DE PRISA, DE PRISA

A las carreras se aprobaron importantes proyectos en la recta final de las sesiones ordinarias

23 de enero de 1984

Después de haber recibido grandes elogios por la actividad desarrollada durante las sesiones extras de su primer año de funciones, el parlamento colombiano volvió al banquillo de los acusados por la forma como decayó su trabajo durante las sesiones ordinarias del segundo semestre del 83, que culminaron "a las carreras", en la segunda semana de diciembre.
Los peores vicios, que a comienzos del año parecían haber recibido un efectivo tratamiento de autocontrol por parte de los parlamentarios, reaparecieron durante el último semestre. En este período, el Congreso se caracterizó por la forma lenta y descuidada con la cual trabajó entre julio y octubre, cuando la falta de quorum se volvió permanente y obligó a los congresistas a aprobar proyectos de gran trascendencia de manera afanosa en las últimas semanas antes de la clausura de sesiones.
La prensa nacional reflejo estos hechos y mientras El Tiempo, a grandes titulares, hablaba de "La anarquía política en el Congreso", el editorialista de El Espectador se consolaba diciendo que "Es mejor un Congreso malo que ninguno". El columnista Daniel Samper Pizano fue un poco más lejos y habló de un "flojo balance final, triste crepúsculo del Congreso", después de criticar el hecho de que "iniciativas de trascendencia quedaron sepultadas porque la ley de corbatas parlamentarias no dejó tiempo para más". Uno de los pocos comentaristas que asumió la defensa del parlamento fue el politólogo Fernando Cepeda Ulloa, quien consideró que el Congreso es "un chivo expiatorio" de los problemas nacionales y pidió que la crítica al parlamento fuera sustituida por la crítica a los parlamentarios que no cumplen con su deber.
El presidente del Congreso, Carlos Holguín Sardi, se defendió la semana pasada calificando de "injustas" las críticas recibidas y explicando que las dos Cámaras están realizando "un gran esfuerzo para fortalecer la presencia del legislativo en la vida institucional".
SEMANA consultó los datos recogidos por la entidad Propúblicos, habitual asesora de la Unidad Investigativa de El Tiempo en el seguimiento del trabajo del Congreso e impecable fiscalizadora estadística de la labor parlamentaria, y pudo conocer algunas cifras referentes al último período de sesiones ordinarias.
En cuanto a los proyectos presentados en la Cámara de Representantes durante la legislatura ordinaria de 1983, resulta interesante destacar que de un total de 170, 36 correponden a celebraciones y connmemoraciones de aniversarios, fiestas o personajes de distintas regiones del país, proyectos que por consiguiente estuvieron muy lejos de significar obras o aportes concretos al desarrollo de un municipio o departamento.
De esos 170 proyectos presentados en las ordinarias de este año, 53 no recibieron debate alguno, 16 se quedaron en primer debate, 26 en segundo y 64 en tránsito.
En lo referente al Senado, 119 proyectos de Ley se originaron allí; 13 de ellos se refieren a conmemoraciones, apenas 12 a obras públicos y unos 5 a medidas sobre educación.
Entre los proyectos que quedaron enterrados se destaca entre otros el de la Corporación del Magdalena Medio, considerado un pilar de la política de pacificación de esa zona del país, donde este año se presentaron los más sangrientos episodios de violencia política y social.
Este proyecto era considerado el único que en forma concreta sentaba las bases sociales para una paz perdurable en esa región del país. Pese a ello, recibió duras críticas y aunque el Presidente Betancur envió mensajes de urgencia al parlamento para que lo estudiara y aprobara, algunos consideran que el gobierno no lo defendió en forma adecuada y por esa razón el Congreso lo enterró considerando que se trataba de un ente burocrático que no podría contar con recursos propios.
Muchos criticos del parlamento se quejaron de que este cuidado de los congresistas en evitar el crecimiento de la burocracia, no se reflejara a la hora de aprobar un proyecto de ley que establece que cada uno de ellos podrá contar con dos nuevos asesores. Lo que para los defensores de esta iniciativa significaba una mejoría en la asesoría y capacitación parlamentaria, tenía para sus críticos un inocultable sabor a consolidación clientelista.
La opinión pública en general llegá a oponerse al proyecto que fue calificado en la prensa nacional como el de "las 626 nuevas corbatas parlamentarias" y todo parecía indicar que sus críticos estaban ganando la batalla, pues obtuvieron del Presidente Betancur una declaración según la cual él objetará el proyecto.
Así como naufragó la Corporación para el Magdalena Medio, se empantanaron varios proyectos, entre otros aquellos que conformaban el paquete de apertura democrática, promovidos por el Presidente Betancur e incluidos en su programa de gobierno. Sólo la carrera administrativa, cuyo proyecto resultó mutilado por el Congreso, se salvó del naufragio de este paquete. La oposición liberal, por una parte, y el saboteo de un amplio sector del partido conservador a estas iniciativas presidenciales contribuyeron a este hundimiento.
La posición conservadora frente a Betancur y sus proyectos es uno de los aspectos mas interesantes de la crisis del actual parlamento. El Presidente había expresado en una reunión con las mesas directivas que el conservatismo era sólo uno de los integrantes del Movimiento Nacional, y eso fue interpretado por varios parlamentarios conservadores como una prueba de que Betancur no los representa y que, por lo tanto, ellos no tienen por qué respaldarlo.
Se perdió así buena parte de la disciplina que los parlamentarios conservadores parecían haber mantenido. Y esto contribuyó considerablemente a la anarquía que caracterizó las últimas sesiones y que perjudicó acuerdos políticos alrededor de importantes proyectos. Permitió, entre otras cosas, que muchos conservadores no atendieran el llamado de su directorio a votar en contra del proyecto que aumenta el número de asesores de cada congresista.
No obstante algunos datos aislados que revelaban aspectos en los cuales la labor parlamentaria parecía haber mejorado, como que el ausentismo descendió del 22 al 15 por ciento, todo indicaba, al término de las sesiones ordinarias de 1983 que este Congreso no ha resultado ni mejor ni peor que muchos Congresos anteriores.

LA PATADA
Poco antes de la medianoche del jueves 15 de diciembre, se desarrollaba un agitado debate en la plenaria de la Cámara de Representantes, en la cual se discutía el proyecto de ley que autorizaba un nuevo cupo de endeudamiento externo por 4.800 millones de dólares. El proyecto había sido combatido porque, según muchos congresistas, no consultaba los intereses de importantes regiones del país, entre ellas la Costa Altántica, y cuando se inició su debate en la plenaria de la Cámara, los ánimos ya estaban algo caldeados.
En medio de la sesión, la parlamentaria María Izquierdo de Rodríuez y algunos de sus colegas pidieron la verificación del quorum, que les fue negada por la Presidencia. "Nosotros sabíamos que el quorum era falso -contó la representante a SEMANA- y por eso pedimos la verificación. En la bolsa donde debían depositarse las balotas a la hora de votar, descubrimos 20 blancas que, por su color, indicaban 20 votos a favor del proyecto. Además, vimos que muchos empleados estaban siendo preparados para votar tambien a favor, a falta de representantes que completaran el quorum. Entonces comenzamos a reclamar airadamente con el apoyo de las barras y el representante Alfonso Rentería me dio una patada, en medio de empujones y codazos que me propinaban algunos empleados de la Cámara que estaban ahí para votar en vez de los representantes ausentes y que trataron infructuosamente de sacarme del recinto".
El representante Rentería también dialogó con SEMANA y aunque reconoció que hubo empellones en la sesión, negó haberle dado una patada a la representante boyacense. "Yo creo que accidentalmente la pisé. Le estaba diciendo que no nos chantajeara con las barras que había traído. Le reclamé la falta de respeto con la cual ella había tratado al ex ministro Hernando Agudelo Villa y al ministro de Hacienda Edgar Gutiérrez Castro. También le dije que le estaba faltando al respeto al partido liberal porque no obstante su analfabetismo en asuntos económicos, ella se había tomado la vocería de ese partido para vetar un proyecto tan serio como el del endeudamiento. Esa noche bochornosa comprobé algo que se repite en los corredores del Congreso: que los congresistas nos ganamos $ 150 mil mensuales, de los cuales $ 100 mil son por aguantarnos el discurso de María Izquierdo de Rodríguez y $ 50 mil por aprobar reformas tributarias, amnistías y otras leyes".