Investigación

Exclusivo: el crudo relato de un joven que asegura haber sido violado por el profesor Fabián Sanabria

Uno de los profesores más conocidos de la Universidad Nacional se encuentra en la palestra. Es acusado de supuestamente violar a un joven que narró con crudeza los hechos. El docente se defiende.

22 de enero de 2022
Fabián Sanabria es antropólogo, doctor en Sociología y escritor de la Universidad Nacional. En su contra hay tres denuncias por delitos sexuales y una más por hostigamiento. Fue imputado y vinculado formalmente por la Fiscalía a un proceso penal.
Fabián Sanabria es antropólogo, doctor en Sociología y escritor de la Universidad Nacional. En su contra hay tres denuncias por delitos sexuales y una más por hostigamiento. Fue imputado y vinculado formalmente por la Fiscalía a un proceso penal. | Foto: juan carlos sierra-semana

“En ese momento que él ve la sangre, es como si un monstruo en él se hubiera despertado y empezó a golpearme con el cinturón, empezó a darme correazos. Me decía que no gritara, que, si me dejaba dar unito más, él me dejaba ir. Me dijo: ‘Déjate consentir como los gatos’, esas palabras nunca se me van a olvidar”.

Este es un fragmento del dramático testimonio de un joven que aseguró fue víctima de abuso sexual del profesor Fabián Sanabria, de la Universidad Nacional, imputado hace una semana por la Fiscalía y en la ciudad de Bogotá.

Según el relato, en 2013, el joven habría llegado al apartamento de Sanabria, en el centro de Bogotá, luego de contactarlo por Twitter y tras una promesa de trabajo. El denunciante señala que, al llegar a la vivienda del docente, este le habría ofrecido una gaseosa que a los pocos minutos lo dejó mareado y en la cama de Sanabria.

“Se abalanzó sobre mi cuerpo, eso nunca se me va a olvidar, sus dos manos sobre mis manos, sobre mis brazos, haciendo presión, tratando de besarme. En vista de que yo no me dejé besar, me hizo un chupón en el cuello y yo le dije: ‘¿Qué le pasa? ¡Déjeme! Esto no me gusta, me quiero ir’”, relató el joven.

“Él le había colocado seguro a la puerta tan pronto yo entré, y yo tenía muchísimo mareo y él cogió un cinturón como si quisiera atarme a la cama y no podía, como si quisiera amarrarme; y su expresión en su cara era como si algo se hubiera apoderado de él en esos momentos y no fuera él, sino que fuera un ente (llora)”, agregó el denunciante.

La situación se habría ido tornando más crítica. “Recuerdo que él me tapaba para que no gritara”. Según la víctima, Sanabria le decía: “Yo te quiero golpear las nalgas, te quiero dar un correazo en las nalgas”.

El supuesto abuso se extendió hasta la penetración, aunque la víctima advierte que el placer de su agresor no era ese acto, sino “someterlo”, tenerlo en el sitio que estaba, atado y rogando por su libertad. Cuando lo desató, de acuerdo con el relato, Sanabria dijo que “lo había pasado muy rico”. Todo duró unos 20 minutos. El afectado tardó en reincorporarse y aseguró que se levantó en silencio, tomó su hoja de vida, salió del apartamento y se subió a un taxi, con su boca todavía ensangrentada por los golpes.

Cuando llegó a su casa, “subí hasta el quinto piso donde yo vivía, en completo silencio, entré, tomé una ducha y me metí en las cobijas de mi cama a llorar”. Supuestamente, al día siguiente, Sanabria le habría enviado un correo, que reposa en el expediente. El joven, de 25 años, refirió que en ningún momento se sintió atraído físicamente por su supuesto agresor y que, desde lo sucedido, su vida cambió.

“Intenté suicidarme... Pasé con un psicólogo, no me adapté a ese psicólogo; pasé por otro, hablaba mucho sobre el abuso sexual, ese psicólogo me recetó unas pastillas para dormir, e intenté (no se entiende) con esas pastillas y hasta el día de hoy todavía tengo pesadillas. Esas pesadillas y todas esas secuelas generaron secuelas en mi sanación porque yo no puedo tener una relación íntima con absolutamente nadie”, contó el joven, quien durante todo su relato debió ser consolado por la persona que le recibió la denuncia. “Lo siento mucho, lo siento, esto que estás haciendo es muy importante”, le decía quien lo escuchaba.

“Detesté los gatos por muchos años, cada vez que veía un gato me acordaba de cuando él me decía: ‘Déjese consentir como los gatos’”, recordó el joven.

El testimonio aparece en el tercer informe de Las que Luchan, un grupo de estudiantes y egresadas de la Universidad Nacional empeñadas en demostrar cómo, desde hace más de una década, profesores de esa alma mater, en particular del Departamento de Antropología, se encuentran comprometidos en presuntos casos de abuso sexual.

Sanabria es un polémico académico. Fue candidato a rector de la Nacional, estudió en Francia al lado de Pierre Bourdieu, además fue miembro del movimiento Visionarios, de Antanas Mockus. Es recordado por sus violentos y ácidos comentarios en redes sociales, como cuando hizo un video en el que simulaba tomar agua con cianuro y luego la escupía. Todo esto, mientras el país apenas digería la tragedia de la familia Pizano, con dos de sus miembros muertos por consumo de agua con dicho veneno. También fueron polémicos sus comentarios contra el presidente Iván Duque y todo aquel que se le atravesara a sus ideas políticas.

La investigación

En marzo de 2020, en el marco de una toma de un grupo de feministas a la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional, aparecieron unos grafitis en la sede, en las oficinas de algunos profesores, con graves acusaciones. Ese fue el punto de quiebre para las investigadoras de la Comisión Feminista y de Asuntos de Género del Departamento de Antropología, Las que Luchan.

Desde ese momento, iniciaron el trabajo que, según ellas, debió realizar la propia universidad. “Han argumentado la inexistencia de quejas formales, así ignoraron muchos intentos por conseguir ayuda y protección”, señala el primer informe que elaboraron Las que Luchan.

Este documento se convirtió en un impulso para nuevas denuncias. Surgieron más relatos de abuso, incluso de personas ajenas a la universidad. Así habrían llegado dos denuncias más contra Sanabria.

“Se trató de una investigación etnográfica con herramientas sociales que no tenía fines procesales, fueron víctimas que nunca habían encontrado un espacio para hablar de lo sucedido. Luego es que trasciende y resulta necesario ponerlo en conocimiento de la Fiscalía”, dijo Mónica Godoy, antropóloga que asesoró la presentación de los informes.

La respuesta de Sanabria

SEMANA consultó al profesor Fabián Sanabria por las denuncias en su contra y la imputación de cargos que hizo la Fiscalía. “Es un testimonio que debe ser revisado por las autoridades. Bien que investiguen, soy el primer interesado en que se investigue con todas las garantías del proceso, pero no es garantía que me imputen por Twitter”, explicó el profesor.

Aseguró que su situación se ha complicado. “No puedo ni salir a la calle, recibo insultos y en redes sociales se viralizaron las palabras: violador, cacorro y Sanabria”, dijo el docente.

Agregó que está confiado en demostrar su inocencia en un escenario de juicio. Su defensa, en cabeza del abogado David Restrepo Naranjo, advirtió que una jueza le negó a la Fiscalía la posibilidad de una medida de aseguramiento en contra de su cliente.

Luego de la imputación, la Fiscalía debe presentar la acusación en contra de Sanabria, de cara a un eventual juicio, un escenario que al docente lo llena de optimismo, mientras que a la contraparte, de mucha desconfianza por las propias cifras de impunidad en este tipo de casos. “Solo dos denuncias de cada 100 terminan en condena, los jueces no estudian los casos con perspectiva de género”, señaló Mónica Godoy.

De la Universidad Nacional se han conocido algunos comunicados y respuestas a Las que Luchan, pero quienes lideran esta investigación aseguran que existe complicidad de las directivas. “Sabían lo que estaba pasando, estaban notificados de las denuncias, los protegen, cierran y archivan las denuncias”, aseguraron a SEMANA.

Hasta el momento, solo dos profesores, de ocho que aparecen en los tres informes sobre violencia de género, fueron sancionados por la universidad. Los denunciantes ven difícil que la justicia o las instancias disciplinarias condenen los presuntos abusos, pero saben que el objetivo principal de las denuncias se cumplió: prevenir para que casos similares no se repitan.