Aunque el presidente Juan Manuel Santos les hizo un llamado público a la contralora Sandra Morelli y al fiscal general Eduardo Montealegre, para ponerle freno al enfrentamiento que estos dos funcionarios han tenido durante las recientes semanas, este particular choque de trenes parece que no tendrá punto final.
En la tarde de este jueves la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes recibió la denuncia anunciada por la contralora general, Sandra Morelli, en contra del fiscal Eduardo Montealegre, en la que señala al jefe del organismo investigador de adelantar pesquisas en la Contraloría, por presuntas chuzadas ilegales a periodistas, con el único propósito de interferir en la investigación de carácter fiscal que la Contraloría adelanta en el caso de Saludcoop.
En la denuncia de 15 páginas, conocida por Semana.com, Morelli hace nuevos señalamientos contra la conducta del fiscal general, a quien rotula de tender una “cortina de humo contra las investigaciones de orden fiscal que adelanta la Contraloría por el desfalco en Saludcoop, que la propia Morelli califica en la denuncia como 'el más grave caso de corrupción de la historia de Colombia', relacionado con la supuesta apropiación indebida de dineros de la salud en una cuantía que, de llegar a demostrarse, ascendería a billones de pesos".
La contralora no sólo lo sustenta en que Montealegre fue abogado de Saludcoop, y que como se ha hecho público, percibió honorarios por cuatro mil millones de pesos, sino que tiene información de que ya como fiscal ha seguido vinculado a esta empresa.
“De modo reciente se nos informó que ya en ejercicio del cargo de fiscal, el señor Montealegre continuaba percibiendo honorarios provenientes de la misma asesoría relacionada con Saludcoop”, denuncia Morelli. La Contralora agrega que “el señor fiscal debe explicarles al país y a la Cámara de Representantes si eso es o no cierto, cuánto dinero ha recibido desde que es fiscal general, y por qué lo ha hecho si, como quiero presumir, ya no continúa actuando como abogado del señor Carlos Palacino en el asunto de Saludcoop”.
El fiscal general Eduardo Montealegre, al momento de conocer los términos de la denuncia de la contralora, negó de forma tajante estas insinuaciones y aseguró que es falsa la información que advierte Morelli respecto a que ha recibido honorarios de Saludcoop durante el ejercicio de su cargo como fiscal.
Es por eso que la contralora Morelli califica de lamentable la decisión de la Fiscalía de utilizar “la delirante acusación” sobre interceptación ilegal de comunicaciones para obtener documentos relacionados con Saludcoop y buscar información de este proceso entre los funcionarios de la Contraloría que han venido adelantando la investigación. “Se ha sabido que las preguntas formuladas por la Fiscalía a los funcionarios de la Contraloría estaba dirigidas a obtener pretextos que pudieran ser utilizados para cuestionar o demandar la nulidad de ese proceso”.
La reacción de la contralora contra el fiscal se generó a raíz de las denuncias de los periodistas Ramiro Bejarano y Cecilia Orozco sobre presuntas interceptaciones ilegales en su contra adelantadas desde la Contraloría, situación que Morelli desmintió, entre otras con el argumento de que este organismo de control no tiene la capacidad logística ni los equipos, ni los funcionarios para adelantar este tipo de seguimientos.
El pasado mes de septiembre el CTI de la Fiscalía adelantó varias pesquisas en la propia sede de la Contraloría, respondiendo precisamente a las denuncias de Bejarano y Orozco.
Según Morelli, el fiscal general ha desarrollado sus investigaciones penales contra la Contraloría con una “sorprendente coincidencia” con los ataques y denuncias que Bejarano ha hecho en su contra en la columna semanal que tiene en el diario El Espectador.
En la denuncia Morelli dice que Bejarano ha actuado mediante un “especial y privilegiado acuerdo o concertación” con el fiscal Montealegre. “Según informe que recibimos, el señor fiscal Eduardo Montealegre realizó una visita personal al señor Ramiro Bejarano el pasado 26 de mayo, en las oficinas particulares del señor Bejarano. Resulta realmente sorprendente que el fiscal general de la Nación haga visitas personales a quien oficia como denunciante de la contralora general”.
Dicha información llegó a conocimiento de Morelli de boca de un funcionario de la Contraloría que se encontraba ese día en la oficina de Bejarano para entregarle respuesta a uno de los más de 80 derechos de petición que le ha solicitado al organismo de control.
Por eso Morelli le hace varias preguntas a Montealegre: “¿Acaso es común y generalizado que el fiscal general se entreviste con denunciantes en sus recintos particulares? ¿Será posible que el fiscal Montealegre actúe con ecuanimidad, objetividad e imparcialidad ante las múltiples denuncias y acusaciones penales que ha formulado en contra de la Contraloría el señor Bejarano.
Por su parte, Bejarano resalta que la contralora también debe dar explicaciones y responderle muchas preguntas al país. “Si de reuniones privadas se trata” –dice Bejarano-, “que cuente las reuniones que ha tenido con Pablo Salazar de Heredia, uno de los accionista de la sociedad propietaria del edificio donde queda la nueva sede de la Contraloría, sociedad que tiene a unos de sus miembros en la lista Clinton por estar señalado de lavado de activos. Que responda eso. Que cuente qué hablan en esas reuniones, si son en su casa o en su oficina”.
La despachada de la contralora está en la denuncia que le llegó a la Comisión de Acusaciones, que en los próximos días deberá decidir si la admite o la rechaza y determinar los investigadores que resolverán este nuevo proceso, el cual ya está adquiriendo connotación de choque de trenes.
Aunque el presidente Juan Manuel Santos advirtió cesar esta confrontación, con el sugestivo trino “Les reitero muy comedidamente a los órganos de control no llevar diferencias personales a campo institucional”, la pelea entre Morelli y Montealegre parece no tener fin, al menos en el futuro cercano.
Responde Bejarano
Bejarano dice que “jamás” tuvo una reunión con el fiscal en la fecha que señala la contralora, el pasado 26 de mayo. Reconoce que se encuentra frecuentemente con el fiscal, pues comparten cátedra en la Universidad Externado, y que los temas de conversación son “puramente académicos”. “Con el fiscal tenemos discusiones sobre el acontecer nacional. Pero ¿que hablemos de la contralora? Nunca jamás”.
Semana.com le preguntó a Bejarano si alguna vez el fiscal ha ido a su oficina, y su respuesta fue afirmativa, pero aclaró que hace más de año y medio fue la última vez que Montealegre fue a su despacho. “Pero de ahí a que la contralora suponga que estamos hablando de ella, es una auténtica paranoia”.
Además refuta a la contralora cuando insinúa el privilegio que ha tenido la demanda por chuzadas en la Fiscalía. Esa denuncia la puse en conocimiento del presidente de la República en febrero. “Han pasado seis meses para que se hagan las investigaciones y sólo se movió en septiembre. ¿De cuál celeridad habla la contralora?”, se pregunta el columnista de El Espectador, quien agrega “si ese cuento tan idiota fuera cierto, la investigación se habría abierto en mayo”.
Bejarano recordó que interpuso la denuncia por interceptaciones cuando conoció, de boca de un propio funcionario de la Contraloría, que en la entidad le estaban haciendo seguimientos a sus comunicaciones. Y que estarían motivadas por las averiguaciones que como ciudadano, y mediante derechos de petición, ha hecho para establecer si Morelli está utilizando a una funcionaria del ente de control para que le organice algunos aspectos contables y tributarios de su vida particular. “Lo que pasa es que la contralora está furiosa por lo que estoy indagando”.
Al hacer referencia a la presunta reunión privada que tuvo con el fiscal, Bejarano dice que si la información proviene de un funcionario de la Contraloría que estaba en el edificio de su oficina, “demuestra que mantiene una obsesión por perseguirme”.