EL CORONEL, LA DAMA Y EL VIDEO
Semana revela la verdadera historia del comandante del bloque de búsqueda que cedió a los encantos de una espía del cartel; fué filmado y desbarató luego el chantaje.
A MEDIADOS DE JUNIO, EL CORONEL CARlos Alfonso Velásquez Romero, comandante del Bloque de Búsqueda que opera en Cali en contra de las organizaciones del narcotráfico, vivía momentos desesperados. Había caído -y se odiaba por ello- en una trampa tendida por los jefes del narcotráfico del Valle. La situación estaba a punto de acabar de un solo golpe con su brillante carrera militar de más de un cuarto de siglo y con su feliz matrimonio de más de 7 años.
En efecto, meses antes había cedido a los encantos de una mujer que se había hecho pasar como informante de las interioridades del cartel. Los momentos más íntimos de la relación habían sido filmados sin que el coronel se diera cuenta, y por cuenta de ello, los capos pretendían chantajear al coronel. Fue entonces cuando tomó una decisión que iba a cambiar el rumbo de esta dramática historia: debía contarle todo a su esposa, como única fórmula para desactivar el chantaje. Pero, ¿cómo hacerlo?
Su afición al cine le daría la clave. En septiembre del año pasado había visto la película The Firm, protagonizada por Tom Cruise, en la que el personaje interpretado por el afamado actor es víctima de una jugada similar. Alquiló entonces la película en una videotienda e invitó a su esposa a verla en la casa. Cuando la cinta terminó, el coronel le dijo a su mujer: "¿Qué pensarías si te dijera que a mí me esta pasando lo mismo? "
Era el momento culminante de una tragedia que se había iniciado una noche de finales de enero, cuando el coronel Velásquez salió de su guarnición militar en compañía del mayor Guillermo Pérez a cumplir una cita en un restaurante de comida rápida, ubicado en cercanías de la Brigada. Allí los esperaba una atractiva mujer, morena, esbelta y cercana a los 40 años. Se presentó como Mery de la Vega, aunque luego se supo que este no era más que uno de sus alias. Los tres tomaron asiento y en las horas siguientes sólo hubo un tema sobre la mesa: el cartel de Cali.
En esas horas de conversación, más que la belleza de la mujer, al coronel Velásquez lo que más le llamó la atención fué el desparpajo, la sagacidad y la inteligencia que dejó traslucir en ese primer contacto. "Fue clara y directa. Nos ofreció información sobre una serie de personajes cercanos a los hermanos Rodríguez Orejuela.
Nos dijo que conocía los sitios donde vivían y dónde funcionaban algunos de sus negocios", contó el viernes pasado el coronel Velásquez en una larga charla que le sostuvo con la revista SEMANA. "Antes de despedirse -agregó- ella me dijo: 'Estoy dispuesta a acostarme con alguno de los sapos con tal de lograr información que a ustedes les sirva". Era el principio de una truculenta historia de mafia, sexo y espionaje que terminó por enredar a uno de los más destacados oficiales del Ejército colombiano.
El coronel y el mayor regresaron a la base y en el camino acordaron que iban a valorar la información que esa noche les había dado la mujer, y que si resultaba comprobada estudiarían la posibilidad de convertirla y clasificarla como informante del Bloque de Búsqueda. No se necesitó mucho tiempo para ver los resultados. Con las pistas que dio la mujer, el coronel y los oficiales del Bloque de Búsqueda dieron uno de los primeros golpes al cartel. Allanaron la residencia de David Aljure Barjum, donde hallaron importantes documentos de los Rodríguez Orejuela. Aljure Barjum, quien hoy se encuentra detenido en la República Dominicana, era, al parecer, la persona encarnada de mover los hilos del tráfico de drogas en Centroamérica que tenía como punto final de entrega a México.
Con los documentos hallados en la residencia, el coronel Velásquez comprendió que su nueva informante podría ser muy provechosa para la misión que el 20 de diciembre de 1993 le había encomendado el ministro de la Defensa, Rafael Pardo, y el Estado Mayor Conjunto. Esta consistía en la captura de los cabecillas del narcotráfico en Cali, contra quienes la Fiscalía había dictado las respectivas órdenes de arresto.
¿QUIEN ES ESTE HOMBRE?
El coronel Carlos Alfonso Velásquez Romero había sido seleccionado como comandante del Bloque de Búsqueda de Cali después de que sus superiores analizaran su trayectoria como militar y la de una docena de candidatos más. En ella encontraron razones de peso para nombrar a este bogotano, tímido, de pocas palabras y extremadamente sensible, en uno de los cargos más peligrosos del país. Su carrera empezó en 1967, dos semanas después de que su padre, el general Alfonso Velásquez Mazuera, pereciera en un accidente aéreo cuando el 23 de diciembre de 1966 pasaba revista a sus tropas acantonadas en el Tolima, Huila y Caquetá, en medio de una de las grandes ofensivas guerrilleras de esa década.
La carrera del coronel Velásquez había sido especialmente brillante. Había recibido las órdenes al mérito militar Antonio Nariño y José María Córdova. También había sido condecorado por sus servicios distinguidos en orden público y por operaciones realizadas contra la guerrilla en 1992. Siempre ocupó el primer puesto en los cursos de ascensos y cuando fue nombrado como jefe del Bloque de Búsqueda de Cali era el comandante da la Escuela de Artillería. A sus 44 años, era además un hombre organizado en su vida familiar. casado desde hacía siete años con una distinguida dama de la sociedad opita y padre de una hija. A finales de diciembre del año pasado, y cuando las autoridades ya habían dado de baja a Pablo Escobar en Medellín, el coronel Velásquez dejó la Escuela de Artillería en Bogotá y se desplazó sin su familia a Cali para coger las riendas del Comando Especial Conjunto (CEC) -más conocido como Bloque de Búsqueda-, que estaba en pleno proceso de reestructuración. Durante sus primeras tres semanas en la capital del Valle del Cauca, el coronel dedicó su tiempo al empalme y a conocer de cerca el trabajo que hasta ese momento llevaba a cabo el Bloque en esa ciudad. Los resultados hasta entonces no eran nada espectaculares y no habían tenido un reconocimiento de la prensa nacional, que por aquella época estaba centrada en el trabajo que realizaba la Policía en Medellín en busca de Escobar.
LOS GOLPES
El 20 de enero de este año, el coronel Velásquez asumió la dirección del Bloque de Búsqueda y desde ese momento los golpes a la infraestructura del cartel se sucedieron uno tras otro. El no tenía idea entonces de que esos mismos golpes despertarían la sed de venganza de los capos y serían el móvil de la celada en la cual caería semanas después.
Atacó la parte financiera y los resultados fueron inmediatos. El principal golpe que propinó en esa materia fue el 22 de febrero cuando el Bloque de Búsqueda allanó un apartamento que servía de punto de encuentro de Miguel Rodríguez con la ex reina Martha Lucía Echeverry. Allí los oficiales encontraron información sobre varias de las más importantes empresas de la familia Rodríguez Orejuela.
Otros allanamientos permitieron recopilar más información de la parte económica del cartel y establecer qué empresas, oficinas, casas de cambio y negocios comerciales, eran de los Rodríguez Orejuela. También logró establecer quiénes eran los administradores de esos negocios, al igual que los nombres de algunos de los más importantes testaferros de los Rodríguez Orejuela. En esta documentación aparecieron los nombres de políticos y hombres de negocios que presuntamente están al servicio del cartel. Toda esta información está en manos de la Fiscalía General de la Nación que adelanta una investigación para establecer el vínculo de esas personas con los negocios de los hermanos Rodríguez Orejuela.
En los análisis de esa misma documentación realizada por los oficiales del Bloque de Búsqueda se estableció que algunos de los negocios aparecen registrados a nombre de las ex esposas de los hermanos Rodríguez, con quienes mantienen vigente la sociedad conyugal. También figuran sociedades a nombre de los hijos y de las actuales esposas.
La información recogida era descomunal. Pero a la vez, bastante difícil de descifrar. Además, en muchos casos los hombres del cartel dejaban pistas falsas en lugares que sabían iban a ser allanados, con lo cual los analistas del Bloque se encontraban frecuentemente confundidos. El coronel comprendió entonces que debía obtener mucho más de los informantes que estaban a su servicio, entre ellos Mery de la Vega, la mujer que tanto lo había impresionado en su primer encuentro a finales de enero. Fue así como la relación se fue haciendo cada vez más estrecha. "Después de la primera reunión en el restaurante ella me pidió que mantuviéramos una línea directa de comunicación porque sólo confiaba en mí y me dijo que tenía la seguridad de que yo no me iba a torcer", relató el coronel Velásquez a SEMANA.
Para mantener esa línea abierta de comunicación acordaron una serie de medidas de seguridad. Primero, la informante se identificaría con el alias de 'Diana'; segundo, establecieron una serie de claves para identificar los sitios donde se reunirían. También acordaron que tendrían una cita mensual, pero con el paso de los días los encuentros fueron más frecuentes. Hubo semanas en que el coronel y 'Diana' se reunieron hasta dos veces.
Para ese entonces, Mery de la Vega ya estaba recibiendo una paga mensual de 250.000 pesos que salía de los "gastos reservados" que manejaba el coronel Velásquez, y una de cuyas destinaciones era precisamente el pago de la nómina de informantes. Acordaron además que, en caso de que la información que ella entregara permitiera la captura de alguno de los Rodríguez Orejuela o de las cabecillas del cartel, recibiría una buena recompensa.
Mery de la Vega no era la única informante que tenía el comandante del Bloque de Búsqueda. Como ella había muchos más. Este modelo es similar al utilizado en la guerra contra Escobar. Al igual que en Medellín, en Cali también arrojó buenos resultados. Sin embargo, en la capital antioqueña las historias de los informantes no terminaron por enredar en las sábanas a ninguno de los altos oficiales.
ENCUENTROS CERCANOS
Pero como el trabajo que realizaba el coronel Velásquez comenzó a poner en jaque al cartel, sus cabecillas -que al parecer ya estaban tejiendo la trampa de la informante -ensayaron primero una vía más rápida para poner de su lado al coronel. Los intentos de soborno no se hicieron esperar. El primero de ellos tuvo lugar a finales de febrero cuando en Bogotá una persona cercana al alto oficial le propuso entregarle información sobre la ubicación de laboratorios de procesamiento de coca a cambio de que "dejara quietos a los hermanos Rodríguez Orejuela". El coronel Velásquez le contestó: "Mi trabajo es perseguir a los cabecillas del cartel y el problema de laboratorios de coca los maneja la Policía Antinarcóticos. Si usted tiene buena información acuda a ellos".
En el segundo lance que hicieron para sobornarlo, utilizaron ni más ni menos que a su hermana menor. A ella la ubicaron en el restaurante donde trabaja en Bogotá. Le ofrecieron una plata para que sirviera de correo y le comunicara al oficial que estaban dispuestos a pagarle una buena suma de dinero si paraba los operativos en Cali. La suma en cuestión era considerable: 300 millones de pesos. Y eso que, según le hicieron saber, sólo se trataba de la cuota inicial. El ofrecimiento iba acompañado de una primera amenaza: "Me mandaron a decir que ellos no querían declarar la guerra. Que sabían que yo estaba cumpliendo con mi deber, pero que si llegaba a tocar a Miguel, a Gilberto o a José Santacruz, sí me declaraban la guerra. Me advirtieron que no sería una guerra institucional, sino personal. Una guerra contra el coronel Carlos Alfonso Velásquez y que esa guerra sería en cualquier parte del mundo y dirigida directamente por Pacho Herrera", le contó a SEMANA el coronel Velásquez.
Con este mensaje, el alto oficial del Ejército pensó que los intentos de soborno que venía recibiendo habían llegado a su fin y que ahora la suerte estaba echada y sólo quedaba librar una batalla a muerte contra el cartel. Pero el coronel estaba equivocado. Unos días después fue contactado por un político conservador del Quindío que llegó a ocupar un Viceministerio, quien lo invitó a cenar para hablar sobre algunos temas delicados que podían tratarse en la oficina del oficial. "Fuimos a comer y durante la cena le conté que algunos miembros del cartel habían tratado de sobornarme por medio de personas allegadas a mí. El me contestó: 'Qué falta de altura, coronel, con una persona tan importante como usted que hoy puedo decir está a la altura del Fiscal General de la Nación '. La cena continuó y cuando llegó el postre, el político me dijo: 'coronel, los Rodríguez quieren que usted se reuna con ellos'. Yo me quedé callado. Seguí comiendo mi postre. Levanté la cabeza y lo miré de tal forma que con los ojos le dije todo lo que en ese momento estaba pensando". La reunión tuvo un final lacónico. Nunca se volvieron a ver.
RELACIONES PELIGROSAS
Toda esta serie de sucesos llevaron al Bloque de Búsqueda a intensificar mucho más su trabajo en Cali. Los allanamientos se multiplicaron y la recopilación de documentos fue cada vez mayor. Todos los días se descubría algo nuevo que le permitía al Bloque ir armando el rompecabezas del cartel. Para aquella época la relación profesional entre el oficial y la mujer empezaba a convertirse en algo mucho más nersonal. Los encuentros eran cada vez más prolongados. No sólo hablaban de trabajo, sino también de asuntos personales. Muchas veces del tinto y la gaseosa pasaron al brandy y al aguardiente.
El 2 de mayo la relación llegó a su clímax. Ese día Mery de la Vega llamó al coronel Velásquez a su oficina y en clave le dijo que necesitaba reunirse urgentemente con él. A las siete de la noche, vestido de civil y en un carro particular, el alto oficial se dirigió al restaurante de comida rápida, el mismo donde había conocido a su informante cuatro meses atrás. Allí estuvieron durante media hora. Comieron algo y ella le sugirió que fueran a un bar localizado al sur de Cali, donde debían encontrar a un hombre conocido con el alias de 'Chupeta', muy cercano al cartel y quien tenía la intención de convertirse en informante.
"Salimos en mi carro para el bar Tangos y Rancheras. Llegamos al sitio y nos ubicamos en una mesa cerca de la barra. Desde ahí se dominaba todo el lugar. Pedimos media botella de aguardiente para estar a tono con el ambiente. A esa hora en el bar había dos parejas más", recordó el coronel en su charla con SEMANA.
Cerca de media hora después llegaron al local dos parejas. "Cuando se sentaron en la mesa, Mery meseñaló a uno de los hombres que acababa de entrar y me dijo que ese era el contacto que estábamos esperando. Los minutos pasaron, nos tomamos un par de tragos y ella se me acercó y me dijo: ¿No te parece que estamos desentonando, tú sentado allá y yo acá? Entonces me propuso que jugáramos a los novios. Ya mí me gustó el juego", le relató a SEMANA el coronel Velásquez.
La pareja permaneció cerca de una hora más en el bar. Durante ese tiempo pasaron muchas cosas. Al bíper de Mery entraron dos mensajes. Ella se puso de pie y se dirigió a la barra para pedir el teléfono y responder las llamadas: "En esos momentos en que estuve solo pensé en muchas cosas. Llegué a creer que las llamadas eran falsas y para estar seguro me paré para ir al baño con la intención de saber si ella realmente estaba hablando por teléfono. Cuando pasé a su lado me detuve por unos segundos y comprobé que efectivamente estaba comunicada con alguien. Nunca supe de quién se trataba".
Los minutos transcurrieron y el trago se encargó de completar el trabajo que ella había iniciado con sus insinuaciones. "Salimos del bar. Nos subimos al carro, y como yo no conozco bien a Cali le pregunté dónde quedaba el motel más cercano y ella me indicó el camino " relató el coronel. A la una de la madrugada la pareja ya estaba instalada en uno de los apartamentos del motel Campo Amor. "Entramos a la habitación -agregó- y nos sentamos a conversar en una mesa frente a la cama. Al bíper de ella volvieron a entrar dos mensajes. Cuando leyó el primero, exclamó: 'Este tipo por qué me busca a esta hora'. Tomó el teléfono de la habitación e hizo una llamada Luego entró el segundo mensaje y ella me dijo que se trataba del mismo tipo. Se sentó en la cama y me llamó para que estuviera junto a ella ".
En opinión del coronel Velásquez, las llamadas pudieron ser una treta destinada a que él se metiera entre las sábanas para poder iniciar la filmación con una cámara empotrada en el techo de la habitación del motel. Si fué una treta, la verdad es que funcionó. Y mientras el coronel y Mery permanecían en la cama, la filmadora hizo su labor, hasta las tres de la madrugada cuando abandonaron Campo Amor.
EL CHANTAJE
Doce días después -el sábado 14 de mayo -a las tres de la tarde, un capitán retirado del Ejército visitó al coronel Velásquez en su oficina del Bloque de Búsqueda. El ex oficial le contó al coronel que al salir de un almacén de su propiedad, varios hombres lo abordaron y lo obligaron a subir a un vehículo. Le vendaron los oios y comenzaron a dar vueltas por la ciudad. Durante el recorrido, le dijeron que tenía que llevarle un paquete al coronel Velásquez. El capitán le aclaró al coronel que él había exigido revisar el contenido del paquete antes de entregárselo al alto oficial, porque temía que se tratara de un explosivo.
Cuando terminó de contar su historia, el ex oficial le entregó el paquete sellado al coronel Velásquez. Este lo abrió de inmediato y cuando descubrió su contenido se quedó mudo: "Lo primero que vi fue una foto en la que aparezco con Mery de la Vega en el bar Tangos y Rancheras, abrazados y dándonos un beso. En total eran 12 fotos, un video que vi después y una carta que resumía, en pocas palabras, el chantaje", relató. El coronel no salía de su asombro. Mientras tanto el ex capitán del Ejército le preguntaba una y otra vez: "Bueno, mi coronel, ¿qué les digo a los hombres?". Velásquez respondió de modo cortante: "¿Qué les va a decir? Digales que recibí el paquete". El ex oficial abandonó las instalaciones del Bloque de Búsqueda y el coronel se dirigió rápidamente a su habitación en la Brigada para ver el contenido del videocasete. Ante sus ojos rodaron las imágenes de lo que había sucedido en la noche del 2 de mayo en el motel Campo Amor. Parado frente al televisor comprendió que el cartel, "moviendo una 'Dama', había hecho una jugada maestra que lo tenía al borde del 'Jaque Mate"'.
Salió de la habitación rumbo a su oficina y mientras caminaba, sintió que el mundo se le había venido encima y que los hombres a quienes estaba combatiendo desde hacía cuatro meses, le habían ganado la partida. Comprendió de pronto que la encerrona sólo tenía una salida: había que tomar el toro por los cuernos. De regreso en su despacho, se comunicó telefónicamente con los generales Hernán Jose Guzmán, comandante del Ejército, y Camilo Zúñiga Chaparro, subcomandante. A ellos les dijo: "Es factible que a ustedes les hagan llegar un paquete orientado a desprestigiar a la institución. Cuando vaya a Bogotá el próximo miércoles explicaré los detalles. Pero quiero dejarles en claro que un coronel del Ejército no se va a poner en manos de la mafia".
El miércoles 18 de mayo, el coronel salió rumbo al aeropuerto con el fin de cumplir la cita con sus superiores en Bogotá. Pero en el camino, debió dar media vuelta pues recibió una información de último momento que lo obligó a ponerse al frente de un vasto operativo contra el cartel, tras el cual fueron allanadas unas oficinas de José Santacruz Londoño, donde funcionaba un centro de cómputo al servicio del cartel. La información encontrada está compuesta de archivos, disquetes y computadores que en sus discos duros contienen información que la semana pasada seguia siendo analizada por el grupo de inteligencia del Ejército. Esta operación ha sido considerada como uno de los golpes más duros al cartel.
La acción retrasó el viaje del coronel a Bogotá, pero le permitió llegar a la capital al día siguiente con algo más que las fotos tomadas en el bar Tangos y Rancheras y el video filmado en el motel Campo Amor y traerle a sus superiores algunos de los más interesantes elementos incautados en las oficinas de Santacruz. La reunión del coronel Velásquez con los generales Guzmán y Zúñiga en el Comando Superior del Ministerio de Defensa se prolongó durante tres horas. A lo largo de éstas, Velásquez relató a los generales toda la historia de Mery de la Vega y al terminar, repitió otra vez las últimas palabras de la conversación telefónica que había sostenido la víspera con ellos: "Un coronel del Ejército no puede estar en manos de la mafia".
Con los ojos humedecidos, el coronel Velásquez -le contó a SEMANA cómo los generales Guzmán y Zúñiga y el propio ministro de Defensa, Rafael Pardo, decidieron respaldarlo: "Ese mismo día los generales me comunicaron que me daban su voto de confianza y que el ministro Pardo estaba de acuerdo. Pero el mejor homenaje que he recibido como militar fue el martes pasado cuando estalló el escándalo en la prensa y se conoció toda esta historia. El ex ministro Pardo me llamó por teléfono y me dijo: 'Coronel, yo no sé si usted fue enterado de mi decisión de respaldarlo y hoy me doy cuenta de que no fue una decisión equivocada". La misma decisión tomó el actual ministro de Defensa, Fernando Botero, cuando conoció en detalles la historia del coronel Velásquez y su informante.
DE PUERTAS HACIA ADENTRO
A pesar del éxito de su gestión, el coronel sólo había resuelto uno de los dos graves problemas que afrontaba: el de salvar su carrera militar. Pero por delante le quedaba el reto de evitar que su matrimonio se fuera a pique. ¿Cómo contarle a su esposa el affaire, sin que la revelación implicara perderla a ella y a su pequeña hija? Durante varios días le dio vueltas al asunto. En medio de la confusión se acordó de que a finales del año pasado había visto la película de Sydney Pollack, The Firm, conocida en Colombia como La Fachada. La cinta narra la historia de un joven abogado -interpretado por Tom Cruise- que ingresa a un pequeño pero acaudalado bufete en Memphis, Tennessee. A los pocos días de trabajo realiza un viaje de negocios a las Bahamas. Allí, una noche en la playa se encuentra con una hermosa mujer solitaria con quien entabla de inmediato una relación sexual. Hacen el amor y no se vuelven a ver en su vida. A medida que se desarrolla la trama, el joven abogado descubre que la próspera empresa donde trabaja sirve de fachada para el lavado de dólares. Cuando sus socios se dan cuenta de que el los piensa delatar, tratan de chantajearlo con una serie de fotografías que registran su relación sexual de las Bahamas.
El coronel, en medio de su angustia, creyó ver una luz al final del túnel. Fue a una videotienda y alquiló la película. Regresó a su casa e invitó a su esposa a ver el filme. Cuando terminó, el coronel Velásquez le preguntó a su señora: "¿Mi amor, tú qué piensas de la película ? " Ella le contestó que le parecía una historia muy dramática. El coronel guardó silencio por unos segundos y solto su secreto: " Mí amor, ese mismo drama lo estoy viviendo yo ahora". Le contó entonces en detalle lo que le había ocurrido. Las fotos que le tomaron, el video que le filmaron y el chantaje que habían intentado hacerle. Que esa historia ya la conocían el Ministro de Defensa y el alto mando militar, y que él estaba seguro que muy pronto a ella la iban a llamar para martirizarla con la historia. Vinieron días muy difíciles en los cuales, por momentos, Velásquez creyó que su matrimonio había terminado. Pero al final, como en la historia de la película, el dolor y la indignación dieron paso a la comprensión. Cuando el escándalo estalló la semana pasada, el coronel ya estaba vacunado contra el complot: su mujer lo sabía todo y como Hillary Clinton en plena campaña de su esposo a la presidencia de los Estados Unidos en 1992, estaba decidida a perdonar.
EL CARTEL EN LA MIRA
Con el perdón de su mujer y con el respaldo de la cúpula militar, el coronel Velásquez regresó a Cali para continuar al frente del Bloque. Entre junio y julio asestó duros golpes al cartel. En esta oportunidad, el Bloque decidió meterle mano a la seguridad privada de los Rodríguez y sus socios. Descubrieron, por ejemplo, la compañía de seguridad privada Hércules, desde donde se manejaban los pagos de nóminas no sólo del personal al servicio del cartel sino de personajes públicos que prestaban sus servicios a la organización.
Otro golpe que dio el Bloque fue en el lujoso barrio residencial Ciudad Jardín, donde allanaron la casa número 19, en la que operaba una oficina privada de Miguel Rodríguez y su ex esposa, Amparo Arbeláez. Allí se encontraron documentos que contienen el registro de pagos a políticos y a altos funcionarios. Esta documentación está hoy en manos de la Fiscalía General de la Nación, que adelanta una investigación para determinar si los nombres que allí aparecen tienen algo que ver con el cartel.
Pero quizá el golpe más duro asestado a esa organización tiene que ver con el hallazgo de documentos que contienen una extensalista de oficiales de la Policía y el Ejército, presuntamente al servicio de los narcotraficantes del Valle del Cauca. Este material incautado ha servido de base para la investigación oficial que adelanta la Policía Nacional (ver siguiente artículo).
Mientras concluyen estas investigaciones, la novela del coronel Velásquez y su informante no ha terminado de escribirse. Al finalizar la semana, Mery de la Vega dio a conocer una carta a la opinión pública en la que anuncia que demandará por injuria y calumnia al oficial, porque, según ella, él sólo ha contado medias verdades. Por su parte el coronel dice tener toda la documentación necesaria para probar su relato. Por lo pronto, parece ser que el mismo éxito que tuvo en mantener la confianza de sus superiores y recobrar la de su esposa, lo está teniendo con la opinión pública, que tiende a creerle a un hombre que pudo haberse ahorrado muchos problemas entregándose al cartel, y prefirió en cambio enfrentarlo cualquiera que fuera el costo.
EXITOS Y GALARDONES
EL CORONEL Carlos Alfonso Velásquez inició su carrera militar en enero de 1967, cuando ingresó a la Escuela Militar de Cadetes. Durante 27 años de servicios, esta ha sido su brillante hoja de vida.
Diciembre de 1970. Ocupó el primer lugar en su promoción como subteniente. Posteriormente, en el curso de ascenso para capitán, otra vez llegó al primer puesto.
Su siguiente ascenso fue a mayor y en esa oportunidad fué el segundo mejor oficial de su promoción. Una vez más ocupó el primer puesto, cuando realizó el curso de Estado Mayor en la Escuela de Guerra. No sólo fue uno de los mejores alumnos que ha tenido la escuela militar sino que a lo largo de su carrera ha recibido varias condecoraciones. Entre ellas cabe destacar las órdenes al Mérito Militar José Antonio Nariño y José María Córdova. Recibió la condecoración por servicios distinguidos en Orden Público por operaciones realizadas contra la guerrilla en 1992 en Gutiérrez (Cundinamarca) y tres veces la distinción Francisco José de Caldas por sus virtudes de honor y lealtad militar. El arma en la que se especializó es la artillería. Antes de ser nombrado comandante del Bloque de Búsqueda fue jefe del B-3 de la Escuela Militar y en 1992 se le nombró comandante de la Escuela de Artillería. También fue asignado como comandante del Batallón La Popa en Valledupar, donde estuvo siete meses.