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Alcalde de Cartagena del Chairá gobierna desde la virtualidad y el exilio por culpa de las disidencias de las FARC
A Edilberto Molina, el alcalde de Cartagena del Chairá, lo amenazaron las disidencias de las FARC, quienes le exigieron 300 millones para gobernar. En diálogo con SEMANA, pidió que le refuercen su seguridad para volver a estar en el municipio.
Lleva dos semanas en el exilio, pero parece una eternidad. El alcalde de Cartagena del Chairá, Caquetá, Edilberto Molina empacó sus maletas y abandonó el pueblo. Las disidencias de las FARC, que operan con fuerza en la región, no le dieron chance. “O se va o lo matamos”, le advirtieron. 72 horas fue el plazo para que huyera, como si él fuera el verdugo.
Molina es pacífico. No quiere señalar. Ni siquiera referirse en detalle a las amenazas de muerte en su contra que lo tienen gobernando en la distancia, apartado de su pueblo y sus casi 40.000 habitantes.
Un jefe criminal apodado Robledo le impartió la orden de abandonar el municipio. Y claro: llevarse a la familia. De lo contrario, su suerte no sería la mejor.
Las amenazas en su contra empezaron hace dos años, cuando inició su campaña política. El mismo hombre –cuenta el Alcalde– le pidió 300 millones de pesos para dejarlo gobernar, pero como el mandatario se resistió, empezaron las presiones acompañadas de citaciones al monte, que él dirigente incumplió.
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Después de las amenazas vive lejos de Cartagena del Chairá, carga un computador portátil y se conecta a un wifi para gobernar. “Es una situación compleja”, describe a SEMANA. Un año sorteó la inclemencia de la covid, con más de 534 pobladores contagiados en su pueblo. Y ahora otra limitante: sus amenazas.
“La gente quiere hablar con uno directamente, me gustaría visitar a la comunidad, ver sus necesidades de primera mano, pero no es posible”, agrega. Desde un computador y un teléfono celular coordina reuniones, atiende citas, dicta decretos, resoluciones, inspecciona obras y trata de estar conectado, aunque no es igual.
Edilberto Molina, quien llegó a la Alcaldía con el aval del Partido Liberal, Cambio Radical y Centro Democrático, espera que la Unidad Nacional de Protección y las demás autoridades le redoblen la seguridad para despachar nuevamente desde su territorio. De lo contrario –dice él– sería difícil.
Aunque el exministro de Defensa Carlos Holmes Trujillo se había comprometido con ampliar su esquema de seguridad, a comienzos de 2021 la Unidad Nacional de Protección le quitó el carro y un escolta. Actualmente adelanta gestiones para que le refuercen sus medidas.
“Si somos la institucionalidad y representamos al Estado y no tenemos garantías, ¿qué podemos esperar de las personas que no están ejerciendo un cargo público?”, se preguntó.
La comunidad le pide que regrese. Y él quiere retornar, pero con garantías. Sabe que sin la presencia del gobernante en el municipio, el caserío se siente abandonado, sin gobernabilidad, “un pueblo sin Dios y sin ley”, dice.
Pero, ¿por qué lo amenazaron? Molina no tiene idea, aunque imagina que a los grupos armados parece que les incomoda que les llegue la institucionalidad a las zonas apartadas. En 2021 él arribó con la fuerza pública a veredas remotas a llevar inversión social y eso pudo incomodar, dice.
Cartagena del Chairá es un pueblo lejano del Caquetá que goza de una gran joya natural: el río Caguán que baña al caserío y sirve como una de las rutas a las disidencias de las FARC que hace tan solo unos días mataron a un joven de 26 años y desplazaron a una líder social.