NACIÓN
La tragedia de Manizales fue causada por acciones humanas
El geofísico Gonzalo Duque, profesor de la Universidad Nacional en Caldas, analiza el deslizamiento que dejó 17 muertos. Asegura que 60 años de asentamientos sobre laderas inestables ocasionaron el incidente fatal.
A Manizales, por tradición, se le reconoce como la ciudad "fría y falduda". Esa descripción encaja con la radiografía que hace Gonzalo Duque, geofísico y docente de la Universidad Nacional en la capital de Caldas. Según el experto, por cerca de 60 años se construyó sin control en las laderas, una situación que ha generado numerosas tragedias. De ahí la manida frase “quien viva y conduzca un vehículo en esas faldas es un verraco”.
A partir de la década de los 90, los líderes políticos, los empresarios y la academia comenzaron a trabajar para desalojar las zonas de altos riesgo, donde se edificaron numerosos barrios populares, como La Playita, una invasión asentada en las faldas del cerro San Cancio y cerca de una quebrada. Alrededor de 300 familias fueron reubicadas durante la administración del exalcalde Luis Roberto Rivas.
La ciudad entró en un proceso de reurbanización para retirar las viviendas de las áreas de riesgo. Sin embargo, aún quedan sectores tradicionales de hasta 50 años, que con el tiempo y los cambios climáticos se han debilitado y presentan problemas de erosión y fallas geológicas, asentamientos no planificados que hoy están consolidados.
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Según Duque Escobar, que también es miembro del Consejo Territorial de la ciudad, en las zonas de la tragedia del pasado miércoles, además de las altas pendientes y de los frágiles suelos, convergen circunstancias humanas, relacionadas en especial con la ocupación conflictiva de laderas de protección y alrededor de los cauces de agua. Todo se conjugó para originar una emergencia que cobró por lo menos 17 vidas y dejó 75 viviendas arrasadas y 500 familias afectadas.
Según el docente, “con el modelo de ocupación del territorio, la debilidad institucional y la falta de herramientas normativas y tecnológicas se ha venido construyendo la vulnerabilidad del hábitat que explica la tragedia”.
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En la ladera de San Cancio, el cerro tutelar de la ciudad, la sustitución del bosque por coberturas agroforestales ocasionó que la abundante lluvia, que no pudo ser retenida por la vegetación, se transformara en un torrente que erosionó el suelo. Así se produjo el deslizamiento, cuyas peores consecuencias se sintieron en el barrio Aranjuez.
Según José Octavio Cardona, alcalde de Manizales, aún hay alrededor de 2.000 familias en zonas de riesgo, a las que es urgente reubicar, para lo que pide el apoyo del gobierno nacional.
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Por eso, Duque insiste en que en el Plan de Ordenamiento Territorial de Manizales se deben contemplar los instrumentos normativos suficientes para restarle la presión que han puesto los humanos sobre las frágiles laderas. Así mismo, considera que es necesario replantear el alcance y la cobertura de los estudios geotécnicos y de seguridad, para ajustarlos a las amenazas climáticas y al calentamiento global.