EFEMÉRIDE

Diez años del comienzo del fin de las Farc

El 4 de febrero del 2008 millones de colombianos salieron a las calles para expresar su rechazo a la guerrilla. Ese día, la organización que se autodenominaba ‘Ejército del Pueblo’ comenzó a desmoronarse. Ahora escriben una nueva historia por el camino de la democracia.

4 de febrero de 2018
| Foto: SEMANA

Un millon de voces contra las Farc. Así se le llamó a la más multitudinaria marcha cívica que Colombia recuerde en toda su historia. Al final fueron más de cuatro millones los colombianos que salieron a las calles de todo el país, y los residentes en el exterior que también decidieron pronunciarse. Nunca antes en las más de cuatro décadas del conflicto armado, el país había volcado contra una organización ilegal que se autodenominaba ‘Ejército del Pueblo’.

Eran tiempos del gobierno de la ‘Seguridad Democrática’, del presidente Álvaro Uribe. Aunque la prioridad era el debilitamiento militar de la guerrilla, por aquellos días la puerta a una salida negociada no estaba cerrada con candado. Aunque así pareciera. Por ejemplo, la entonces senadora Piedad Córdoba había sido autorizada para mediar por la liberación de los secuestrados, en ese momento eran casi una decena los políticos en poder de la guerrilla, y que hacían parte de la denominada lista de canjeables. Piedad junto al presidente Hugo Chávez intercedieron para la liberación de varios de los secuestrados.

Sin embargo, las liberaciones de Clara Rojas y Consuelo González de Perdomo, el 10 de enero de ese año, también trajeron noticias de quienes aún quedaban en lo profundo de la selva. Las cartas y pruebas de supervivencia de decenas de policías y soldados, de otros excongresistas, de Ingrid Betancourt y los tres contratistas norteamericanos, fueron conocidas por todo el país a través de los medios de comunicación. La crudeza de los relatos y algunas fotografías como la de Ingrid Betancourt, delgada, aferrada y resignada a un rosario que tenía en sus manos, conmocionaron al país y provocaron la mayor indignación hacia las Farc, que ya tenía un amplio historial de actos terroristas y muchas vidas inocentes encima.

Esa indignación había comenzado en la última semana del 2007. Las Farc se habían comprometido a liberar a Emmanuel, el hijo de Clara Rojas, el niño que nació en cautiverio en la selva. Sin embargo inteligencia del Gobierno descubrió que la guerrilla no lo tenía en su poder, y que al parecer lo habían abandonado en un hogar del bienestar familiar años atrás. Las Farc así lo reconocieron días después. Pareció la gota que rebosó la paciencia.

Comenzaba la revolución de la redes sociales, y fue a través de Facebook que varios jóvenes se unieron para organizar la manifestación. Un grupo en esa red social pasó en pocas horas a tener más de 10.000 usuarios. Los nombres de Oscar Morales, Carlos Andrés Santiago, Rosa Cristina Parra, Álvaro González, Pierre Onzaga, Cristina Lucena, entre otros, se hicieron protagonistas al promover la iniciativa que tenía como propósito expresar el rechazo contra los actos de violencia y el terrorismo cometidos por las FARC, como atentados con carro bomba, el reclutamiento de niños, la siembra de minas antipersonales, el desplazamiento forzado, las masacres perpetradas y el secuestro de miles de colombianos y extranjeros, más allá que clamar por un acuerdo de paz. El grupo de Facebook había reunido a 250.000 usuarios en cuestión de días.

El lunes 4 de febrero fue el día señalado.  "No más Farc” fue la consigna que retumbó en todo el país. En Bogotá la principal avenida, la Carrera Séptima, se cubrió por miles de personas vestidas de blanco. La plaza de Bolívar, en la capital, fue el punto donde pareció desembocar tanta indignación, pero también donde se percibió lo polarizado que estaba el país frente a la solución al conflicto.

Ese sería el punto de quiebre. Las Farc respondieron con la liberación de otros secuestrados. A finales de febrero, Jorge Eduardo Géchem, Orlando Beltran, Gloria Polanco, Luis Eladio Pérez, recobraron su libertad. Aunque por esos días se respiraba ambiente de salida negociada, lo que estaría por comenzar sería la mayor ofensiva de las fuerzas militares contra la guerrilla.

El primero de marzo, casi cuatro semanas después de la marcha, se registró el mayor golpe militar que hasta entonces había asestado el Estado colombiano a las Farc. En un bombardeo adelantado en territorio ecuatoriano, y que provocó la mayor crisis diplomática de Colombia con sus países vecinos, fue abatido ‘Raúl Reyes’, considerado el número 2 de las Farc. Nunca antes había caído un miembro del secretariado de la guerrilla.

Los operativos militares continuaron, los acercamientos de Piedad Córdoba y Hugo Chávez fueron suspendidos. Dos meses después, a finales de mayo, el entonces ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, reveló en una entrevista en la Revista SEMANA que ‘Manuel Marulanda Vélez’, el histórico jefe de las Farc también conocido con el alias de ‘Tirofijo, y el que era considerado el guerrillero más veterano del mundo, había muerto. De forma natural, pero producto de intensos bombardeos a los campamentos donde tenía su refugio.

En octubre del 2007, y tras una caminata de doce días en la selva, el intendente Jhon Frank Pinchao se había convertido en héroe tras fugarse del cautiverio. Todo cuanto le contó a las autoridades sirvió para llegar al corazón de las Farc. 

Al medio día del 2 de julio, las cadenas de televisión interrumpieron sus programaciones para dar una de las noticias más celebradas en el país. El Ejército había culminado con éxito la Operación Jaque, en la que no se registró un solo disparo, pero que en una maniobra de filtraciones y engaños, permitió el rescate de Ingrid Betancourt, los tres contratistas norteamericanos, y 11 uniformados entre soldados y policías, la mayoría a punto de cumplir diez años de cautiverio.

Juan Manuel Santos capitalizó estos resultados militares y en agosto de 2010 se posesionó como presidente de la república para suceder a Álvaro Uribe. Aunque en su discurso dijo que no tiraría las llaves de la paz al mar, los primeros meses de su gobierno también significaron los más críticos de la guerrilla.

En septiembre de 2010, fue abatido uno de los símbolos del terror de las Farc, el temible comandante ‘Jorge Briceño Suárez’, mejor identificado como ‘Mono Jojoy’. Y casi un año después, en noviembre de 2011, ‘Alfonso Cano’, quien había sucedido a Tirofijo en la comandancia del secretariado de la guerrilla, perdía la vida en un operativo adelantado en zonas montañosas del municipio de Suárez, en el departamento del Cauca.

El resto de la historia ya es conocida. En septiembre del 2012 Santos revela las conversaciones secretas que se habían adelantado con voceros de la guerrilla, y el 18 de noviembre, en Oslo (Noruega), se instaló la Mesa de Negociaciones que durante casi cuatro años se prolongó en La Habana, Cuba.

En junio del 2016, el presidente Santos y Rodrigo Londoño Echeverry, jefe de las Farc, firmaron el pacto para el cese al fuego bilateral y definitivo. En Septiembre, en Cartagena, se firmó el primer acuerdo de paz, pero como no se refrendó en el plebiscito, volvió a firmarse en noviembre, esta vez en el Teatro Colón de Bogotá.

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Las Farc han abandonado las armas, han hecho tránsito del monte a la vida civil, y ahora bajo las mismas iniciales que generaron tanta indignación en Colombia, empiezan a recorrer un nuevo camino como partido político. Timochenko ya lanzó su campaña a la presidencia de la república. Este fin de semana, el líder del ahora partido político vivió un mal momento en una correría por Armenia. Una muchedumbre que lo esperaba a la salida del hotel donde se quedaba le gritaba "asesino, genocida". Pero luego se pusieron violentos y atacaron la camioneta que lo trasnportaría. El vehículo quedó con las llantas pinchadas y los vidrios hundidos. Al respecto, el exministro Juan Camilo Restrepo, dijo: “Los improperios que recibió hoy Timochenko  en Armenia son un gesto inaceptable de intolerancia. Los acuerdos de paz se hicieron precisamente para que la guerrilla, desmovilizada y entregadas las armas, hicieran lo que hacia hoy Timochenko”.

La Farc sabe que no la tendrán fácil en su aventura hacia la política. Saben que así como podrán cosechar adeptos, en muchos lados del país encontrarán rechazo. Lo importante -y esto lo deben garantizar las autoridades- es que las críticas no pasen a la violencia. El Estado debe salvaguardar la vida de los integrantes de la guerrilla y de su candidato presidencia. Una historia que hoy se cuenta, pero que tuvo su punto de quiebre hace diez años. Aquel 4 de febrero de 2008, cuando millones de colombianos se unieron para decir ‘No más Farc’, sería el comienzo del fin de la guerrilla más longeva del planeta.