¿DESMONTANDO EL MURO?

Gira de los galanistas y oficialistas por Alemania es objeto de múltiples interpretaciones

16 de julio de 1984

"Encuentro en Berlín" parecía ser el título de la película sobre el viaje de diez representantes del Partido Liberal invitados por la Fundación Nauman del liberalismo de Alemania Federal. Varios artículos de prensa se publicaron durante la semana tratando de determinar el verdadero alcance de lo allá sucedido. Dependiendo de la actitud que se tuviera frente a la supuesta cumbre en Alemania, algunos, los más optimistas, la elogiaban ya como un Benidorm interno del partido, mientras otros, los más suspicaces, sospechaban un nuevo Sincelejo, esta vez en el exterior.
La verdad de todo es que no hubo ni mucho encuentro, ni fue en Berlín.
En realidad no pasó nada diferente de lo que podía sucederle a diez colombianos, todos políticos, todos liberales, que se conocen desde hace años y que se pasearon juntos en un medio extrano donde no había otra cosa que hacer que hablar de política todo el día que, de por sí, es lo que usualmente hacen en Colombia. Los viajeros eran: Luis Carlos Galán, Patricio Samper y Fernando Sanz Manrique, por el Nuevo Liberalismo, y Carlos Lemos Simmonds, Eduardo Mestre, José Fernando Botero, Ernesto Samper Pizano, Horacio Serpa Uribe Juan Manuel Santos y Virgilio Barco Vargas. El "sentido de cumbre" que tuvo la gira obedeció a que los dos protagonistas principales de la política liberal en la actualidad, Barco y Galán, no viajaron desde Colombia con el grueso del grupo, sino que se sumaron en etapas intermedias del viaje. El primero vino desde Israel y Turquía y el segundo desde Londres.
Antes de la llegada de Galán, el único impasse que rompió la cordialidad del grupo fue una discusión entre Fernando Sanz Manrique y Eduardo Mestre. En ella, Sanz argumentaba con vehemencia que el candidato para 1986 debía ser Galán; y Mestre, barquista de la clase "A", se opuso rotundamente. Pero el incidente no duró más que la sobremesa de un almuerzo. De resto, el espinoso tema de la unión y del candidato se trató más en términos de chiste y de anécdota que de objetivo político del viaje.
Una noche, los diez miembros de la delegación se encontraban cenando en un restaurante de Munich y, mientras comían todos de una gran bandeja de salchichas, Barco comentó que no dejaba de resultar extraño ver comer del mismo plato a oficialistas y galanistas. Rápidamente Galán respondió que si bien estaban comiendo del mismo plato, no así la misma salchicha. Días antes, durante una gira en bus por Berlín oriental, el grupo galanista se durmió y uno de los oficialistas propuso aprovechar esta circunstancia para dejar a Galán del otro lado del muro y así resolver, de una vez por todas, el problema de la disidencia liberal. Lo demás fue turismo e intervenciones de los viajeros en diferentes foros organizados por los anfitriones. En esto último, el nombre de Colombia fue dejado en alto, pues cada uno de los temas tratados por los colombianos, fue manejado con muestras de gran conocimiento y dominio por su respectivo expositor.
Curiosamente, aun cuando no se habló explícitamente de los temas sobre los cuales se especulaba en Colombia, entre foros ideológicos y visitas a los castillos de Baviera, fueron quedando tácitamente una serie de conclusiones políticas alrededor del viaje. Estas, más que ser el fruto de pactos, virajes o entregas, son simplemente la confirmacion de tendencias que se habían comenzado a delinear en Colombia hace algunas semanas, principalmente como consecuencia de los resultados de las elecciones de mitaca. SEMANA interrogó a la mitad de los asistentes a la invitación de la fundación Nauman y todos coinciden en algunos elementos que, aun cuando previsibles, resultan de gran importancia para la definición del futuro del Partido Liberal. El primero de ellos es que, aunque Galán mantendrá oficialmente su candidatura, midiendo fuerzas en una consulta popular, lo hará a sabiendas de que es una jugada estratégica para conservar a su movimiento unido hasta las parlamentarias, ya que él mismo sabe que no podrá ganar esas elecciones.
Una vez constituída así su fuerza parlamentaria, quedará en posición de negociar la unión liberal ejerciendo influencia en la selección del candidato. Obviamente, esta misma estrategia le impide al galanismo reconocer que la candidatura no llegará hasta el final y que hay posibilidades de unión. De ahí que los directores alternos del Nuevo Liberalismo negaran con vehemencia todas las interpretaciones hechas en Colombia alrededor del viaje a Alemania. La segunda conclusion es que, pese a que Galán asegura que no habrá "dedocracia" en la selección del candidato, sino un proceso de escogencia popular, él y sus seguidores anticipan en el fondo que el candidato será Barco.
Esto no obedece tanto a preferencias personales, como al hecho de que, tanto el electorado galanista como parte de sus dirigentes, han sido o pueden perfectamente convertirse en barquistas. La tercera conclusión es que la única candidatura con algunas posibilidades de enfrentar a la de Barco es la de Augusto Espinosa. Paradójicamente, se atribuye más significación a la cordialidad que reino entre éste y Galán durante su entrevista en Londres, que a la que reinó con Barco en Alemania, a todas luces más previsible para los entendidos. Espinosa confirmó que, aunque su nombre está a disposición del partido, desea que las cosas evolucionen normalmente, en vez de precipitarlas.
Por eso no piensa adelantar su regreso a Colombia, que tiene previsto para final del año.
Gaseosas como pudieran parecer estas conclusiones, permiten sin embargo anticipar un hecho concreto de gran trascendencia: que un día no muy lejano, galanistas y oficialistas estarán comiendo no sólo del mismo plato sino la misma salchicha. -