POLÍTICA
‘Divisionitis’, el virus que contagió a los partidos en Colombia
La campaña electoral ha agudizado las diferencias que se venían presentando en las colectividades.
Cada vez se demuestra más que los partidos políticos en Colombia son sinónimo de división. Y la campaña electoral ha agudizado tanto las diferencias que ya son varias las colectividades en las que sus militantes no han tenido problema en ‘sacarse los trapitos al sol’. ¿En qué quedan los partidos?
Uno de los casos más emblemáticos es el Centro Democrático. Esta colectividad se había caracterizado por ser una estructura monolítica, alrededor de la figura del expresidente Álvaro Uribe. Pero en los últimos, cuando además el exmandatario ha tenido que concentrarse en su defensa por el proceso judicial que enfrenta, las diferencias han salido a flote.
Por ejemplo, el jueves el representante José Jaime Uscátegui anunció que renunciará al Centro Democrático y no va a participar en la próxima contienda electoral, después de enterarse de que la cabeza de lista en la Cámara no sería para él.
Hace unos días el senador Ernesto Macías envío una carta al expresidente Álvaro Uribe en la que se quejó de la directora del partido, Nubia Stella Martínez, y la calificó de “obsesiva, abusiva y arbitraria”.
Poco después, el representante a la Cámara Ricardo Ferro, quien aspirará al Senado en 2022, escribió un trino que puso a pensar a más de uno porque, de manera diferente a la de Macías, también pidió garantías para el proceso electoral.
“Desde la dirección del partido se deben dar garantías a todos los candidatos al Congreso. Si se quieren asumir jefaturas de debate de aspirantes al senado, por el bien de la colectividad, dichas tareas deben asumirse desde afuera. Jamás desde la institucionalidad”, apuntó el parlamentario.
A esto se suman las agudas diferencias entre el representante Edward Rodríguez, quien buscaba ser candidato del partido y el precandidato Rafael Nieto. La ruptura llegó a tal punto que Rodríguez declinó la aspiración.
Verdes rompen cobijas
Igual de sorprendente ha resultado lo sucedido con la Alianza Verde, un partido que venía en franco crecimiento y que había conquistado en 2019 las alcaldías de Bogotá y Cali, dos de las ciudades claves del país electoralmente hablando.
Sin embargo, también fue contagiado por la ‘divisionitis’, a tal punto que la semana pasada, tras meses de enfrentamientos, jugadas bajo la mesa y ataques mediáticos, decidió dejar en libertad a sus militantes para escoger camino de cara a las elecciones de 2022.
Esta fue la única salida que encontraron los verdes tras las agudas fracturas que se generaron al interior de la colectividad frente al camino que debían tomar frente a las presidenciales de 2022.
Un grupo, liderado por la senadora Angélica Lozano, defendió desde un principio la idea de unirse a la Coalición de la Esperanza, sin embargo, otros líderes, entre los que estaba Camilo Romero, consideraban que no se podía vetar el nombre de Gustavo Petro, quien genera algunos recelos en miembros que no comulgan con sus ideas.
Además, hay quienes prefieren apoyar a Enrique Peñalosa y otros que estaban jugados con Alejandro Gaviria, quien en las últimas horas se acercó más a la Coalición de la Esperanza.
Nuevo Liberalismo
La ‘divisionitis’ se ha convertido en un virus tan contagioso que también llegó al Nuevo Liberalismo , un partido que fue revivido por orden judicial y que en el primer mes de su nueva vida ya tuvo la primera fractura entre sus líderes: Juan Manuel Galán e Iván Marulanda.
Marulanda, quien salió de la Alianza Verde para volver al Nuevo Liberalismo, aseguró que la colectividad se había vuelto “un partido de familia”, lo que llevó a la respuesta de Galán, quien se manifestó “dolido” por estas declaraciones sobre el partido que antaño fuera fundado por su padre, Luis Carlos Galán.
La situación no es diferente en Cambio Radical donde, de forma más sutil, también se han manifestado divisiones. Según le indicaron congresistas de la bancada de Senado y Cámara del partido a SEMANA, hay malestar en un sector por la sorpresiva decisión de Alex Char de lanzarse al ruedo presidencial por firmas, lo que fue leído también como una forma de “atravesársele Vargas Lleras”, como indicó uno de los congresistas del partido.
También ha habido diferencias por la conformación de las listas. Incluso se conoció que un sector cristiano que hay al interior del partido amenazó con salirse si no le daban la cabeza de lista en la Cámara por Bogotá.
La cereza en el pastel de este menú de divisiones la puso este viernes el Partido Liberal, donde desde hace varios meses se venía evidenciando diferencias, sin embargo, lo ocurrido esta semana dejó a la colectividad, por ahora, sin candidato presidencial.
Esto luego de que se diera una ruptura entre el director de la colectividad César Gaviria y el precandidato presidencial Alejandro Gaviria, tras la decisión de este último de asistir al cónclave que está organizando la Coalición de la Esperanza.
El asunto llegó a tal punto que el expresidente César Gaviria le tiró el teléfono a quien fuera su carta presidencial.
Si bien es cierto que las diferencias son naturales en los partidos, lo que está ocurriendo parece ser un virus bastante contagioso: la ‘divisionitis’.