El operativo contó con 150 efectivos, entre soldados de la Quinta División, a la cabeza del general Rodríguez, y agentes del CTI. Las dos toneladas de cocaína incautada tendrían un precio de venta de 600.000 millones de pesos. | Foto: Archivo Particular

DROGAS

Lo último en 'narco-innovación' se incautó cerca de Bogotá

Inteligencia del Ejército descubrió una nueva modalidad para traficar cocaína que demuestra que la creatividad de los criminales no tiene límites.

14 de enero de 2017

Matas de plátano, pastillas, zapatos, muñecas y artesanías; incluso, a finales de los años noventa, submarinos artesanales: las modalidades de los traficantes para contrabandear estupefacientes parecían agotadas. Sin embargo, un enorme operativo de la Décima Tercera Brigada, adscrita a la Quinta División del Ejército, demostró que los narcos no conocen obstáculos para innovar en su negocio criminal. Nadie sospechaba que en Sibaté, un pequeño municipio de Cundinamarca, un taller mecánico produjera estructuras metálicas virtualmente indetectables para exportar grandes cantidades de droga hacia Estados Unidos, Canadá y México.

Durante dos semanas de operaciones, los soldados y el Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía incautaron casi dos toneladas de clorhidrato de cocaína. No solo requirieron dos meses de labores de inteligencia, sino que además debieron contratar una empresa especializada de motosierras para lograr partir en dos esas cajas y revisar su contenido. Eran una especie de amortiguadores de dos metros de lado, compuestos por caucho vulcanizado y acero al vacío, usados para evitar que los barcos se golpeen con los muelles al atracar, o para proteger los puentes. Por su constitución, los perros y los rayos X jamás detectan la droga. Además, al ser compactas, era tan difícil abrirlas, que la Policía Judicial necesitó casi 3 horas para cortar cada caja metálica. En total, el allanamiento permitió incautar 29 estructuras forradas y selladas, cada una con más de 60 kilos de cocaína en su interior.

De no haber sido por la tarea de inteligencia y la información confidencial obtenida por el Batallón número 39 de Sumapaz, tal vez miles de sobres de coca estarían circulando en este momento en América del Norte. Las autoridades capturaron a cinco mexicanos implicados en lo que de haberse llevado a cabo habría representado un ilícito multimillonario, calculado en 200 millones de dólares. Aunque la investigación sigue en curso, los expertos suponen que posiblemente los delincuentes tienen que ver con Los Zetas o el cartel de Sinaloa, aunque las autoridades aún no lo han confirmado. Pero su forma de traficar era tan sofisticada que ya tenían el permiso de aduana para sacar la mercancía fuera del país.

La brigada Décima Tercera había desvertebrado en meses anteriores dos bandas transnacionales en Fusagasugá, otro municipio a las afueras de Bogotá. Una tenía nexos con redes de narcotraficantes en Israel y Mozambique y la otra con Centroamérica. A pesar de que se creía que el tráfico de drogas estaba en las periferias, especialmente en las zonas de producción rurales o en los puertos, Inteligencia del Ejército está descubriendo que en la capital y sus alrededores también se instalan los narcos. Procuran no llamar la atención en ciudades pequeñas y trabajan con productos que no levanten sospechas en la aduana, pero que a la hora del té son más efectivos. “Con estos operativos se ve la capacidad de ingenio de los delincuentes. Hemos visto de todo, pero producir esta especie de boya es realmente una técnica novedosa y rara”, le dijo a SEMANA el comandante de la Quinta División, el brigadier general Raúl Rodríguez Arévalo.

Estos golpes al narcotráfico resultan particularmente importantes en la coyuntura actual. El año pasado la fuerza pública incautó más kilos de cocaína que en otros; según el Ministerio de Defensa, la cifra alcanzó unas 370 toneladas. Y, además, desarticuló varios eslabones de la cadena de tráfico, desde el cultivo y el procesamiento hasta la exportación. Sin duda, de cara al posconflicto, el país está frente a una gran incertidumbre, y en la lucha contra las drogas el gobierno no puede dar el brazo a torcer.