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El famoso perfil a Simón Vélez en Gatopardo que dos años después cobra relevancia

En un extenso retrato del famoso arquitecto, y que publicó hace un par de años la revista Gatopardo, se encuentra un testimonio donde se dice que Vélez sí le habría prestado dinero a Gustavo Petro con fines electorales.

29 de noviembre de 2018
La revista mexicana Gatopardo hizo un extenso perfil titulado “El arquitecto de acero vegetal”. | Foto: Fotomontaje Semana

Aún sigue siendo noticia el video que reveló la senadora del Centro Democrático, Paloma Valencia, en el debate de control político que se le hizo al fiscal Néstor Humberto Martínez por sus supuestos intereses en la trama Odrebrecht-Grupo Aval. El video, donde se ve a Gustavo Petro recibiendo fajos de billetes, ha sido explicado por el mismo senador, quien aseguró que se lo prestó su amigo, el arquitecto Simón Vélez, dicha aseveración tendría una prueba.

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En un extenso perfil titulado “El arquitecto de acero vegetal”, que publicó la revista mexicana Gatopardo, y en el que el periodista Lorenzo Morales Regueros hace un recuento detallado de la vida y obra de Vélez explicando por qué su arquitectura en guadua es famosa y celebrada en el mundo, el periodista con agudeza también recapitula otros momentos de la vida del arquitecto, como sus intereses en la política y cómo participa en la democracia nacional.

En una paseo casi bucólico, el periodista y el personaje hablan: “’Me gusta la política, creo en la política y soy muy activo’, me dijo una tarde que paseábamos por su jardín, me mostraba un bambú negro y otro que le regaló el jardinero del emperador japonés. Entre sus plantas, Simón puede pasar del modo ensimismado al modo locuaz en una fracción de segundo y soltar a la vez fogonazos de inteligencia o frases prefabricadas que repite una y otra vez, como un guion aprendido de sí mismo. ‘Si no mandan los políticos, mandan los policías o los curas y eso es peor, créame’”.

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A lo largo del texto, el periodista toma el discurso indirecto y cuanta cómo en algún momento Vélez organizó en su casa un almuerzo, que fue el punto fundante de su participación en política, para ayudar a que la elite capitalina apoyara a un candidato de provincia. “En su mesa se sentaron directores de medios, columnistas de estirpe y un empresario de las esmeraldas que, aunque consideraban que ya todo estaba decidido para las elecciones que se avecinaban, escucharon con paciencia el discurso bien planeado del advenedizo mientras cuchareaban en silencio un plato de fríjoles al estilo de su tierra. Para sus adentros se reían de un aspirante que parecía más un finquero que un estadista, y que como candidato presidencial apenas rozaba el dos por ciento de popularidad. Era 2004 y ese hombre que recitaba de memoria su diatriba antiguerrillera se llamaba Álvaro Uribe Vélez”. Aunque en el texto hay un claro error, Uribe Vélez no era candidato en 2004, ya era presidente de la República. Si el almuerzo existió tuvo que ser dos años antes, en 2002.  

En palabras que el mismo Vélez le entrega al periodista, su labor es esta: “Encarreto a clientes y amigos a que inviertan plata”. Esto lleva a la reflexión dentro del texto: “…Ha dado a su activismo político un giro riesgoso, haciendo de intermediario de personajes opacos que nunca figuran pero caminan por las sombras de la política haciendo de banqueros de segundo piso que financian candidatos como quien invierte —o apuesta— en la bolsa. Cuando ganan, algunos cobran en influencia, otros en efectivo y con intereses”.

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En el punto más importante del texto, y por el que ahora cobra relevancia, llega este párrafo: “El arquitecto de acero vegetal”, se dice: “En el rol de fundraiser (que a veces le implica hacer de tesorero improvisado y guardar los jugosos recaudos en tarros de la cocina) le consiguió aportes a las campañas de personajes antagónicos como el exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro, un exguerrillero al que le presta su casa de descanso en Girardot, como a Germán Vargas Lleras, de derechas y actual vicepresidente de la República. “Mi partido es el neo-oportunismo”, fue la explicación de Simón cuando le señalé la elasticidad de sus afectos políticos, tan flexibles como la guadua y donde caben ideales a los que los separa un abismo tan hondo como el que sobrevolaba aquel helicóptero mudo”.

La explicación que el arquitecto Vélez le entregó al periodista es simple, como en el hipódromo se le apuesta al caballo con más aptitudes, así mismo en la política: los apoyos se dirigen a los candidatos que más caudal electoral pueden recoger, de eso se trataría el “neo-oportunismo”.

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