POLÍTICA
Divisiones en el Pacto Histórico tras escándalo de Piedad Córdoba
Aunque la exsenadora se defendió y ha despertado la solidaridad de Iván Cepeda, Alfredo Saade, entre otros, hay voces que piden que se aparte de su candidatura, mientras la Corte Suprema decide su suerte. Ninguna decisión está tomada.
El ingreso de la excongresista Piedad Córdoba al Pacto Histórico fue más fácil de lo que se creía. En septiembre del año pasado y tras el anuncio de la renuncia al Senado de su hijo Juan Luis Castro, la dirigente tomó la decisión de terminar su descanso en su finca agroturística en Puerto Lleras, Meta, regresar a la arena política y recoger el electorado que había dejado su pariente, quien hizo parte de la Alianza Verde.
Córdoba hizo contacto con Gustavo Petro, con quien en anteriores oportunidades había tenido diferencias, y logró obtener uno de los primeros lugares de la lista al Senado en el progresismo. Es más, esa fue su principal petición y se le concedió el puesto ocho, pese a que algunos dirigentes del Polo Democrático se opusieron a su arribo en su momento, porque estimaron que su presencia estrechaba aún más la opción de tener una curul en las elecciones del 13 de marzo.
Aunque Córdoba ha hecho contactos con sus amigos y líderes que siempre han respaldado sus campañas políticas y promete aglutinar una votación en el Meta, el reciente escándalo en su contra sobre cómo, al parecer, capitalizó políticamente la liberación de los secuestrados de las Farc en su favor y en el de Hugo Chávez, la tienen contra las cuerdas. A eso se le suman sus presuntos nexos con Álex Saab y la captura de su hermano Álvaro, pedido en extradición por Estados Unidos por presuntos vínculos con el narcotráfico y las disidencias de las Farc.
Pese a que la dirigente expidió un comunicado en la madrugada de este lunes donde rechazó las denuncias en su contra y dijo que sus “enemigos políticos han optado por un linchamiento mediático en plena campaña electoral”, quien puso el dedo en la llaga fue Andrés Vásquez, su exasesor de comunicaciones, el hombre de su confianza en su momento y quien la acompañó en el proceso de las liberaciones.
Lo más leído
Aunque Córdoba le ganó ante el Consejo de Estado la batalla al exprocurador, Alejandro Ordóñez, quien la destituyó e inhabilitó para ejercer cargos públicos durante 18 años por sus nexos con las Farc, las denuncias de Vásquez, reveladas por Noticias Caracol, revivieron su proceso penal que adelanta la Corte Suprema por Farcpolítica.
Señalar que Córdoba decidía el orden de salida de los exsecuestrados de la selva, dejando de último a la hoy candidata presidencial Íngrid Betancourt, además de los estadounidenses Thomas Howes, Keith Stansell y Marc Gonsalves, la pone en serios aprietos no solo con la Corte Suprema que llamó a testificar a la colombo- francesa y otras víctimas del secuestro, como el congresista Jaime Felipe Lozada, sino que la ubica en el ojo del huracán de una opinión pública que no perdona este tipo de señalamientos.
Negociar la libertad de un secuestrado despierta la solidaridad no solo de ellos y sus familias, sino del país, y en caso de confirmarse la denuncia de Vásquez, podría generar serias consecuencias contra Córdoba, incluso, ante el gobierno de Estados Unidos.
La exsenadora Piedad Córdoba ha recibido apoyo del aspirante al Senado, Iván Cepeda, el precandidato presidencial, Alfredo Saade, entre otros, pero SEMANA conoció que hay un grueso de líderes que hacen parte del Pacto Histórico que empezaron a hacer ruido interno donde exigen que se debe romper el silencio y hacer un pronunciamiento oficial frente al tema. Hasta ahora Gustavo Petro se ha mantenido al margen.
Es más, algunos candidatos al Senado, cercanos al hoy precandidato presidencial y líder en las encuestas, han hablado internamente sobre la necesidad de que Córdoba se haga a un lado de su aspiración al Senado, al menos mientras la Corte Suprema decida su suerte en la investigación sobre la Farcpolítica.
Ninguna decisión está tomada, ni en favor ni en contra de Piedad Córdoba, pero a medida que crece el escándalo en su contra, el inconformismo interno salta a la vista. Lo más posible es que en cuestión de horas, los partidos progresistas se reúnan y decidan qué posición fijarán frente a Córdoba.
La idea es que así como Córdoba ingresó al pacto por un acuerdo, su posible retiro, en caso de que se contemple, debe ser una decisión colectiva y no de un solo sector, dijo otra fuente de la izquierda, quien pidió reserva de su identidad.
El problema para Córdoba, una mujer respetada entre los sectores progresistas, es que el escándalo estalló a menos de un mes de las elecciones, lo que no le da mucho campo de maniobra a ella para defenderse ni a la justicia para decidir su suerte.