lugar perfecto para esconderse, evadir la ley y cometer sus actos ilícitos. Sus fortalezas selváticas están invadidas de trampas que hacen que las fuerzas militares colombianas no puedan perpetrar fácilmente sus aros de seguridad, que en su mayoría están reforzados con explosivos. Sin embargo, los militares están apoyados de perros que usan su nariz y patas para luchar contra el narcotráfico y salvar vidas.
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En un día común y corriente, una escuadra del Ejército se despliega por un municipio del departamento de Guaviare para realizar sus labores de control en la zona y de erradicación de cultivos ilícitos. “Estábamos haciendo registro y control territorial en la vereda la Lindosa cuando a lo lejos se ve un plástico negro. Es allí cuando el puntero me llama a mí y a mi ejemplar canino para que ella pase a revisar”, recuerda el soldado profesional Jorge Armando Gaviria Montoya.
Sin temor alguno, Danna, la perra antiexplosivos, se dispone a seguir indicaciones y a poner en práctica todo su entrenamiento. Paso a paso, se va acercando a la sospechosa bolsa negra y, a medida que se aproxima, empieza a detectar un aroma que la hizo actuar extraño y bastante inquieta. El comportamiento de la perrita le hizo saber a su compañero de tropa, Jorge, quien la conoce mejor que cualquier persona, que algo no estaba bien.
“Mi comandante, hay algo allí porque ella no es así”, le dice Gaviria a su superior. Sin embargo, aún con la advertencia del soldado, la tropa no podía avanzar, no tenían la señal y no lograban saber qué era lo que pasaba o cuál era la amenaza.
Luego de minutos de silencio y del revoloteo de la soldado canina, esta por fin se sentó, señal que ella hace para dar a conocer positivo para explosivos.
Luego, los equipos antiexplosivos ingresaron con sus trajes de seguridad y encontraron 19 recipientes, cada uno con capacidad aproximadamente de 30 kilogramos de anfo, explosivo de alta potencia que combina nitrato de amonio y combustible derivado del petróleo. En total media tonelada.
Su rango de destrucción habría impactado 200 metros a la redonda, lo que hubiera ocasionado un gran número de pérdidas humanas. En definitiva, Danna se convirtió en una heroína.
Pero ese no fue el único hallazgo que se encontró detrás de aquellas bolsas de color negro. El binomio canino, junto con los demás soldados, incautaron alrededor de 30 kilogramos de metralla, 50 metros de cable dúplex, grameras, una tableta y dos explosivos eléctricos usados para detonar las cargas y otros tipos de material y dispositivos.
“Con esta incautación, evitamos que tropas del Ejército Nacional, que realizan actividades de erradicación de cultivos ilícitos, se vieran afectadas en su integridad. Asimismo, se evitó la afectación de la comunidad de la vereda La Lindosa (...) Estos explosivos fueron destruidos de manera controlada, su onda explosiva abarcó cerca de 250 metros. El Ejército continua sin descanso efectuando sus labores de erradicación en el departamento del Guaviare”, dijo el mayor general Antonio María Beltrán Díaz, comandante de la Cuarta División del Ejército, en el Meta.
Danna, la heroína
Por salvar aquel día a sus compañeros y a decenas de personas inocentes, en esta y otras acciones, Danna se ha ganado el derecho de ser tratada como un soldado más y a ser llamada “lanza”, palabra usada por los soldados para nombrar a su mejor compañero en el batallón.
Pertenecer al grupo antiexplosivos no es tarea fácil, no es para cualquiera. El soldado profesional Gaviria, de 29 años, lleva seis años como soldado profesional y se desempeña como guía canino. Para llegar a ser el compañero y máximo responsable de la perrita tuvo que pasar por un entrenamiento especial para entrenar caninos.
Con respecto a Danna, ella es un ejemplar que viene de un criadero de Bogotá. Desde cachorrita fue llevada a la Séptima Brigada del Distrito Militar No.5, en Villavicencio, Meta, donde inició su adaptación a la vida militar y donde se encontraría, con tan solo siete meses de nacida, con su compañero Gaviria.
En la institución, estos héroes de cuatro patas son tratados con mucho respeto, se les reconoce y por su valentía y habilidad para servir al país. Incluso cuentan con jubilación, plan médico y cualquier derecho que tiene un soldado común y corriente. “Para nosotros, los guías caninos, es un privilegio trabajar con estos perros antiexplosivos porque nos han salvado la vida a nosotros y a la población civil”, dice Gaviria.
La vida de estos perros está llena de peligros, día a día ponen el pecho, como cualquier soldado de las fuerzas militares en Colombia. Sin embargo, aquellos caninos que logran terminar su servicio activo les espera una vida llena de tranquilidad.
El soldado Jorge Gaviria, quien lleva cerca de cuatro años de servicio con Danna, ha creado una conexión y lazo especial con ella. Es por eso que espera poder seguir siendo su mejor amigo hasta el final de sus días.
“A mi lanza, Danna, le quedan aproximadamente cuatro años de servicio activo en el Ejército. Yo quiero que después de esos cuatro años, cuando ya la pensionen, pueda llevármela y brindarle mucho amor porque durante esos ocho años de servicio va a estar siempre conmigo. Yo la quiero como si fuera un hijo o mi mejor amiga”, cuenta el soldado.