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El declive de Sergio Fajardo: ¿por qué su candidatura es hoy prácticamente inviable?
Las posibilidades de que el candidato de la Centro Esperanza pase a la segunda vuelta presidencial son casi nulas, según las encuestas. ¿Por qué, si fue favorito, su candidatura es hoy prácticamente inviable?
El candidato Sergio Fajardo atraviesa por el momento más difícil de su larga carrera política. Hoy aparece en el cuarto lugar en intención de voto en las encuestas, después de los resultados de las consultas del pasado 13 de marzo, que prácticamente lo dejaron fuera de combate en las elecciones presidenciales.
El Fajardo de 2018 poco se parece al de ahora. Una seguidilla de malas decisiones y una evidente transformación en su forma de comunicarse con los electores, en formato de youtuber, lo desdibujaron. Quizá por esa razón Fajardo no emociona ni conecta y ha venido perdiendo no solo votos, sino respaldos políticos.
La Coalición Centro Esperanza afronta una verdadera desbandada de líderes y simpatizantes, que, queriendo ejercer el voto útil, se han ido hacia las campañas de Gustavo Petro o Federico Gutiérrez, los candidatos más votados en las consultas y favoritos para ganar la presidencia, según todas las encuestas.
El exgobernador de Antioquia está golpeado anímicamente por los escasos 723.475 votos que obtuvo el 13 de marzo, menos que Francia Márquez, la fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro. Es una cifra seis veces menor a la registrada en la primera vuelta de 2018, cuando, con 4.589.696 votos, estuvo a punto de pasar a la segunda vuelta contra Iván Duque. Petro se quedó con dicho tiquete por una diferencia de tan solo 200.000 votos aproximadamente.
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Consciente de su declive, Fajardo puso en marcha una estrategia que él ha denominado la “remontada”, con la que busca recuperar el terreno perdido. Pero no será fácil. Tan pronto fue derrotado hace cuatro años, prometió retirarse de la política, pero pocos meses después, animado, volvió al ruedo y empezó a recorrer el país. Ya en 2020 las encuestas lo mostraban como el gran favorito.
En septiembre de ese año, un estudio del Centro Nacional de Consultoría (CNC) reveló que Fajardo tenía una intención de voto del 20 por ciento, y Petro estaba en el segundo lugar con el 16 por ciento. En aquella época, Federico Gutiérrez apenas marcaba 5 por ciento. Rodolfo Hernández e Íngrid Betancourt aún no aparecían en el panorama presidencial.
Fajardo empezó a convertirse, poco a poco, en un agudo crítico del Gobierno Duque, lo que hizo con el controvertido Gobierno Santos. Él, en 2018, había terminado su campaña bajo la etiqueta de “tibio” y fustigado por irse a ver ballenas y no tomar partido en la segunda vuelta presidencial.
Su primer error, tal vez, fue iniciar su campaña presidencial tan temprano, pues el desgaste empezó muy rápido. Los primeros ataques virulentos en su contra llegaron de parte de Petro, quien aún hoy no le perdona que no lo haya apoyado para enfrentar a Duque.
Paralelamente, Fajardo se convirtió en uno de los protagonistas de las investigaciones de los organismos de control por el descalabro de Hidroituango. Petro aprovechó la oportunidad y, sin piedad, arremetió contra él. En aquel momento, la elección presidencial, supuestamente, estaba planteada como un pulso entre Petro y Fajardo.
“Sergio Fajardo es responsable fiscal de la pérdida de casi 9 billones de pesos por el desastre de Hidroituango según la Contraloría Nacional. Por acelerar las obras se produjo el desastre, querían negocios rápidos con una junta de EPM manejada por el GEA, el grupo que lo financia”, dijo Petro en Twitter, el 3 de diciembre de 2020.
Las investigaciones avanzaron y Fajardo fue condenado por la Contraloría por este caso. A la vez, la Fiscalía lo acusó ante la Corte Suprema de Justicia por los delitos de contrato sin cumplimiento de los requisitos legales y peculado por apropiación en favor de terceros, a raíz de una sustitución de deuda cuando fue gobernador de Antioquia. El candidato se dedicó a despotricar y descalificar al contralor Carlos Felipe Córdoba y al fiscal general, Francisco Barbosa, argumentando la puesta en marcha de un complot en su contra para frenar su candidatura.
Los números de Fajardo en intención de voto hicieron agua. El 18 de mayo de 2021, en una encuesta del CNC, apareció con apenas el 6 por ciento. El entonces precandidato se dedicó de lleno a dar sus explicaciones por esos dos escándalos, mientras el electorado se confundía porque una de las banderas más fuertes de Fajardo en 2018 había sido justamente la lucha contra la corrupción.
En la anterior campaña, Fajardo se consolidó como una alternativa, ya que logró mantenerse al margen de la polarización entre el uribismo y el santismo. “No soy uribista ni antiuribista, no soy santista ni antisantista”, le decía a la prensa. Pero Fajardo, en esta ocasión, buscando la presidencia de 2022, tomó partido por el santismo abiertamente y eso lo mostró incoherente.
El aspirante presidencial se rodeó de varios de los integrantes del círculo más íntimo del expresidente Juan Manuel Santos. Dicho vínculo sigue vigente hoy con figuras que lo acompañan, como su fórmula vicepresidencial, Luis Gilberto Murillo, exministro de Ambiente de Santos, y los también exministros Juan Fernando Cristo (Interior), María Ángela Holguín (Cancillería) y Alejandro Gaviria (Salud), entre otros.
En contraste, decidió atacar al uribismo y públicamente reforzó este mensaje. “El uribismo no llegará a la presidencia en 2022”. La respuesta del expresidente Álvaro Uribe fue inmediata. “El doctor Fajardo es el candidato presidencial de Santos para el 2022”.
Aunque Fajardo siempre lo ha negado, los hechos son tozudos. Lo que sí es cierto es que no es el único candidato que ha tenido el apoyo de Santos en esta campaña, pues el expresidente también le ha apostado a Petro y a Alejandro Gaviria, en su momento.
El 28 de junio de 2021, en una nueva encuesta del CNC, Fajardo ya se veía muy debilitado y se mantenía en el 6 por ciento de intención de voto. Algunos ya apostaban que desistiría incluso de su candidatura. Él lo ha intentado todo y hasta pidió perdón por haberse ido a ver ballenas, después de tres años de justificar lo que hizo y de defender la opción del voto en blanco por la que optó en ese momento. El 10 de junio de 2021, en un video, dijo: “Me tomó un tiempo para entenderlo, pero reconozco que fue un error. Realmente, fue un error”.
En 2018, Fajardo se negó a competir en una consulta interpartidista, y políticos como Claudia López y Jorge Enrique Robledo tuvieron que abandonar sus aspiraciones para rodearlo. Con Humberto de la Calle nunca quiso tomarse el café de la unión y prefirió mantenerlo a metros. Hoy son grandes aliados.
En esta ocasión, en cuanto a las consultas, todo fue a otro precio y tuvo que someterse a las reglas de la Centro Esperanza. Pero si algo le hizo daño a Fajardo fue justo lo que pasó internamente en la coalición, en la que sus integrantes terminaron en una pelea de perros y gatos, con recriminaciones mutuas y en público por las malas compañías, el clientelismo, las maquinarias y la política tradicional.
El mensaje que le quedó claro a la gente fue uno: predicaban ser los líderes anticorrupción, pero no aplicaban. El otro mensaje fue que, si entre ellos mismos eran ingobernables e incapaces de llegar a consensos, ¿cómo podían manejar el país?
Las incoherencias motivaron la salida de Íngrid Betancourt de dicha alianza y ella terminó armando toldo aparte para las presidenciales. Íngrid no soportó que sus compañeros no tuvieran una posición firme frente a las denuncias que hizo contra Alejandro Gaviria y que, según ella, todos compartían, pero prefirieron hacerse los de la vista gorda antes que enfrentarlas.
Aun cuando en 2018 su pelea con César Gaviria, el Partido Liberal y Humberto de la Calle le salió mal, Fajardo insistió y volvió a casarla en esta oportunidad, insultando al expresidente y asociándolo con la corrupción y el clientelismo. Por eso, rompió cualquier posibilidad de alianza con los liberales, claves en cualquier elección presidencial. Y, de paso, se ganó la mala voluntad del expresidente Gaviria, quien lo ha criticado por no asumir posiciones claras y ha advertido: “En el Partido Liberal nadie quiere votar por Fajardo”.
El 21 de octubre de 2021, la encuesta del CNC mostró que Fajardo seguía cayendo en las encuestas. Registró apenas 5,8 por ciento en la intención de voto. A la falta de conexión con la gente y la ausencia de propuestas concretas, se sumó la mala gestión de la alcaldesa Claudia López, quien fue la fórmula vicepresidencial de Fajardo en 2018.
La mandataria se convirtió en un bumerán contra él. Muchos de sus seguidores empezaron a asociar lo que ha pasado en Bogotá con la alcaldesa y lo que podría ser un gobierno del candidato de la Centro Esperanza en todo el país.
Fajardo, antes que criticarla, ha respaldado a Claudia López, fuertemente castigada por la opinión pública en las encuestas. La inseguridad se disparó, los disturbios se volvieron pan de cada día, hay zonas completamente bajo el control de la delincuencia, y otras, como el parque Nacional, se volvieron el resguardo de comunidades indígenas desplazadas, cuyos problemas no han tenido una solución.
La alcaldesa ha sido ambigua con las acciones delincuenciales de la primera línea y, mientras tanto, ha estigmatizado a los venezolanos con mensajes xenófobos. Su falta de empatía terminó salpicando gravemente a Fajardo.
Hoy el candidato de la Centro Esperanza enfrenta una desbandada. Fichas estratégicas en su campaña se han ido a acompañar otros proyectos políticos. Así ocurrió con el exalcalde de Neiva Rodrigo Lara Sánchez, de la Alianza Verde, hoy fórmula vicepresidencial de Fico Gutiérrez. O con el exdefensor del Pueblo Carlos Negret, quien públicamente adhirió a Fico y le comunicó a Juan Manuel Galán, jefe del Nuevo Liberalismo, quien lo llamó “faltón”, que no iba a acompañar a Fajardo. Negret había aspirado al Senado por el movimiento de los Galán.
En el caso de Petro, varios integrantes de la Alianza Verde, que deberían estar apoyando la Coalición Centro Esperanza y la candidatura presidencial del exgobernador de Antioquia, anunciaron públicamente su adhesión al Pacto Histórico.
Además, algunos tienen planeado acompañar a Fajardo hasta el 29 de mayo, pero, previendo el fracaso, ya tienen listo su aterrizaje en las campañas de Petro o de Fico. Si bien Fajardo está acompañado de un importante círculo de santistas, la muestra más clara de que su candidatura se ha tornado inviable es que un peso pesado del santismo llegó a la campaña de Petro, con bombos y platillos. Se trata de Alfonso Prada, ex secretario general de la Presidencia y exdirector del Sena en el Gobierno Santos, quien será el jefe de debate del candidato del Pacto Histórico. Prada es de la absoluta confianza del expresidente, a tal punto que le ha llevado algunos procesos como abogado.
En el caso de Alejandro Gaviria, no se descarta que apoye a Petro en la segunda vuelta. Y más después del viacrucis que ha vivido al lado de Fajardo. En los debates se enfrentaron fuertemente, antes de las consultas. Pero no solo eso. Gaviria ha sido pordebajeado, maltratado, ninguneado, señalado, y, aun así, haciendo honor a su palabra, se ha mantenido al lado del candidato de la Centro Esperanza, que en realidad parece no quererlo ver ni en pintura. La supremacía moral de Fajardo le ha hecho mucho daño.
La desbandada que sufre hoy el candidato no ha sido la única. Ya algunos, como Angélica Lozano y Juanita Goebertus, habían abandonado a Fajardo para irse a la fallida candidatura de Alejandro Gaviria.
Hoy las dos están de regreso, pero Angélica Lozano y su esposa, Claudia López, tienen un pie en el petrismo, porque la alcaldesa de Bogotá y el líder del Pacto Histórico se reconciliaron. No sería raro que, en la segunda vuelta, la pareja López-Lozano aterrice en el Pacto Histórico, como ocurrió en 2018.
La más reciente encuesta del CNC para SEMANA reveló que, si las elecciones fueran hoy, Fajardo tendría el 8,4 por ciento de la votación. El resultado de la encuesta de Guarumo también lo ubicó con una intención de voto del 9,5 por ciento.
Él es matemático y sabe que, con esos números, su paso a la segunda vuelta es imposible. Petro lo cuadruplica (36,5 por ciento) y Fico lo triplica (24,5 por ciento), y serían los ganadores de la primera vuelta. La misma encuesta del CNC arroja que, en un escenario de segunda vuelta frente a Petro, Fajardo obtendría 38,3 por ciento de intención de voto y el líder del Pacto Histórico llegaría a 41,5 por ciento. El problema de Fajardo es que este escenario se vuelve inútil frente a su realidad política de cara al próximo 29 de mayo.
En cambio, la segunda vuelta entre Petro (43,1 por ciento) y Fico (40,1 por ciento) se hace más probable por lo que serían los números de ambos en la primera vuelta. Incluso, en la encuesta de Guarumo, Fico (43,5 por ciento) le ganaría a Petro (40,1 por ciento) en la segunda vuelta.
La estrategia de Fajardo para recuperar el apoyo de la gente también ha sido errática. Cambió su imagen fresca y esperanzadora, de profesor apacible, por la de un candidato agresivo y pendenciero, que ahora dice no creer en las encuestas, las mismas que un día lo mostraron como favorito. En los debates, más allá de mostrar propuestas, se ha dedicado a buscar camorra y a descalificar especialmente a Federico Gutiérrez, con quien siempre había tenido una buena relación. Tanto es así que en el pasado Gutiérrez, siendo concejal, fue uno de sus principales escuderos cuando Fajardo fue alcalde de Medellín.
Ante el desespero por el declive, a la campaña de Fajardo llegó la firma gringa Precision Strategies, la misma que asesoró a Juan Manuel Santos en el polémico proceso de paz con las Farc. Así le pongan un libreto, no será fácil remontar porque sus electores ya le han acumulado muchas cuentas de cobro.
Fajardo cree que una unión con Íngrid Betancourt y Rodolfo Hernández, obviamente alrededor suyo, podría salvarlo de hundirse en la primera vuelta. Pero esta parece una misión imposible. Hernández y Betancourt han dicho que irán hasta el final.
Hoy los que encabezan la pelea por la presidencia saben que los votos de Fajardo, siendo pragmáticos, están en feria y por eso ya ninguno de los punteros le responde sus ataques. Al contrario, cuando pueden, lo elogian y se muestran bastante pacientes frente a sus dardos. Fajardo le está hablando solo al viento, y muchos en sus bases están decidiendo a qué otra candidatura irse.
Esta campaña ha sido tan dura y tan distinta para Fajardo que incluso su expareja, la psiquiatra Lucrecia Ramírez, le dio una estocada al publicar un mensaje en Twitter, antes de las consultas, en el que anunció que votaría por Alejandro Gaviria, el contendedor con el que Fajardo tuvo mayor confrontación en esa alianza.
Fajardo también ha confesado, con humor, que no se ha sentido cómodo en los debates. “Me dicen abra los ojos, entonces abro los ojos. Me dicen no frunza el ceño, entonces tengo que abrir los ojos, y las arrugas que tengo aquí, tratar, pues, de que no se me noten. Me dicen sonría y estoy tratando de sonreír más, seguramente ustedes me han visto (…) Entonces, yo apenas voy a empezar, los ojos, el ceño, la sonrisa, y ya van 15 segundos... Y yo me acuesto todas las noches y digo: ¿cómo hago para ser más emocionante mañana?”.
Tal vez la senadora Angélica Lozano, de la Alianza Verde, tenía razón cuando dejó entrever, en diálogo con SEMANA, a pocos días de las elecciones del 13 de marzo, que el tiempo de Fajardo ya pasó.
Lo que piensan de Fajardo:
Juan Manuel Galán
“No se puede evaluar a Fajardo bajo la lupa de antes del 13 de marzo, sino lo que va a hacer después. Claro que tiene errores, como todos. Todos cometemos errores. Seguramente, los errores que se hayan cometido son, por ejemplo, que debe emocionar mucho más en la forma y fondo del discurso. La manera de comunicar seguramente sí ha fallado. Hay que buscar maneras más efectivas y eficaces. Cómo ganamos la primera vuelta es el reto más inmediato de la campaña, en eso hay que buscar qué está fallando y qué es lo que hay que hacer. Sin lugar a dudas, la gente vota con la emoción más que con la razón. No es solo un fenómeno de Colombia, sino de la naturaleza humana”.
Carlos Ramón González
“Sobre la candidatura de Sergio Fajardo, tengo que decir que es una que hoy representa un importante sector de la sociedad, pero tiene varios riesgos. Primero, el voto útil, ese es un riesgo y él lo sabe. Las campañas son polarizantes, esa es su naturaleza, ese es el mayor riesgo, y ahí es donde ese centro tiende a desaparecer, y ese centro que quiere interpretar no va a existir en el día de las elecciones. Fajardo no ha logrado generar ese polo o punto de atracción, esa fuerza de atracción. Puedo decir qué es lo que sucede con su discurso porque yo estuve en las dos campañas anteriores con él y fuimos compañeros de trabajo mucho tiempo. Creo que pasó el momento, la mayor oportunidad de la historia”.
Íngrid Betancourt
“Sergio ha sido más profesor que líder. Pocas acciones y muchas omisiones. Lo he visto incómodo, dando un mensaje que no es el de él, en el que insiste en polarizar aún más esta contienda. El centro está llamado a crear puentes, no a insistir en la división. A él lo tiene sumido en esta crisis, irónicamente, la falta de fe y esperanza. No lo veo convencido de que realmente el centro puede ganar las próximas elecciones derrotando el miedo y el odio”.
Paloma Valencia
“El profesor Fajardo entró en un discurso con el centro de sectarismo político, que no le convino a él ni a ninguno de esta agrupación política. Habría podido tratar de convocar a todos los sectores. De derecha, de izquierda, de centro, políticos y apolíticos. Lo que los colombianos quieren, en mi opinión, es un mensaje de unidad nacional. De que todos unidos somos capaces de hacer más que un solo grupo o un grupo que excluya a todos los demás. Creo que el éxito de Fico ha sido precisamente eso”.
Alejandro Carlos Chacón
“Conformó equipos excluyentes. Ese es el peor error. Por poner un ejemplo, cuando Alejandro Gaviria llegó allí, exigieron que llegara sin el Partido Liberal, se lo llevaron sin nada, no funcionó, no sirvió, y así es todo lo que tienen. Y, además, no tiene mensajes claros sobre sus políticas de gobierno, no se define. La gente no tiene por qué votar por él, no siente por qué es que lo hace. Fajardo no ha sido capaz de reinventarse. A través del tiempo, él ha venido tratando de mostrarse como un hombre independiente, apolítico, y lleva 20 años eligiendo alcaldes, gobernadores, pues ya la gente no se lo cree. Y fuera de eso, cuando ha hecho planteamientos característicos, de pronto, no asumir posiciones y por eso lo califican de tibio, sus propuestas no son claras. Además, con la consulta creería yo que terminó haciendo inviable su candidatura con la votación que sacó. Entonces, su propia gente se está yendo para la campaña de Petro y otros, para la de Fico”.
Luis Fernando Velasco
“Yo creo que el gran error de Fajardo no nace en esta campaña, fue hace cuatro años cuando él dice: me voy a ver ballenas. Un líder debe tomar decisiones. Lo de Fajardo no logró venderse como el cambio. Y, obviamente, la gente comienza a hacer uso del voto útil, y puede haber mucha gente que quisiera acompañar a Fajardo, pero siente que su voto no va a ayudar a decidir, y eso hace que Fajardo pierda espacio. Es evidente que un candidato que a cambio de crecer comienza a sentir que está decreciendo en el interior le genera una crisis. Eso es evidente, eso, más que una opinión, es un hecho objetivo”.
Angélica Lozano
“La política es cruel, el timing en política, él tuvo todo para ser presidente. Pero el tiempo de 2018 a 2022 temo que sea menos competitivo”.
Armando Benedetti
“Creo que trata de mostrarse alejado de la política, lo cual lo ha alejado de la vida real y los problemas reales. Creo que la coalición a la cual él perteneció se la reventaron por dentro, creo que lo atomizaron, la misma coalición lo terminó asfixiando y evaporándolo”.