EL CASO CAMACHO

Un cabecilla del cartel de la Costa, acusado de homicidio, se presentó a la Fiscalía, confesó el tráfico de 3.500 kilos de cocaína y a pesar de ello quedó en libertad provisional. La Procuraduría investiga.

20 de junio de 1994

EL 7 DE DICIEMBRE DEL año pasado, el fiscal general de la Nación, Gustavo de Greiff, comisionó a dos jueces sin rostro para que se desplazaran a Cali y realizaran una diligencia judicial con uno de los hombres del cartel de la Costa. Los funcionarios atendieron la orden y 12 horas después llegaron a la capital vallecaucana donde se reunieron con un agente especial de la Procuraduría Regional, que tendría la responsabilidad de vigilar el proceso.
Hasta ese momento la tarea de los dos funcionarios de la Fiscalía no dejaba de ser un ejercicio de rutina. Pero los hechos que ocurrieron en las siguientes horas traspasaron la barrera de la legalidad y se dio paso a una cadena de irregularidades: en lugar de cumplir la diligencia judicial en un despacho y en horas hábiles, los jueces comisionados por De Greiff, se trasladaron a la habitación de un hotel, se reunieron con el narcotraficante y llevaron a cabo su trabajo a partir de la media noche. En menos de tres horas realizaron la indagatoria y resolvieron la situación jurídica de Salomón Camacho Mora.
Este nombre para muchos no dice nada y a simple vista parece que se tratara de una de las tantas personas que se han presentado a las autoridad es para resolver sus problemas jurídicos, bajo la política de sometimiento a la justicia. Pero la realidad es otra. Salomón Camacho, de acuerdo con los informes de inteligencia, es el segundo hombre en la línea de mando del cartel de la Costa. En el mundo del narcotráfico se inició al la do de Pablo Escobar, fué su aliado incondicional y durante muchos años estuvo al frente de las finanzas del extinto jefe del cartel de Medellín.
Este santandereano de aproximadamente 50 años, quien dice ser ganadero, también fue socio de Gonzalo Rodríguez Gacha. De acuerdo con las autoridades, Salomón Camacho fue el hombre que mantuvo escondido al 'Mexicano', en una de sus fincas cerca de Cartagena, cuando se inició el operativo que días después terminó con la baja de uno de los hombres más sanguinarios del cartel de Medellín. En esa oportunidad Salomón Camacho fue detenido por la Policía y acusado de encubrimiento. Unos días después un juez ordenó su libertad por falta de pruebas.
Después de haber resuelto los líos con la justicia, Salomón Camacho regresó a trabajar de nuevo con Pablo Escobar. En esta oportunidad se le encomendo una nueva misión: ser el enlace clave entre los carteles de Medellín y la Costa. Allí comenzó a abrir su propio camino. Conoció a José Manuel 'El Mono' Abello, con quien entabló una fuerte amistad y lentamente comenzó a ganar posiciones dentro de esta organización costeña. Cuando Abello fue detenido y extraditado por las autoridades colombianas a Estados Unidos en 1989, Salomón Camacho asumió la línea de mando del cartel de la Costa junto con Alberto Orlández Gamboa, alias 'El Caracol', y los hermanos Alex y Jairo 'El Mico' Durán.

LA PELEA
Para esa época los negocios de Salomón Camacho en la Costa iban viento en popa, el volumen de los cargamentos de cocaína enviados a Estados Unidos aumentaba vertiginosamente y esto lo había convertido en uno de los hombres con más poder en el negocio del narcotráfico en el Caribe colombiano. Fueron tres años de luna de miel entre los miembros del cartel de la Costa. Pero en octubre de 1992 las cosas empezaron a complicarse. En esa oportunidad Camacho y sus socios enviaron un cargamento de 100 kilos de cocaína a los mercados de Massachusetts (Estados Unidos). El embarque se extravió, y por este motivo se inició una de las guerras más sangrientas al interior de la organización costeña.
La cúpula del cartel de la Costa, integrada en ese momento por 'El Caracol', los hermanos Durán y Salomón Camacho, se declararon la guerra a muerte. De acuerdo con los organismos de seguridad, ese enfrentamiento dejó más de un muerto. En esa purga interna el primero que cayó fue Jairo 'El Mico' Durán, asesinado el 17 de octubre de 1992 en el norte de Bogotá. La cadena de homicidios continuó con el asesinato de Alex Durán y otras 22 personas, entre las que se encontraban sicarios e informantes de la organización costeña.
Frente a esta ola de violencia y con el temor de ser asesinado, Salomón Camacho abandonó el país y se refugió en Venezuela. Mientras tanto, la Policía, aprovechando esta purga interna, realizó la operación Alcatraz que culminó con la captura de 'El Caracol' y sus principales lugartenientes, desarticulando el cartel de la Costa.

LOS PRIMEROS CONTACTOS
Con algunos de sus antiguos socios muertos y los otros en la cárcel, Salomón Camacho regresó al país y decidió resolver sus problemas con la justicia. De acuerdo con la providencia en la que los dos fiscales sin rostro le definieron su situación jurídica, el 5 de febrero de 1993 dos voceros del narcotraficante, Guillermo de Jesús Blandón Cardona y Marcelo Salamanca Murcia, se reunieron en el despacho del Fiscal General de la Nación para anunciarle que Camacho estaba dispuesto a colaborar con las autoridades.
A partir de ese momento Salomón Camacho, a través de intermediarios, comenzó a entregarle a la Fiscalía una serie de información relacionada sobre el posible paradero de Pablo Escobar. Dentro de este paquete de pistas señaló direcciones, teléfonos y personas que en ese momento le colaboraban al entonces jefe del cartel de Medellín. Además, según la providencia, Camacho suministró pruebas sobre los responsables del secuestro de Maruja Pachón de Villamizar, y también decidió enviar algunos documentos sobre cómo operaba la organización de la Costa.
Nueve meses después el narcotraficate decidió que ya era hora de presentarse ante la justicia. Por esta razón el fiscal De Greiff comisionó a los dos jueces sin rostro para que viajaran a Cali el pasado 7 de diciembre, y realizaran la indagatoria a Salomón Camacho.

¿QUE CONTO CAMACHO?
En la indagatoria que se realizó a la media noche en un hotel de Cali, Camacho confesó ante los dos jueces sin rostro y ante un agente del Ministerio Público que asumía la responsabilidad del tráfico de 3.500 kilos de cocaína -la misma cantidad que confesó Jorge Luis Ochoa Vásquez cuando se entregó a las autoridades-. También confesó que su patrimonio se derivaba de los negocios del narcotráfico. La última confesión que hizo esa noche, fue sobre las actividades de los principales cabecillas del cartel de la Costa.
Tan pronto terminó la indagatoria, los dos jueces sin rostro resolvieron de inmediato su situación jurídica. En la providencia que conoció SEMANA, los dos funcionarios de la Fiscalía determinaron otorgarle el beneficio de la libertad provisional bajo el amparo del decreto 264 de 1993. Ordenaron también la cancelación de las órdenes de captura libradas contra Salomón Camacho que tenían en su poder los organismos de seguridad del Estado, entre ellos la Dijin y el DAS. Además, le impusieron una caución de 500 salarios mínimos mensuales que Camacho debería consignar en la sección de depósitos judiciales del Banco Popular de Santafé de Bogotá, a favor de la Dirección Regional de Fiscalías.
Frente a la actuación de los dos fiscales sin rostro, el agente de la Procuraduría que asistió a la diligencia se indignó y dejó una constancia escrita en la que rechazó el procedimiento que se adelantó, así como las resoluciones de los funcionarios de la Fiscalía.

LO INCREIBLE
Si hasta ese momento lo hecho por los jueces sin rostro se podría catalogar como un golazo a la justicia colombiana, lo que ocurrió después parece una historia de ciencia ficción. El caso de Salomón Camacho pasó a formar parte del proceso que adelantaba la Fiscalía contra el cartel de la Costa. El pasado 28 de diciembre los abogados de 'El Caracol' solicitaron la nulidad de todo lo actuado por la Fiscalía, tras aducir que nunca hubo apertura de la investigación. Un juez regional evaluó el caso y efectivamente encontró que se había cometido un error procesal y anuló todo el procedimiento que hasta ese momento se había adelantado. Por esta razón 'El Caracol' y sus lugartenientes estuvieron a las puertas de la libertad. Sin embargo, la Fiscalía actuó con rapidez y antes de que se expidieran las boletas de salida rescató las pruebas existentes y, con base en ellas, profirió una nueva orden de captura para iniciar la investigación judicial.
Esto quiere decir que lo hecho por los jueces sin rostro en el caso de Salomón Camacho también quedó sin piso. Cuando la Procuraduría General de la Nación pensó que se había ahorrado el escándalo de tener que denunciar a la Fiscalía por su irregular actuación frente al caso Camacho, se encontró con que estaba totalmente equivocada.
De acuerdo con un alto funcionario del Ministerio Público, la providencia en la que se resolvió la situación jurídica a Salomón Camacho en diciembre pasado, volvió a aparecer en enero de este año. Nadie entiende cómo ocurrió. Las investigaciones preliminares que ha adelantado la Procuraduría han arrojado las primeras luces. Se cree que Salomón Camacho estuvo en Bogotá, y los jueces sin rostro que fueron comisionados por el Fiscal el año pasado volvieron a repetir la diligencia. Pero como el contenido de la providencia es exactamente igual a la elaborada en Cali el 8 de diciembre pasado, los funcionarios del Ministerio Público creen que lo que se hizo fue sólo cambiarle la fecha y la ciudad en donde se realizó.
Lo único claro de este episodio es que hoy Salomón Camacho goza de libertad provisional.
Por esta razón la Procuraduría General de la Nación abrió una investigación disciplinaria contra los jueces sin rostro que adelantaron esta investigación, para establecer cuál es su grado de responsabilidad frente a un proceso en donde el sindicado afrontaba más de un lío con la justicia, y además había confesado el tráfico de más de 3.500 kilos de cocaína.
Por su parte, el fiscal general de la Nación, Gustavo de Greiff, aceptó -por intermedio de su jefa de prensa, Ana Lucía Obregón-, que efectivamente dos jueces sin rostro, comisionados por su despacho, habían resuelto la situación jurídica, del narcotráficante Salomón Camacho, y señaló que los beneficios otorgados están bajo el amparo del nuevo Código de Procedimiento Penal en su artículo 369 B, y que contó con el concepto de favorabilidad por parte de la Procuraduría General de la Nación. De Greiff agregó que Camacho había colaborado eficazmente con la Fiscalía, y que las pruebas que entregó, permitieron el hallazgo de caletas repletas de dinamita y armas.
En todo caso, el proceso de Salomón Camacho ilustra una vez más los problemas que está enfrentando la Fiscalía General de la Nación en la aplicación de la política de sometimiento a la justicia y de negociación de penas. Si un hombre, contra quien pesan órdenes de captura por homicidio, se presenta ante la Fiscalía y confiesa haber traficado 3.500 kilos de cocaína, lo mínimo que la sociedad espera es que la Fiscalía ordene su detención preventiva y no su libertad provisional, incluso si después negocia con él una pena con rebajas generosas. Lo anterior se agrava con las numerosas irregularidades que parecen haber sido detectadas por la Procuraduría en el proceso, que hacen pensar que todo ha sido el resultado de algo mucho más delicado que una simple comedia de equivocaciones. -