ELECCIONES 2023
Desde el cabecilla hasta el ‘mochilero’; este es el entramado para la compra de votos en Colombia
Previo a las elecciones del domingo 29 de octubre, el coordinador jurídico de la MOE dibuja la ruta de ese delito electoral que va en contra de la democracia y del futuro del país.
Como si se tratara de un mercado persa: “a 50.000, a 100.000, a mi, a mi”. Así ha sido dibujada en Colombia la compra de votos, una práctica anquilosada que cada año electoral despierta en la temporada previa a los comicios y nada que puede ser erradicada.
Para que se de esta actividad corrupta, como en las peleas o en el romance, se necesitan dos y ambos son igualmente responsables. El que compra suele tener un interés relacionado con el poder, que, posteriormente, cuando ‘se corona’, tras haber hecho el fraude de comprar lo que debe ser libre, le genera réditos. Bien es sabido que un mandatario local mueve contratos a granel, decide sobre empleo y sobre voluminosos recursos que tiene que ejecutar cada región.
El que vende el voto cree que está haciendo una hazaña y se ampara en que, de cualquier manera, todo seguirá igual en el país, así que, mejor recibir algo en vez de nada, sin pensar en que está contribuyendo a que se mantenga el statu quo, que perpetúa el atraso de cada región.
Pero cuidado, quien participa en la compra de votos podría estar siendo parte de una estructura criminal, según señala Camilo Mancera, director jurídico de la de Observación Electoral). “Esto no se trata solo un candidato tratando de comprar votos. Es parte de unas estructuras quMOE (Misión e ya están organizadas, que ya están montadas y que lo que hacen es ofrecer paquetes de votos”.
Así es el entramado
1. La cúpula de la corrupción. El delito electoral de la compra de votos, según expresa el director jurídico de la MOE, se cocina durante largo tiempo y va reclatando personas mucho antes de que empiecen las jornadas, como la que habrá en el país este domingo.
La ruta de la compra de votos empieza con un candidato que a toda costa quiere ganar una elección y se acerca a gente con mucho dinero, sin importar cuál sea la procedencia del mismo.
2. El financiador. El platudo, en el caso de la compra de votos como parte de una estructura criminal, no trabaja por altruismo. También quiere su tajada. Para ello arriesga cuantiosas sumas, pues, en muchas ocasiones, el financiador es alguien con nexos en el narcotráfico, con grupos armados ilegales o con organizaciones delincuenciales. Pero también hay funcionarios y contratistas corruptos que tienen la intención de que el político, cuando tenga el poder, tome decisiones que les favorezcan.
Así pues, el platudo se convierte en el engranaje de la organización, según lo referenciado por la MOE, pues hasta aquí, hay alguien por quién votar y plata para que todo resulte.
3. El pescador. La otra estación de esta ruta es el que consigue los votos, que lo puede hacer por varias vías, ya sea comprando, convenciendo o amenazando.
Si hay dinero también existe capacidad de movilización de personas. Por esa razón, cuando lo que media es la plata para comprar el voto, el implicado negocia con el cabecilla de la estructura la obtención de un número determinado de votos, “y eso cuesta tanto”.
Aunque, no siempre lo que esta de por medio es la plata. También se juegan los puestos, los contratos con el Estado (tanto laborales como para hacer obras), el cemento...
Colombianos testimonian que en algunos lugares, trabajadores de las alcaldías deben conseguir votos, como sea, incluida la compra, para evitar el riesgo de perder el puesto, por ejemplo.
En el análisis de la MOE, en este peldaño se trata de buscar a quien no le importa vender su libertad de conciencia o a quien pueden quitarle su decisión a las malas.
La tarea requiere de cierto tiempo, por lo que hay encuentros, reuniones, contactos.
4. El técnico en reclutamiento. En Colombia se quedó en el imaginario ese adagio popular que dice que, en el amor y en la política todo se vale. Los técnicos en reclutamiento de votos que hacen parte de estas estructuras, echan mano de lo que sea. La MOE dice que a veces son ingeniosos, pero en ocasiones, indignantes.
La experiencia de la Misión de Observación les permite mencionar ejemplos como el de viejitos de un ancianato o pacientes de un hospital mental, que son reclutados por el que se proclama como pariente y encargado de llevarlos a la mesa de votación.
5. ‘El mochilero’. El nombre quedó del pasado, cuando en los pueblos, el mismo día de las elecciones, se movían grandes cantidades de dinero que hacían tambalear a los bancos, poco acostumbrados a que se hicieran retiros por altos montos que les eran entregados a los encargados de comprar directamente el voto al votante. Ahora, con el paso del tiempo y la evolución de la vigilancia, el pago del sufragio se hace, inclusive, a través de fundaciones que entregan las dádivas a los electores.
El caldo de cultivo de la compra de votos, es la pobreza y la necesidad, al igual que la corrupción, pues el ciudadano tiene la percepción de que le da igual vender o no vender el voto, para que en los resultados, siempre salgan elegisos los mismos, los de las maquinarias.