Desapariciones
Desaparecidas en México: las dramáticas historias de tres colombianas que no volvieron
Nataly, Tatiana y Alia viajaron a ese país, pero nunca las volvieron a ver. Sus familias, desde Colombia, siguen esperando la verdad.
Decenas de colombianas han desaparecido en México en los últimos años y sus familias y amigos las buscan, guardando alguna esperanza, que cada día cuesta más sostener. Como lo reveló SEMANA, el expediente de estos casos está manchado de narcotráfico, engaños y esclavitud sexual.
En un país en donde hay más de 85 mil desaparecidos, como México, los familiares de las víctimas colombianas de desaparición sienten que el trabajo de las autoridades ha sido insuficiente, casi nulo, para encontrar la verdad.
Estas son algunas de las historias de familias que llevan meses o incluso años buscando a sus hermanas e hijas:
Nataly Alejandra Ángel
En enero de 2020, la joven de 32 años –hoy 33– les dijo a sus familiares que había conseguido un trabajo en el negocio de las apuestas. Empacó maletas y se fue para la ciudad de Guanajuato a perseguir una oportunidad que no les generó desconfianza a sus seres cercanos.
El 18 de junio de 2021 desapareció. Unos días después, Édgar Hernando Ángel recibió la llamada de una mujer, quien le informó que su hermana no había llegado a casa, después de una salida el viernes anterior. “Me dijeron que la habían ido a buscar, pero que las habían amenazado y dicho que no la siguieran buscando”, relata.
Por su propia cuenta, dedicó horas a difundir la foto de su hermana en redes sociales, con la esperanza de que recibiría alguna noticia. En esas, se topó con una persona que le compartió un archivo de audio en el que se oía a la misma mujer que le contó de la desaparición, ofreciéndole a Nataly Alejandra la oportunidad para irse a México a trabajar como escort, con “un tal ‘Rasguño’”. El negocio de apuestas del que ella les había contado a sus parientes era una fachada para esconder el que realmente iba a realizar.
El hermano de la víctima se puso en contacto con la supuesta amiga de Nataly, en busca de pruebas o pistas de lo que realmente pudo sucederle. Esas llamadas las grabó, pues notó contradicciones y mentiras en el discurso de la mujer.
A través de la Cancillería de Colombia, Édgar se acercó a la Fiscalía mexicana, que recibió la denuncia de desaparición. Por su parte, le entregó las evidencias que él mismo recopiló, incluyendo dichos audios y conversaciones.
Después de eso, las autoridades mexicanas contactaron a esta mujer, quien según él, sigue diciendo mentiras. Por ejemplo, no declaró la supuesta amenaza de la que le habló en la primera llamada y cuando le preguntaron al respecto, lo negó. Asimismo, aseguró que su voz no era la de los audios aportados por Édgar.
El hermano de la víctima tiene total certeza de que Nataly quedó envuelta en una red de trata de personas entre Colombia y México, pero a pesar de sus propias indagaciones y aportes a las autoridades, siente que el trabajo desde ese país ha sido “paupérrimo y mínimo”.
Tatiana Zuluaga
Martha Isabel Zuluaga Cardona describe a su hija como una mujer joven, inteligente, amable y bellísima. Tatiana es enfermera y hace algunos años se fue a vivir a Bogotá y dejó Villavicencio, en donde nació y creció. El 8 de septiembre cumplió cuatro años de haber desaparecido en México.
Una amiga de ella le presentó a una señora en una fiesta. Esa mujer, supuestamente, tenía cáncer de seno y necesitaba a una enfermera, y le hizo una oferta a la joven del Meta para que trabajara con ella.
Para Tatiana era difícil decir que no, pues es mamá soltera de tres hijos y necesitaba los ingresos que podía darle ese trabajo. Después de algunas semanas de trabajar con la señora, en septiembre de 2017, ella le pidió que la acompañara a México, para cobrar una plata que le debían allá.
El 8 de septiembre, la joven de 29 años llamó a su familia en Villavicencio para reportar que estaba bien, tras el terremoto que sacudió el estado de Puebla. A mediodía iría a reclamar una plata con “doña Cristina”, después de que la recogiera otra mujer de nombre Verónica.
“La recogió, se la llevó y nunca más volvió a aparecer”, cuenta su mamá, quien viajó a México a investigar el caso de su hija desaparecida hace tres años con el programa Séptimo día.
Después de indagar, se dio cuenta de que Cristina, la supuesta paciente oncológica, había estado presa por extorsión y secuestro durante cinco años en Bogotá, precisamente porque había mandado a más mujeres a ese país en una modalidad similar. Asimismo, descubrió que la señora Verónica no se llamaba así, sino que su verdadero nombre era Amanda Arenas y además, que había viajado a Bogotá a conocer a su hija antes del viaje de ella a México.
Martha Isabel nunca se sintió cómoda con la idea de que su hija viajara con esa mujer, pero sabe que manipuló a Tatiana hasta ganarse su confianza. Hoy cree que Cristina fue la que la vendió a una red de trata de personas, pero asegura que ella no se fue con una promesa de trabajo en ese país.
“De hecho, mi hija había estado en Estados Unidos y había traído una plata de allá que se había ganado y le prestó a doña Cristina 40 millones de pesos”, cuenta, y agrega que en el camino ha descubierto que varias personas más que formaron parte de ese camino se hacían llamar de una manera que no correspondía con sus nombres de verdad.
Martha Isabel Zuluaga piensa que el trabajo de las autoridades en México ha sido deficiente. “Parece que se hubiera perdido un perrito”, dice antes de detenerse para contener algunas lágrimas, pues lleva cuatro años esperando una respuesta que no llega.
Cuando estuvo allá, entendió que México tiene las huellas de la desaparición marcadas a fondo, pero las autoridades ni siquiera pueden responder por esos casos.
“A uno todo el mundo lo olvida, usted sabe, la única persona que no es la madre”, expresa con dolor Martha Isabel y agrega que sigue esperando y guardando algo de fe, con respecto al destino de su hija.
Alia Vanessa Uribe
Hace ocho años que Luz Dary Calderón busca hace su hija Alia Vanessa, a su vez mamá de dos hijos y quien hoy tendría 38 años. Se despidieron en Colombia el 17 de septiembre, cuando la joven madre emprendió un viaje a Cancún, que terminaría en noviembre. La mujer pretendía salir del país con una amiga, a quien devolvieron las autoridades de migración y no pudo llegar a México.
“Ellas iban en son de turistas, pero ella llevaba ropa, vestidos de baño y bolsos que yo confeccionaba para que ella vendiera, también accesorios”, recuerda la mamá de Alia.
Desde el momento en que se fue, madre e hija mantuvieron contacto casi a diario. Hablaban por teléfono y se enviaban mensajes, hasta que de un momento a otro se cortó la comunicación.
Luz Dary no comprende por qué, pero su hija estaba en Morelia, ciudad de México, antes de eso. Alia Vanessa desapareció el 30 de noviembre de 2013, dos días antes de la fecha en que iba a devolverse. Supuestamente, en una salida a comer, se paró al baño y nunca regresó o eso le dijeron a Luz Dary.
Lo último que le dijo a su mamá por teléfono un par de días antes fue que estaba en una ciudad muy peligrosa y que no podía hablar muy bien. “¿Pero cómo así que una ciudad peligrosa? ¿Usted no está en Cancún?”, le preguntó en esa última llamada, a lo que Alia respondió que no podía contarle mucho más al respecto.
El administrador del hotel puso la denuncia un mes después de que la mujer no regresara, algo que para la mamá es bastante sospechoso. Mientras tanto, ella buscaba pistas, tratando de encontrar la respuesta de dónde estaba su hija.
Así, encontró el contacto de un hombre que le dijo que Alia Vanessa ya se había devuelto a Colombia, pero Luz Dary sabía que eso no era cierto, pues era ella quien iba a comprarle el tiquete de regreso. Después de unas horas de esa llamada, esa misma persona volvió a llamarla y le confirmó lo que temía: su hija estaba desaparecida.
“Yo tengo la sospecha de que él tuvo que ver ahí, pero al muchacho ya lo mataron”, piensa hoy Luz Dary, pues después supo que era parte de Los Caballeros Templarios, un cartel nacido en Michoacán y aliado del de Sinaloa.
Siete años después, mantiene la esperanza. Reza mucho y tiene fe, aunque no ha tenido el apoyo de las autoridades que querría. Todo el apoyo que tiene después de ocho años, proviene de asociaciones de familias de personas desaparecidas, en condiciones similares.
“Las autoridades de México no hacen nada ni por los de allá (...) Allá los que trabajan son los colectivos, no las autoridades”, opina Luz Dary, quien siente que el trabajo de la Policía y la Fiscalía de ese país ha sido muy malo.