Perfil económico
Droguerías, equipos de fútbol y hoteles hicieron parte de la jugosa fortuna de Gilberto Rodríguez Orejuela
Fue banquero, negociante y amasó una millonaria fortuna con el negocio del narcotráfico. Drogas la Rebaja fue considerada como la joya de la corona para el lavado de dinero. Junto a su hermano, llegaron a tener más de 1.200 propiedades.
En los años 80, la fortuna de los hermanos Rodríguez Orejuela ya era gigantesca, pero también invisible. Aunque sus negocios eran aparentemente legales, relacionados con la banca y otros que los colombianos encontraban en cualquier esquina, como en el caso de Drogas La Rebaja; no había claridad sobre las ganancias que generaban.
Hacia 1987, la lista Forbes, que destaca a los multimillonarios del mundo, empezó a incluir nombres colombianos ligados al narcotráfico de las grandes riquezas colombianas. Sin embargo, Gonzalo Rodríguez Orejuela no apareció en ella, pese a que las cuentas de servilleta indicaban que sus bienes sobrepasaban los 1.300 millones de dólares, con la sospecha de que la cifra se duplicaba. Para entonces, aún los actuales millonarios de Colombia: Luis Carlos Sarmiento Angulo y los Santo Domingo, no alcanzaban a entrar en este ranking.
Un año después de la captura de Miguel Rodríguez (en 1995) empezaron a salir las cuentas con más claridad. Solo en su territorio (Valle del Cauca) tenía 1.214 propiedades de todo tipo: casi 1.000 apartamentos, 65 casas, 135 oficinas, 40 locales comerciales, cinco conjuntos cerrados y hasta una clínica. En ese entonces, los activos costaban más de 32 billones de pesos.
Las jugosas ganancias con el negocio del narcotráfico eran superiores a 6.000 millones de dólares al año, y las investigaciones de ese momento señalaban que los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez, se quedaban con más 3.000 millones de dólares de esa torta.
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Para camuflar todo ese dinero, era necesario invertirlo, principalmente en finca raíz y negocios como el que fundaron e hicieron crecer de la noche a la mañana: Drogas La Rebaja.
Estas farmacias se multiplicaron en la mayor parte del territorio nacional y no era para menos, la cadena de droguerías pasó rápidamente de unos cuantos puntos de atención, a 945 en casi todos los municipios del país. De hecho, a esa marca, luego de las investigaciones, se le consideró como la joya de la corona para el lavado de activos.
Fue la cooperativa Copservir, supuestamente administrada por los trabajadores, la que adquirió Drogas La Rebaja. Posteriormente, fue intervenida por la Superintendencia Solidaria, luego de detectar que seguía siendo utilizada por los Orejuela para sus fines.
Múltiples investigaciones cayeron sobre los negocios
Los informes de las autoridades fueron decantando los libros de los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez. Además de las droguerías, también eran dueños de negocios como los de Laboratorios Kressfor, Laboratorios Blaimar de Colombia S.A., Comercializadora de Carnes del Pacífico, Inversiones Miguel Rodríguez e Hijos, Andina de Construcciones, Inmobiliaria Bolívar Ltda., Laboratorios Genéricos Veterinarios, Inversiones Rodríguez Arbeláez y Cía., Inversiones Rodríguez Ramírez S. en C., Inversiones Rodríguez Moreno y Cía. S. en C., Inversiones Camino Real S.A., Mariela de Rodríguez y Cía., Inversiones Maquilón Maquilón, Seguridad Hércules, Representaciones Jaiger Ltda., Constructora Tremi Ltda., Asesorías Cosmos Ltda. y Representaciones Renzu Ltda.
La lista parecía interminable y cada vez sorprendía más a las autoridades que hacían las pesquisas de la jugosa fortuna amasada con el narcotráfico.
Tocó muchos sectores de la economía
Exposal, Distribuidora Agrícola La Loma, Agropecuaria El Diamante, Export Café y Comercializadora Agrícola La Estrella, también hacían parte de las fachadas con las que giraban dineros.
Los negocios eran creados según las necesidades. Su relación con el Banco de los Trabajadores, el cual había sido constituido en 1974, se produjo a través de su nombramiento como gerente de la cooperativa El Hogar. El propósito era triangular transacciones que se pasaban por Panamá.
A finales de la década de los 70, Gilberto Rodríguez compró además el equipo de fútbol América de Cali, que se volvió entonces un equipo casi invencible. No solo porque tenía en su plantilla a los más exitosos jugadores, sino porque también le daban dinero a los árbitros para que pitaran a favor del onceno.
Gilberto Rodríguez Orejuela fue un jinete de la cocaína y con los negocios creados a partir del dinero ilegal llegó a ser uno de los dueños del país.