PAZ

La frágil tregua con el Eln

El cese al fuego entre el gobierno y el ELN es riesgoso y complejo de verificar. Durante tres meses pondrá a prueba la voluntad de las partes. ¿Despegará al fin la negociación?

14 de octubre de 2017

Después de la tormenta, llega la calma. Ese sentimiento prevalece en varias regiones del país desde hace 15 días, cuando el ELN y el gobierno decretaron la hora cero del cese del fuego temporal. Hasta ahora no ha habido contratiempos a pesar de que la verificación aún no está funcionando al 100 por ciento.

Este cese será muy diferente al que acabó de culminar con las Farc. Primero, porque se presenta al comienzo de la negociación, sin que las partes hayan evacuado ni un solo punto de la agenda principal. Segundo, porque no hay separación de fuerzas. Es decir, la guerrilla no estará concentrada y la fuerza pública no tendrá zonas vedadas. Tercero, porque la sociedad civil se une al proceso de verificación en cabeza de la Iglesia católica.

La verificación será crucial para que la tregua no se convierta en causa de mayores diferencias entre los negociadores. Para eso definieron que todas las instancias involucradas –la ONU, la Iglesia, el gobierno y el ELN– tendrán que coordinarse en el ámbito local, regional y nacional. Ello exige un nivel de comunicación sofisticado y preciso que pondrá a prueba la confianza en estos tres meses.

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La clave para que la tregua funcione es que ambas partes respeten las reglas del cese. Estas quedaron escritas en detalle en protocolos que no son públicos, por lo que el secretismo ha generado suspicacias acerca de lo precisos o ambiguos que puedan ser. Se sabe que los elenos, además de dejar de atacar a la fuerza pública, se comprometen a no volar oleoductos, a no secuestrar, reclutar menores ni sembrar minas que pongan en riesgo a la población civil. El gobierno se compromete a no atacar a los guerrilleros, a dar atención humanitaria a los presos y a tomar medidas eficaces para evitar los asesinatos de líderes.

Pueden surgir problemas, entre otros aspectos, por las interpretaciones que las partes le den a cada uno de estos compromisos. Por ejemplo, para el ELN la masacre de Tumaco, en caso de que la hubieran cometido agentes del Estado, sería una grave violación del cese del fuego. Para el gobierno, este caso no tiene nada que ver. En situaciones así los verificadores, apegados a los compromisos y protocolos firmados, tendrían que decir si hay o no infracciones al acuerdo.

La verificación se hará en 33 zonas del país que incluyen a Arauca, Yopal, Puerto Carreño, Cúcuta, Ocaña, Barrancabermeja, Medellín, Pereira, Quibdó, Popayán, Pasto, Tibú, Apartadó, Istmina, Magangué, Tumaco, Santa Rosa de Osos, Guapi, Ipiales y Cali. La ONU y la Iglesia no tendrán sedes permanentes, pero sus funcionarios se moverán en las regiones según las necesidades.

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Aunque ya ha transcurrido medio mes, la Iglesia apenas está terminando de ajustar el trabajo con cada una de las 21 diócesis que estarán a cargo del padre Darío Echeverry, vocero de la Conferencia Episcopal. La ONU hasta ahora tiene 20 equipos desplegados en terreno bajo el mando del general salvadoreño José Villacorta. De ese modo, ha quedado la sensación de que ensillaron las bestias antes de traerlas.

El gobierno también está aprestando su equipo, del que hará parte el general Alberto Rodríguez, el coronel de la Policía Santiago Camelo y Alejandro Reyes Lozano, de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. Por el ELN estarán Gustavo Martínez, Alejandro Montoya y Tomás García, todos ellos veteranos militantes de ese grupo.

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En cuanto a la ONU, el jefe de la Misión Política, Jean Arnault, señaló que “el Consejo de Seguridad autorizó esta verificación porque piensa que, por incipiente que sea este proceso, la consolidación de la paz en Colombia vale que tomemos algún riesgo, dado el carácter sui géneris del tipo de verificación que nos están proponiendo. De ahí la importancia de la confianza”.

Con estos tres meses de tregua, los sectores más optimistas esperan que los hombres comandados por Gabino sigan mostrando –como han hecho en estos 15 días– cohesión y voluntad, que permitan ambientar no solo un cese indefinido para 2018. Por el momento, esta tregua tiene un gran valor agregado: despeja el camino del primer punto de la agenda, la participación de la sociedad civil, cuyo primer hito tendrá lugar con las audiencias públicas que se realizarán a partir del 24 de octubre.