NACIÓN
Papeleta de la Paz: ¿Resucita la puja del Sí y el No?
Con el lanzamiento de Defendamos la Paz, un movimiento que busca garantizar que se cumpla lo pactado en La Habana, las piezas en el tablero político del país se acomodan bajo los mismo parámetros de polarización que marcaron el plebiscito de 2016. ¿Qué está en juego?
Dos años después del triunfo del No en el plebiscito, entre las cenizas se reconfiguran las fuerzas que refrendaron el acuerdo de paz. Bogotá es el escenario donde toman forma las iniciativas que impulsan los vientos que soplan en las redes sociales.
#DefendamosLaPaz, #YoDefiendoLaJEP y #DuqueFirmeLaLeyJEP son algunos de los hashtags con los que los usuarios por estos días en Twitter ratifican su apoyo a la implementación. A la par y desde la otra orilla, se impulsan las etiquetas: #ConLaJEPNoHayPaz, #ConJEPnoHayPaz y #JepEsImpunidad. Y lo hacen con la misma efervescencia con la que se libró la batalla para convencer a los indecisos de que el acuerdo de paz estaba en contravía de los valores considerados esenciales para los colombianos.
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La demora del presidente Iván Duque para sancionar la ley estatutaria que reglamenta el funcionamiento de la Jurisdicción Especial de Paz se convirtió en la gota que rebosó la copa y la que terminó este miércoles activando el ship de la acción.
Reunidos en el Auditorio Porfirio Barba Jacob, del Centro Cultural Gabriel García Márquez en la capital, más de una centena de políticos, activistas, líderes, víctimas, académicos, periodistas, artistas, estudiantes e integrantes de ambas delegaciones de la mesa de diálogo que estuvieron en La Habana, se reunieron para ponerle rostro al movimiento. "Somos hombres y mujeres que tenemos distintas orientaciones políticas, pero que nos une el mandato constitucional que estipula: la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento", tal como quedó consignado en el primer documento.
Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo, Guillermo Rivera, Clara Rojas, Antanas Mockus, Antonio Sanquino, Iván Cepeda, María José Pizarro, Patricia Lara, Álvaro Leyva, Roy barreras, Juanita Goebertus y Ángela María Robledo, además de la bancada de la Farc, fueron algunos de los que se juntaron en el pequeño recinto para exponer sus preocupaciones y de pasó fijar las líneas de acción con las que tratarán de enderezar el aterrizaje de los acuerdos de paz. Juan Fernando Cristo fue el primero que tomó la palabra. Les dio la bienvenida y celebró la acogida que tuvo la convocatoria que se comenzó a cocinar desde diciembre.
"Son muchas las preocupaciones que tenemos", dijo el exministro después de leer una lista de las amenazas en ciernes sobre el acuerdo: la muerte de líderes sociales, la falta de financiación y la dificultad que viene enfrentando la Jurisdicción Especial de Paz para comenzar a funcionar con todas las de la ley.
En seguida, se ratificó la urgencia de la creación del movimiento y los asistentes suscritos oficializaron el nacimiento de Defendamos la Paz. Está el nombre, no hay logo, ni emblemas pero si un rosario de preocupaciones que sin necesidad de debate, ya generan consenso. Esa al menos fue la sensación que despertó la senadora Juanita Goebertus cuando hizo público el detallado control que le viene haciendo al Plan Nacional de Desarrollo. En el Congreso el tema ya se comenzó a discutir, lo insólito a su juicio, es que poco o nada incluye el proyecto del Plan Marco de Implementación del que se habló cuando el Estado suscribió el aterrizaje de los acuerdos de La Habana.
La lista es larga: 1) Proponen reparar 282.000 víctimas menos que en el anterior cuatrenio. 2) No contempla ni una sola meta de restitución de tierras. 3) No hay referencias frente a los 13.000 excombatientes de Farc que deben agotar su proceso de reincorporación. 4) Se dice que solo se avanzará en 64.000 casos de sustitución efectiva de cultivos ilícitos. 5) no rotula las secciones del Presupuesto General de la Nación, específicamente destinadas en materia de paz, y 6) no asegura que los recursos de obras por impuestos de las Zonas más Afectadas por el Conflicto Armado (Zomac) se prioricen para las zonas que tienen Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET).
¿Regresó la Patria Boba o nunca se fue?, se preguntó Humberto de la Calle. "Le quedamos bien con la paz, pero vamos a quedar mal con el posconflicto", dijo Juan Camilo Restrepo. Aprovecho mi condición física para decirle al Gobierno: -¡no titubee como yo!", sentenció Antanas Mockus y el auditorio soltó una carcajada. "Hay que pasar de las palabras a la acción", propuso Redepaz. "Gracias por ayudar a recoger las trizas y volver a armar lo que hicimos", les dijo a todos Timochenko.
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Con la misma nostalgia con la que la mitad del país se embriagó un día después del plebiscito de paz, los formadores de opinión se organizan para trabajar y demostrar que no están desconectados de las decisiones ciudadanas. Hace tres años no fueron suficientes los editoriales, declaraciones de artistas, testimonios de víctimas y expresiones de perdón, para contrarrestar los temores asociados a la refrendación. Por eso, esta vez se comprometieron a través de acciones, conquistar el corazón de una mayoría con una propuesta en apariencia fácil de transmitirle a la gente: "la paz".
A pesar de que las primeras acciones se encaminaron a presentar el movimiento ante la sociedad y dirigir una carta al presidente Duque solicitándole que sancione la ley estatutaria de la JEP, también se lanzaron un par de propuestas que a simple vista tuvieron eco: una papeleta en las elecciones de octubre para preguntarles a los colombianos "si quieren la paz o devolverse a la guerra", ejercicios en territorio, hasta con excombatientes, que le permitan a los colombianos de a pie palpar los réditos que dejó haber firmado un acuerdo de paz con las Farc e instalar un refugio humanitario en Bogotá que durante más seis días haga visible el papel y riesgo que corren miles en los territorios.
"El país comenzó a experimentar una transformación esperanzadora a raíz de la firma. Por primera vez en la larga historia del conflicto se registran acontecimientos que permitan entrever, con realismo, la posibilidad de una paz global y definitiva (...) un proceso no exento de retrocesos, álgidas controversias políticas, errores, e incluso derrotas parciales y temporales. Las inmensas dificultades propias de la construcción de un cambio histórico, pero también, un proceso al que se oponen fuerzas que intentan debilitarlo e incluso destruir, y de este modo retrotraernos a la condición de un nuevo ciclo de confrontación armada generalizada", dejaron por escrito los simpatizantes.
Pero el encuentro en el centro de Bogotá será más que un gesto simbólico. Como nunca antes la implementación del acuerdo de paz se había encontrado en un momento tan crucial. Seis meses después de que el presidente Duque asumió el mando, todo está por definirse. No solo como viene ocurriendo en materia de justicia transicional sino también a la hora de materializar qué tanta disposición y voluntad política hay para sacar adelante los proyectos que se les prometió a las comunidades, se pondrían en marcha con la firma del fin del conflicto con las Farc.
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Aunque los ánimos se habían calmado, el país vuelve a vibrar con una polarización que casi no tiene antecedentes y que guarda una estrecha similitud con el ambiente que se respiraba hace tres años. Esta vez, sin embargo, no se trata de votar por el sí o por el no, sino de salir o no en defensa de la aplicación de los acuerdos con los que se les prometió a millones de colombianos cambiarles la vida.
Algunos consideran que el escenario de polarización se parece, si acaso, al que produjo el Proceso 8.000 durante el gobierno de Ernesto Samper en los años noventa. Pero lo que se inició como un pulso belicoso pero personal entre el presidente Juan Manuel Santos y su antecesor, Álvaro Uribe, definitivamente se enquistó en miles de colombianos que ahora más que nunca, tomaron las banderas para defender una causa que a todas luces va más allá del vínculo que tengan con los expresidentes.