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El terrible pasado de Martín Sombra, el exfarc capturado de nuevo por secuestro

Esta fue la primera entrevista que dio Martín Sombra cuando fue capturado en 2008. En su momento hizo revelaciones terribles. El hoy recapturado, a quien se le imputa secuestro extorsivo, fue comandante de las Farc, vigiló a Íngrid Betancourt, a los ciudadanos estadounidenses y tuvo que realizar la cesárea de Emmanuel.

1 de marzo de 2008
Helí Mejía, alias ‘Martín Sombra’, asesinó por primera vez a los 10 años de edad. Durante 35 años hizo parte de las Farc. Participó en más de 40 tomas guerrilleras.

Helí Mejía Mendoza asesinó por primera vez a los 10 años de edad. "Era un negro que se llamaba Golo. Cuando había matazones, él le cortaba las orejas a la gente, las asaba y las mostraba como trofeo. Yo estaba muy pequeño, pero ese negro me jodía mucho. En esa época los problemas se arreglaban a plomazos. Yo le tendí una trampa en un charco y le metí un tiro. Como el ‘man‘ era negro, me pusieron el apodo de ‘Sombra‘ y con el tiempo terminé siendo ‘Martín Sombra‘". Esta escena, que ocurrió a finales de los años 40, fue contada por el propio guerrillero a SEMANA y es el comienzo de la sangrienta historia de uno de los más antiguos e importantes jefes guerrilleros que hayan pasado por las filas de las Farc.

Por más de 35 años Helí Mejía o ‘Martín Sombra‘ estuvo en las Farc y escapó sin un rasguño de más de 40 operaciones de gran envergadura en su contra. Pero el lunes de la semana pasada la suerte del escurridizo jefe guerrillero llegó a su fin en el pequeño pueblo de Saboyá, Boyacá, cuando fue arrestado por la Policía.

"Al único que yo le respondía era a Manuel (‘Tirofijo‘)". La confianza del jefe de las Farc y de los miembros del Secretariado con ‘Sombra‘ era absoluta.

Un hecho que permite medir el grado de cercanía e importancia de ‘Sombra‘ con la cúpula de las Farc es que durante varios años fue comisionado por el Secretariado para llevar a cabo una de las misiones más trascendentales: cuidar a los secuestrados. "A mí me designa el Secretariado el cuidado de los prisioneros. Ellos confiaban en mi y además yo tengo mucha experiencia para correr y me dieron esa misión y cumplí con eso. Yo sólo le rendía cuentas directamente a Marulanda y a Jorge (‘Mono Jojoy‘). Si por alguna razón había que hacer algún movimiento con los prisioneros, yo se los comunicaba directamente a ellos", le dijo ‘Sombra‘ a SEMANA.

La larga historia revolucionaria de ‘Sombra‘ es una estela de muertes, vejámenes y destrucción. Pero quizá lo más impactante de la vida de este guerrillero histórico tiene que ver con los años que estuvo a cargo de los secuestrados.

Fue él quien ideó los campos de concentración o ‘jaulas‘ con alambres de púas en donde están confinados militares y policías secuestrados, cuyas imágenes se conocieron por televisión hace varios años y aún conmueven a Colombia y el mundo.

Fue ‘Sombra‘ quien durante años tuvo a su cargo a Íngrid Betancourt, a los tres norteamericanos y a los congresistas que fueron liberados la semana pasada. El guerrillero fue también quien tuvo secuestrada a Clara Rojas y fue el principal protagonista durante el parto de Emmanuel en medio de la selva. SEMANA habló con este comandante guerrillero, y su testimonio es desgarrador.

"Emmanuel se estaba muriendo"

‘Martín Sombra‘ estuvo al frente del campamento en donde permaneció secuestrada Clara Rojas y en donde, en medio de la manigua, se vio obligada a dar a luz a su hijo Emmanuel.

La señora (Clara) se iba a morir porque no le podía salir la criatura. Yo entiendo algo de enfermería y la única solución que había, con el poco conocimiento que había, era hacerle la cesárea. Buscamos un libro, miramos cómo era, y le dije a ‘Guillermo‘, un guerrillero: ‘vamos a rajarla‘.

La dormimos con xilocaína. La rajamos con un bisturí. Fue un poco chambón. Yo creo que ahí le quedó el dibujo. Abrimos la señora pero resulta que el muchachito era muy cabezón y eso era un problema ni el hp... El muchachito se estaba muriendo y, como pudimos, con ‘Guillermo‘ lo sacamos. Pero estaba ahogado.

Le había entrado agua a la nariz. Le echamos aire como se le echa aire a un becerro pequeño, que es soplándolo y chupándole la nariz. Dentro de la sacada del ‘chino‘ viene el problema del brazo que se le lesionó. Pero eran dos cosas: o se moría la señora (Clara) o se moría la criatura, y había que decidir.

El Secretariado siempre supo que ella estaba embarazada, pero nunca consideró la posibilidad de soltarla. Además, el Secretariado nunca se metió en las cosas. Ellos confiaban plenamente en mí y por eso me delegaron para eso. Yo me había aprovisionado muy bien para tres meses. Tenía todo para no movernos porque, además, estaba haciendo invierno.

El parto lo hicimos rápido porque había necesidad de agilizarlo porque el pelao se estaba muriendo. Lo sacamos, lo devolvimos a la vida, la cosimos, no muy pulido que digamos. Ahí le quedará el dibujo (cicatriz) a Clara y me echará la madre porque le quedaron los puntos un poco abiertos, pero era por el afán.

Yo tenía un miquito cariblanco chiquito. Uno al mico lo cría con un gotero. Entonces le cuadré un gotero y le dije a ‘Martha‘ (guerrillera): hágase cargo de ese niño. Le dije que no le fueran a dar muchos ‘picos‘ (besos) al niño porque eso es un problema porque eso le dan ‘sapo‘, como llaman los antiguos viejos. Les dije nada de ‘picos‘, por la mañana lo levantan lo limpian y le dan con el teterito hasta que suelte la carraca (mandíbula).

Ya después le conseguimos el tetero grande. Ya le conseguimos lecho y fue rápido como fue creciendo el pelao. Ahí lo cogió definitivamente esa pelada ‘Martha‘ del Séptimo (frente).

"Todos cargaban al chino. Los militares lo cargaban, Mendieta lo cargaba, era una novedad. El papá no estaba ahí. El papá estaba en una unidad del bloque sur.

"Yo tenía a todos los prisioneros"

Con pocos días de nacido, Emmanuel hizo parte de una de las interminables caminatas a las que eran sometidos los secuestrados por las accidentadas cordilleras del país.

Llegó el momento en que nos tocó irnos de ahí porque viene un operativo que se llama ‘Plan Patriota‘. Vino entonces la ofensiva de las Fuerzas Militares. Medios técnicos, la aviación, vinieron los desembarcos, vinieron las patrullas por el suelo. Yo acomodo mis remesas para irme.

En el sitio llevábamos mes y 20 días con 150 unidades (guerrilleros). Entonces arrancó (la ofensiva del Ejército), pero el niño lloraba y eso fue un problema. Hubo un desembarco atrás de nosotros. Teníamos al Ejército atrás y adelante y por la ruta que llevábamos.

Yo arranco por la ruta de Chiribiquete (suroriente del país), caigo a una isla y monto un equipo para pasar el río. Los militares iban a rescatar a esa gente y ese chinito chille y chille, y un niño se oye lejos. Todo el mundo estaba preocupado y me tocó tomar medidas de seguridad.

Me tocó mandar al niño adelante con un grupo, pero con medidas de seguridad. Al niño lo pasamos por el río amarrado a una muchacha y con una manila. Pasamos y seguimos, pero la dificultad era que el niño lloraba mucho y había riesgo de enfrentamiento.

Además llevábamos enfermos. Nos tocó cargar a Íngrid en hamaca y al capitán Murillo, que estaba jodido de una pata. Íngrid iba muy mal del estómago. En ese trayecto íbamos avanzando y nos encontramos una patrulla como a 200 metros de nosotros.

Tocó taparle la jeta al ‘chino‘ porque los que íbamos, íbamos armados y ahí iba a haber confrontación. Logramos eludir la patrulla y en el Alto del Trigo nos encontramos con la gente de ‘Hober‘ y el ‘Negro Arturo‘ y les entregamos el primer grupo de prisioneros.

Ellos son del frente 1. Ahí partimos el grupo y seguimos. Por seguridad tocó dividir al grupo. En una confrontación siempre es mejor grupos pequeños. Yo tenía a todos los prisioneros, pero los dividimos en dos y yo salgo con un grupo por el río Guayabero. En ese grupo llevábamos a los norteamericanos.

Cuando llegamos al Guayabero, encontramos Ejército arriba y abajo. Tocó esperar a que oscureciera para poder seguir y ahí entregamos un grupo de prisioneros al frente 44 y otro grupo al 27.

"La orden era que se morían los prisioneros"

‘Martín Sombra‘ reconoció que, frente a un eventual rescate, la orden de las Farc es asesinar a los secuestrados.

Todos los prisioneros siempre fueron muy obedientes. El único que me hizo una cagada en el momento de una marcha fue Orlando Beltrán. Por ahí en una crisis de esas con bombardeos, tropas y el chino chillando, que eso es berraco y uno no tiene cabeza de nada, por ahí Orlando comenzó a hablar enredado y les transmitía a los gringos que no cargaran más la maleta.

Entonces lo llamé y le dije: yo no entiendo inglés, pero usted les está diciendo a los tres norteamericanos que no lleven la maleta. No sea güevón. Sepa que si ellos me botan las maletas, se las arrumo a usted encima. Cargue la suya, no joda y no trate de armar mierdero. Estuvo mal hecho, pero quién lo mandaba a meterse en lo que no era de él.

Cuando tuve a Íngrid ella convivía con los otros y hacía sus tortas de chocolate. Conmigo Íngrid nunca tuvo una mala actitud. Íngrid es una persona educada, pero si tiene que decirle a usted que es un hijueputa, le dice.

Un güevón una vez le hizo una cagada. Le botó unos papeles que ella tenía del diario de ella. Ella me dijo: ‘Vea ‘Sombra‘, a ese indio de ‘Guillermo‘ yo no le puedo hablar. Me botó el diario‘.

Yo lo sancioné. Yo salvo mi responsabilidad cuando los tuve. Ahí está Luis Eladio Pérez y si quieren, pueden traérmelo acá. Yo a él lo tuve bien. Hubo situaciones como que en el transcurso de las marchas tenían que ir encadenados y encadenados salían. Esas son orientaciones que se dan durante las marchas y la dormida.

Yo hice lo mío humanitariamente hasta donde podía. Les mejoré la comida y hacerlos respetar. Ellos lo pueden decir. Cuando el capitán Julián Guevara decía que lo dejaran morir, le dábamos el epamín para que se sostuviera. Eso es un analgésico que lo necesitaba.

Durante el transcurso de una de las marchas, al viejo, a Eduardo Géchem, le dio trombosis. Yo le di masajes, le di plantas para la boca, que la tenía torcida. A Eladio Pérez le tratamos los infartos mientras estuvieron al pie mío. Le dábamos metacarbamol, que es un relajante fuertísimo. Yo no dejé que los irrespetaran.

Con Mendieta, y con los demás militares, llamé a la gente mía y les dije: ‘A él y a ellos hay que respetarlos porque, estén como estén, yo soy muy buen enemigo‘. A Mendieta le dije: ‘De pronto algún día me toca a mí estar como usted‘, y mire cómo es la vida: estoy capturado por la Policía.

Yo siempre tuve planes de emergencia en caso de que aparecieran los militares, pero había una orden de que había que resistir hasta último momento antes de tener que matar a los prisioneros. Si había una emergencia, se tenían que morir guerrilla y prisioneros, pero la orden era que no nos podíamos dejar quitar a los prisioneros.

Yo fui duro con mis tropas y siempre les decía: ‘Aquí el que me corra lo mato o lo hago matar‘. La orden siempre fue que o salíamos todos o nos moríamos todos. Yo siempre saco pecho porque a mí ningún prisionero se me voló.

Cuando Íngrid y Eladio se volaron, eso no fue cuando estaban conmigo y tampoco lo de Pinchao. Yo no supe qué fue lo que pasó con lo de los diputados del Valle y tampoco pregunté por eso. Dentro de mi carrera la misión más importante fue cuidar a los prisioneros. Les hice el favor a las Farc y al gobierno de cuidarlos y entregarlos con vida. Yo los salvé de varios asaltos y bombardeos y los entregué bien. Fui bombardeado en Caño Yarumo, Caño Olga, Caimarena y Caño Caribe.

"Los gringos me decían sanavabich"

A diferencia de lo que han dicho las Farc, para ‘Martín Sombra‘ los tres estadounidenses secuestrados no son mercenarios

Con los gringos fue un problema el berraco. A mí me los entregaron y cuando llego, ellos ya están ahí en el campamento. Eso fue un problema. Yo no sé inglés y por eso desde que llegó empezamos mal.

Entonces yo qué hago, por ejemplo, para enseñarlos a comer. Yo llegaba y me sentaba al lado de ellos. Me les cuadré con un plato de comida y comencé a comer y a mirarlos. Entonces les decía: ¡comida! Cogía un vaso con agua y les decía: ¡agua!

Así fueron aprendiendo a decir comida y agua. Lo que sí me pasó es que ellos me la clavaron. El más viejo me decía sanavabich (son of a bitch). Yo creía que era que decía monte, pero después supe que era el madrazo y yo le decía, diga hijueputa. Ahí fuimos como entablando conversación.

Ya con el tiempo nos sentábamos una hora completa a hablar. Él me contaba que tenía mujer y dos mocositos. Me dijo que buscaba mariscos desde niño, que había ingresado a la escuela de aviación y que de ahí había ido a Vietman.

Una vez ellos tuvieron un problema con Íngrid y le dijeron hijueputa. El problema fue que los políticos se pusieron celosos porque a mí me gustaba sentarme a hablar mierda con los gringos y me daba la noche con la barriga adolorida de reírme de ellos. Íngrid me llamó y me hizo el reclamo. Me dijo que qué hacía yo con esos gringos, que si acaso ellos no eran los enemigos de nosotros (Farc).

A nosotros el Secretariado nos había dicho que tuviéramos cuidado con los gringos, que eran fuerzas especiales, que si lo cogían a uno, lo partían en dos. Yo con el transcurso del tiempo fui mirando y llegué a mis propias conclusiones: que el viejito es un veterano y que el otro era mecánico. El viejito me contaba sus anécdotas en Vietnam. Una vez el viejito me dijo: usted tiene que hacerme caso. Cuando venga el avión, usted tiene que apagar el radio y todo. Yo le decía que lo único era el culo en la tierra y correr.

"Uribe es un buen enemigo"

‘Martín Sombra‘ reconoce que la guerrilla ha sufrido duros golpes, pero afirma que el peor problema de las Farc es la corrupción, la indisciplina y los excesos con la población.

Pastrana permitió el Caguán, pero Uribe es muy inteligente. Uribe es un buen enemigo. A diferencia del Caguán, en donde la gente (Farc) estaba todo el tiempo montada en carro y tomando whisky, con Uribe la cosa fue a otro precio, pero sirvió para formación de tropa y para ver quiénes servían y quiénes no servían.

Las Farc durante Uribe han tenido golpes contundentes como las deserciones, pero también ha servido porque de la cantidad pasamos a la calidad.

Hay que reconocer que hubo desintegración de frentes debido a la mala política de las Farc como los secuestros, matar gente inocente, la ambición, el signo pesos. En este momento hay un replanteamiento al interior de esas situaciones, pero ya es difícil corregirlo.

Por eso a las nuevas generaciones de guerrilleros les va a tocar berraco. Hay jóvenes que se metieron sin saber por qué o sólo por querer cargar un revólver. En mis tiempos éramos pocos, pero había seriedad en las cosas.

En las Farc una cosa piensa el burro y otra el que la está enjalmando. En lo táctico puede que haya derrota y de otro lado, la falta de entrega puede llevar a una derrota militar. Quién sabe qué correctivos vayan a tomar.

Ellos (el Secretariado) pueden tomar un correctivo y el correctivo es no pelear. Qué necesidad tienen de defender este o aquel terreno si ahí los van a cascar y los van a volver nada. Eso lo están haciendo y eso es un error táctico. Si a mí me están pegando, ¿qué necesidad tengo de quedarme en el mismo sitio para que me sigan pegando? Eso es pura terquedad. Eso es responsabilidad de Jorge (‘Mono Jojoy‘).

En el momento que llegue a faltar Manuel (‘Tirofijo‘) eso será un problema para las Farc. Seguiría Cano por la estructura orgánica, pero el que da las órdenes en lo político y lo militar es Jorge (‘Mono Jojoy‘). Claro, él no ha quemado (disparado) un tiro ni ha corrido hace muchos años.