El desistimiento a la compra de vivienda: un flagelo para la economía del sector constructor en Bogotá y la región

El último informe presentado por la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), a partir de su sistema de Coordenada Urbana, reveló noticias poco agradables para el sector en el país, debido a la caída en la venta de viviendas, puesto que se estarían completando incluso, menos despachos que en la cuarentena por la covid-19.

“Durante la época de la pandemia, cuando estábamos encerrados y pensando que nos íbamos a morir, vendimos 6.300 viviendas de interés social (VIS) mensuales. Hoy estamos vendiendo 5.800″, explicó el presidente de Camacol Guillermo Herrera, haciendo un paralelo sobre la problemática.

Pues bien, uno de los factores que se puesto sobre la mesa en cuanto a los factores que ha afectado la venta de vivienda es el desistimiento de los ciudadanos en continuar con la compra, lo que afecta directamente al sector de la construcción y crea un eco en la generación de empleo.

“Es importante señalar que el mercado de vivienda nueva de Bogotá representa aporta 1 de cada 5 viviendas nuevas en el país, y cada nueva vivienda que se construye genera 4 empleos entre directos e indirectos, y moviliza el 54 % del aparato productivo del país a través de la demanda de insumos y servicios. En ese sentido, el efecto de la contracción en las ventas de vivienda de la ciudad puede afectar de manera significativa la ocupación y la dinámica económica agregada”, afirmó Edwin Chiriví, quien es el gerente de Camacol para Bogotá y Cundinamarca.

Entre las situaciones que han llevado al desistimiento, que a febrero superan los 2.100, han sido las dificultades presentadas en el programa Mi Casa Ya. Este tiene una penetración muy alta en el mercado de vivienda social, pues cerca de ocho de cada diez viviendas de interés social que se venden en Colombia van con subsidio de este programa.

En octubre de 2022 se acabaron los recursos presupuestales de Mi Casa Ya y desde ese momento se suspendieron los desembolsos de dichos subsidios, lo que ha generado un trancón en la dinámica del sector. “Hoy tenemos unas 52.000 viviendas que no se han podido entregar a sus beneficiarios por la falta de los desembolsos”, señala Herrera.

Según indicó Chiriví, la contracción de en las ventas de vivienda para el primer trimestre de este 2023, “se explica principalmente por tres factores que inciden en la decisión de inversión de los hogares: una menor actividad económica en general, el aumento de tasas de interés y la reducción del mercado de vivienda social. Respecto a este último, en buena hora el reinicio del proceso de asignación de subsidios y el aumento previsto de recursos para financiar el programa Mi Casa Ya, esperamos ayuden a revertir esa tendencia”.

Incluso, el gerente de Camacol recalcó que la asignación de nuevos planes subsidiarios para la población colombiana puede ayudar a levantar de la crisis al sector. “Una de las principales soluciones a la condición actual de la vivienda en la ciudad es que el proceso de asignación de nuevos subsidios y los recursos adicionales para financiación del programa Mi Casa Ya, reactive la disposición de compra de los hogares y dinamice la creación de empleos y la inversión inmobiliaria en general”, señaló

Algunas otras causas son la inflación creciente, que encareció los costos de materiales como hierro, acero y cemento, y que hoy todavía en Colombia no ha tocado el techo (está en 13,34 %). El aumento en las tasas de referencia del Banco de la República, que en 18 meses la llevó de 1,75 % a 13 %, incrementando el costo del financiamiento. Y tras dos años de expansión en la economía llegó el momento de la desaceleración, que llevaría a Colombia a un crecimiento cercano a 1 %.

Las cifras

Según el más reciente análisis trimestral, durante enero, febrero y marzo se vendieron en Viviendas de Interés Social (VIS) —que significa más del 70 % de la vivienda nueva— 21.728 unidades, lo que representan una caída del 58 % frente al mismo periodo del año anterior.

En el dato de 12 meses hasta marzo, se han dejado de comercializar en el último año 60.000 unidades, una caída del 25 %. Y si el ejercicio es mensual, en marzo, la variación tuvo una contracción superior al 60 %. En el total de vivienda nueva (incluyendo VIS y no VIS), el panorama no es mejor y en el mismo lapso, la contracción es de 25,4 %, con un mercado que estaría por debajo de las 200.000 unidades anuales.

Para algunos, la situación podría ser el reflejo de un efecto base frente a crecimientos históricos en los últimos años, mientras que otros argumentan que es un movimiento cíclico normal del sector.

Sin embargo, en los últimos 15 años, el país ha pasado por tres grandes crisis —subprime, la caída de los precios del petróleo a mediados de la década pasada y la pandemia—, y en ninguna de ellas se vendieron menos viviendas que ahora, siendo una de las caídas más pronunciadas de los últimos tres lustros. Si la situación se mantiene, la proyección de comercialización anual de VIS estaría por debajo de 100.000 unidades al cierre de 2023, lo que representaría una caída de 43 %.