Cauca
Esta es la verdad sobre puente que inauguraron disidencias Farc en Cauca. Nadie lo impidió y hasta fijaron precio de peaje ilegal
Los criminales llegaron a la inauguración con uniformes y armas largas.
Las disidencias de las Farc, al mando de alias Iván Mordisco, siguen mostrando su poderío criminal en el Cauca, donde asesinan a la fuerza pública, a la población civil y constriñen a la comunidad. En esta ocasión, el frente Carlos Patiño aportó dinero para la construcción de un puente vehicular en la vereda Honduras, sobre el río Micay, y lo inauguraron este fin de semana; incluso establecieron tarifas de un peaje ilegal.
La obra, que fue construida con aportes del narcotráfico, se demoró cinco meses, comunica con Huisitó, El Nayita (municipio de El Tambo) y El Plateado (zona rural de Argelia). Habitantes de la zona aseguraron que la construcción del puente tuvo un recurso de aproximadamente 600 millones de pesos y las disidencias aportaron entre el 15 y 20 %.
Las disidencias, en medio de la inauguración, socializaron las tarifas de un peaje ilegal que estará ubicado en el puente: las motos deberán pagar 2.000 pesos y los carros 10.000 pesos. Además, se presentaron uniformados ante la comunidad y armados con fusiles.
En estos municipios, hay “manuales de convivencia” diseñados por las autodenominadas Farc-EP, en los que se prohíbe la circulación de motociclistas con casco y carros con vidrios arriba.
La velocidad por encima de los 40 kilómetros por hora está vedada, así como transitar después de las ocho de la noche, entre otras medidas restrictivas que se deben cumplir a rajatabla para evitar multas de cinco millones de pesos o secuestros que terminan con días de trabajos indignos y pesados, al sol y al agua, en carreteras que estos criminales están abriendo en medio de la selva para conectar el área montañosa con el Pacífico caucano.
Llegar a estas zonas es difícil y sólo se puede ingresar con permisos previos gestionados por la comunidad. En las fachadas de las casas se lee ‘Territorio de las Farc-EP’, y en las zonas rurales hay pancartas con reseñas de los frentes y columnas criminales que controlan estos territorios. Los visitantes son tratados con hostilidad, en muchas ocasiones, secuestrados y luego asesinados a sangre fría. A nadie parece importarle. Tampoco hay una autoridad que los contenga.
A diario se reportan en el Cauca al menos tres retenciones, un asesinato y varias denuncias por desaparición. A comerciantes y finqueros se los llevan por espacios de tres a seis horas para obligar a sus familias a desembolsar gruesas sumas de dinero. Cuando no se llevan al dueño de la finca, las víctimas son los animales. “Si no pagamos, nos matan las vacas, pollos o marranos; en algunos casos también se los llevan”.