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Los secretos de Iván y su banda: así se rearmaron varios exjefes de las Farc
SEMANA revela informes de inteligencia e interceptaciones a jefes disidentes que describen la trasescena de cómo se armaron Iván Márquez y su grupo criminal.
Iván Márquez y su círculo cercano venían cocinando su rearme desde hace meses en el mundo de la clandestinidad. Tanto disidentes, que se habían marginado desde la firma del acuerdo de paz, bajo el mando de Gentil Duarte, como hombres cercanos a Márquez y sus aliados en el Gobierno de Venezuela habían hecho movidas para concretar el regreso a la guerra del exjefe de la delegación de paz de La Habana. SEMANA tuvo acceso a documentos y comunicaciones interceptadas, hoy en poder de agencias nacionales e internacionales y de la Fiscalía, que dan cuenta de ese proceso.
El Ejército bombardeó una zona rural de San Vicente del Caguán en la madrugada del 2 de febrero. En esa operación murió Rodrigo Cadete, el comandante de las disidencias del frente 27 de las Farc. Tras la caída, sus hombres buscaron comunicarse con Gentil Duarte, el máximo jefe disidente, para reorganizar los planes de esa estructura. Se encargó de hacer ese contacto alias Alejandro Guevara, el jefe político de la organización de Cadete. El contenido de sus comunicaciones da cuenta y razón de las negociaciones que la gente de Gentil Duarte sostenía con Iván Márquez y su círculo cercano.
“Logré salirme del bombardeo donde cayó el camarada”, cuenta Guevara, antes de ahondar en los detalles de los acuerdos para conformar lo que llamó una “dirección temporal” de las disidencias. Luego, transmite la propuesta que el desaparecido Rodrigo Cadete tenía frente a la jerarquía que debía comandar esos grupos: “(…) primero el camarada Gentil, segundo Iván del primero (Iván Mordisco), tercero Iván Márquez, cuarto Enrique Marulanda y quinto Paisa Óscar (el Paisa)”.
Más adelante, Guevara replica las impresiones que Cadete tenía sobre la posible llegada de Iván Márquez a las disidencias comandadas por Gentil Duarte: “(…) que no se le soltara tanto poder porque él (Márquez) tenía mucha culpa (de la firma del acuerdo) (…) que así se haya sujetado a las órdenes de Timo (…) Si con el tiempo mostraba capacidad, no tenía ningún problema que fuera uno de los jefes”. El lugarteniente de Cadete también expresó molestias sobre Márquez y el Paisa, diciendo que debían “declararse de una vez como guerrilleros” porque “a la guerrilla no la iban a coger de escondedero”.
En video: "Hace dos años estaba viendo salir a los guerrilleros de las montañas": Jesús Abad Colorado
Estas comunicaciones muestran que Márquez, con paradero desconocido desde mediados del año pasado, llevaba meses en busca de una plataforma para volver a la clandestinidad. Y que en esa búsqueda tocó las puertas de las disidencias del bloque Oriental, comandandas por Gentil Duarte, que tienen alrededor de 2.000 hombres en armas en la Orinoquia, los Llanos y la Amazonia.
“(…) que no se le soltara tanto poder porque él (Márquez) tenía mucha culpa (de la firma del acuerdo) (…) que así se haya sujetado a las órdenes de Timo (…) Si con el tiempo mostraba capacidad, no tenía ningún problema que fuera uno de los jefes”.
Sin embargo, esas mismas conversaciones indican que ese plan no terminaba de cuajar y que, de concretarse, no resultaría el más favorable para Márquez y sus hombres, como Enrique Marulanda (hijo de Tirofijo, fundador de las Farc) y el Paisa. Los tres iban a quedar por debajo de Gentil y Mordisco en la jerarquía de la disidencia, pese a que ellos estaban muy por encima en el orden de las antiguas y hoy extintas Farc.
FOTO: Gentil Duarte, Cadete (muerto en un operativo) y John 40, cabecillas de las disidencias del frente Oriental.
El contenido de esos diálogos coincide con lo visto en el video en el que Márquez anunció su rearme. En este aparecen Marulanda y el Paisa, pero no están Duarte, Iván Mordisco ni John 40, los máximos comandantes de las disidencias del bloque Oriental. Eso demostraría que ese plan de unificación no ha prosperado hasta ahora. En otro cruce de comunicaciones entre los comandantes disidentes, Mordisco dijo a sus hombres, a principios del año, que el Paisa ya operaba en Putumayo junto con el grupo de los Sinaloas. Por eso, de momento, en el oriente del país habría dos disidencias: las organizadas bajo el mando de Gentil Duarte y las de Iván Márquez. Cabe preguntarse si habrá confrontación en caso de que esa alianza no progrese.
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Pero Márquez y sus hombres no solo barajaban la carta de reencaucharse en las disidencias del bloque Oriental. También estaban dispuestos a jugársela por una de sus fortalezas: la cercanía con el Gobierno y los militares venezolanos. SEMANA conoció un informe de inteligencia que detalla las movidas dirigidas a consolidar un proyecto político y militar bajo el nombre de Plataforma Continental Bolivariana. Allí estarían vinculados tanto el ELN –que concentra alrededor del 80 por ciento de sus hombres en zona fronteriza con Venezuela– como las disidencias de las Farc. Para tal fin, Márquez habría estado en el vecino país para tratar de revivir un proyecto en el que participaron las antiguas Farc hace alrededor de una década, conocido como Movimiento Continental Bolivariano (MCB).
Entre las disposiciones de ese plan estaba consolidar una “retaguardia estratégica” para permitir el paso de excomandantes y jefes disidentes hacia Venezuela con el fin de vincularse al proyecto. Además, buscaban trabajar con los militares venezolanos en actividades como el narcotráfico y el contrabando. “El Gobierno venezolano tendría interés en apoyar la eventual conformación de una sola fuerza entre las estructuras del ELN y las disidencias de las Farc que hacen presencia en zona de frontera”, dice el informe.
En otro cruce de comunicaciones entre los comandantes disidentes, Mordisco dijo a sus hombres, a principios del año, que el Paisa ya operaba en Putumayo junto con el grupo de los Sinaloas.
Ese proyecto tendría su epicentro en el oriente colombiano y los estados venezolanos de Táchira, Apure y Amazonas, y se habría concretado, incluso, en varias actividades, como las de exmiembros de las Farc que entrenarían grupos armados en Venezuela. Todo esto, motivado por el interés del Gobierno vecino de mantener un brazo armado ilegal de cara a una eventual intervención extranjera que busque tumbar al régimen.
Esta otra alternativa de Márquez coincide mucho más con el mensaje que su estructura armada divulgó en la madrugada del jueves. “Buscaremos coordinar esfuerzos con la guerrilla del ELN y con aquellos compañeros y compañeras que no han plegado sus banderas que tremolan patria para todos”, dijo Márquez.
El tamaño de la amenaza
Todavía hay que medir el riesgo que representa el nuevo grupo armado de Iván Márquez y depende de los próximos movimientos que hagan sus comandantes. Al no haberse integrado con las disidencias de Gentil Duarte, como parece hasta ahora, no tienen verdadero músculo militar ni control territorial definido. Sin embargo, poseen una gran fortaleza: los comandantes. El grupo abarca varios altos mandos que logran una mezcla de la que han carecido las disidencias de Duarte: experiencia delincuencial, gran influencia sobre la tropa rasa y discurso político.
Los propios Márquez y Santrich encarnan esas figuras destacadas. Incluso la presencia de Enrique Marulanda, hijo de Tirofijo, fundador de las Farc, le imprime una carga simbólica. Esto es clave a la hora de atraer nuevos combatientes, especialmente a los mandos medios, que hasta el momento han permanecido en el lado de la paz. Y también para unificar estructuras. Precisamente, Gentil Duarte no ha cuajado su plan de juntar las disidencias del país por la ausencia de un rostro capaz de unificar las tropas, aunque ha mandado emisarios y recaudado dinero para incentivar ese propósito desde hace más de un año. Lo reveló SEMANA en su edición titulada El plan para refundar las Farc.
Con hombres como Romaña, el Paisa, Nelson Robles o el Loco Iván, el grupo conoce territorios claves para la producción de coca, en el sur, oriente y occidente del país. Y, sobre todo, tiene la experticia bélica. Romaña, por ejemplo, ganó una macabra celebridad por inventar las pescas milagrosas y por participar en varias de las tomas guerrilleras más duras de las Farc, como comandante de distintos frentes del bloque Oriental. El Paisa tiene una experiencia similar y otro largo prontuario. Tomó parte en el atentado al Club El Nogal, el secuestro de los diputados del Valle, la toma de Miraflores.
Pero todos esos cabecillas tendrían que empezar a reconstruir su proyecto armado desde la base de no aliarse con Gentil Duarte, quien les lleva bastante ventaja. Tiene más de 1.000 hombres, domina los departamentos de la Orinoquia y la Amazonia, y con sus tres mandos principales –él mismo, Iván Mordisco y John 40– construyó un corredor delincuencial que arranca en el Pacífico colombiano y llega hasta Brasil y Venezuela. Allá tienen pistas para mandar avionetas cargadas de cocaína al norte del continente.
“El Gobierno venezolano tendría interés en apoyar la eventual conformación de una sola fuerza entre las estructuras del ELN y las disidencias de las Farc que hacen presencia en zona de frontera”, dice el informe.
Esta disidencia también cuenta con contactos en otras regiones. En Nariño, por ejemplo, delinque en forma coordinada con el frente Óliver Sinisterra, fundado por el desaparecido Guacho, y hoy liderado por Comandante Gringo. Así lo revela una comunicación conocida por SEMANA, en la que Gildardo, un jefe de las disidencias del bloque Oriental, dice: “Lamentamos la muerte de Guacho porque ya estábamos coordinando tareas para el desarrollo de misiones”.
Este, por ejemplo, podría significar otro motivo de distanciamiento con el grupo de Márquez. Romaña y Guacho eran enemigos. Romaña tuvo que abandonar el espacio de concentración de excombatientes de Tumaco, precisamente, por las amenazas de muerte de Guacho. Pero, en esencia, los ha separado la incapacidad de trazar una jerarquía que deje conformes a los hombres de Iván Márquez dentro de las disidencias de Gentil Duarte.
Queda claro, en todo caso, que ni el grupo de Márquez ni el de Gentil Duarte ni los elenos representan ahora una amenaza como la que llegó a encarnar las Farc. Pero tampoco representan un peligro menor. Los cabecillas que oficializaron esta semana su rechazo al acuerdo de paz tienen fuerza suficiente para conformar una organización poderosa. Y más si están pensando en alianzas criminales.